La mayoría de voluntarios que acude a la jornada de limpieza del camino de Can Lavilla no tenía la más remota idea de que se trataba de una vía. Había quedado tan invadido por la maleza que muchos de los vecinos pensaban que se trataba de un torrente y, otros tantos, simplemente creían que era un grupo de árboles entre dos fincas del Prat de ses Monges. (Mira aquí las imágenes)

«Yo jamás había visto este camino y eso que soy vecino de Jesús», admite Mateu Calbet mientras retira ramas cortadas con un rastrillo. Él es uno de los más de treinta voluntarios que se han reunido a las diez de la mañana en la zona de ses Torres, junto a la calle Jesús, donde parte, en dirección a la avenida Vuit d'Agost, la vieja pista que se disponen a recuperar.

Este voluntario, que ya se ha adentrado una veintena de metros por el terreno que va tomando forma de camino, se sorprende al encontrar unas latas entre los restos de vegetación -«esta cerveza no creo que tenga muchos años»-, ya que da la impresión de que nadie ha pisado este suelo en varias décadas.

Can Raios

Mientras retiran la maleza, van saliendo a la vista los dos muros laterales que se levantan a ambos lados de la vía. Junto a la pared más pequeña, de apenas un metro de altura, se encuentra la casa que Calbet de pequeño conocía con Can Raios, «que era el nombre de los mijorals [aparceros] que se cuidaban de la finca». «Venía con mi familia a esta finca para comprar huevos, leches y caracoles», calcula que hasta hace unos 37 años.

Marcos Tur no solo venía aquí a comprar, sino que llegó a ordeñar «las cuatro o seis vacas que tenían para vender leche a los vecinos de la zona». Él es el presidente de Jesús en Transició, el colectivo vecinal que organiza esta jornada para recuperar «un camino histórico y público, para que nos pueda conectar fácilmente con Vila en bicicleta o dando un paseo». El tramo que están limpiando es de unos 550 metros de largo y su entrada no supera el metro veinte de anchura.

Camí de ferradura

«Es lo que se conoce como camí de ferradura, porque no cabía un carro, así que la gente iba a pie o con burros y caballos cargados», explica Marcos. Además del trabajo de los voluntarios con herramientas, han contratado a una empresa para que retire los árboles y la vegetación más espesa con maquinaria.

Quieren limpiar la zona hasta llegar al muro que ahora corta este camino público, y que se prevé derrumbar, para luego conectar con otro tramo que sí que se mantiene transitable y que llega frente al Centro de Salud Vuit d'Agost. Se da la casualidad de que este otro tramo del camino de Can Lavilla sí que era de carros.

«Estas jornadas tienen una parte reivindicativa», subraya Tur, «para recuperar un patrimonio que es nuestro y luego disfrutarlo en bici o paseando sin peligro». «Tenemos un sistema viario que está pensado para los coches y no para las personas y habría que ir cambiando hacia un modelo más humano y ecológico», proclama.

De hecho, Marcos Tur se recorría todos los caminos de Jesús y del Prat de ses Monges con su bicicleta cuando tenía unos doce años, pero tampoco recuerda haber visto el camino de Can Lavilla. «Y eso que también veníamos a bañarnos en verano en la balsa de esta finca, que estaba toda llena de verdín».

Sa Torre Grossa

Mientras los voluntarios siguen con sus trabajos, al otro lado del muro se acerca a saludar y curiosear Rosa María Ortega, que vive desde hace 33 años en la casa que ella conoce como sa Torre Grossa. «Yo sé que esto había sido un camino, pero siempre lo había visto así de salvaje», explica. «Va ser un cambio, porque antes estábamos aislados y ahora quedamos a la vista de cualquiera que pase por aquí, así que quizá tendremos que vallar o poner un seto», confiesa. «Estamos a la expectativa, pero creo que al final también será bueno para mí. porque voy mucho en bici y por aquí llegaré a Vila en unos segundos», concluye.

Ses Torres de Baix

Los organizadores de la jornada han expuesto un plano aéreo que muestra la zona del Prat de ses Monges donde discurre el camino y detalla todas las fincas con sus nombres. Así, la casa que otros han conocido como Can Raios o sa Torre Grossa, figura oficialmente como Ses Torres de Baix. Al otro lado de la calle Jesús, en un entramado densamente urbanizado, se encuentra la Torre de ca n'Espatleta y Ses Torres de Dalt, mientras que, en dirección a la avenida 8 d'Agost, se encuentra la finca de Can Lavilla.

En el plano también se destaca la zona donde la vegetación oculta la antigua acequia de sa Llavanera y un antiguo molino de agua. «Como esto es un camino histórico y sa Llavanera pasaba por aquí, estamos seguros de que encontraremos algún elemento patrimonial como un puente o antiguos canales de regadío», augura Tur. «Además, estos caminos también cumplían la función de evacuación de riadas cuando llovía mucho», añade.