La jornada trata sobre la evolución de la medicina en el siglo XXI. Acabamos de empezar, ¿a dónde llegaremos?

Eso no lo sabe nadie, pero la evolución es tan rápida, el proceso es tan rápido, que la gente que tenga la oportunidad de vivirlo verá cambios muy importantes, cosas que no somos capaces de imaginar. En estos momentos hay temas como la medicina personalizada, la modificación genética y una serie de avances que nos hacen pensar en cambios muy importantes. Ya se están produciendo y a partir de aquí será algo exponencial.

¿Hay algo que ahora sea una realidad y que cuando estudiaba no pudiera siquiera imaginar?

Si, las modificaciones genéticas. Hace unos años era impensable y ahora somos capaces de hacer modificaciones genéticas. Seguro que en el futuro podremos hacerlas no sólo para la prevención de determinadas enfermedades, también para la curación o incluso el envejecimiento. El conocimiento del genoma humano y determinadas tecnologías permitirán un cambio radical para abordar y tratar las enfermedades. Los diagnósticos genéticos ajustados del cáncer, por ejemplo, no tienen nada que ver con lo que había cuando yo estudiaba. Cada vez hay un diagnóstico molecular y un tratamiento más específico. Estamos viviendo un cambio, bueno, más que un cambio, una revolución molecular tanto diagnóstica como terapéutica.

Habla de diagnóstico y tratamiento, ¿deben ir de la mano?

Están muy relacionados. El hecho es conocer el mecanismo de determinadas enfermedades, los mecanismos moleculares, y cuando los conoces haces el diagnóstico y luego el tratamiento. Está muy relacionado. Es el conocimiento molecular el que te permite un diagnóstico más ajustado y un tratamiento individualizado.

¿Hay límites?

No [ríe], los límites nos los ponemos nosotros y, seguramente, serán límites éticos. El problema es que la ciencia siempre va por delante de la sociedad y las leyes. Será complicado. No hay límites a la investigación, serán éticos y los tendremos que poner entre todos. El primer límite es el envejecimiento. Seguro que en 15 ó 20 años serán capaces de prolongar las expectativas de vida de la sociedad de forma significativa. Ahora hablamos de una esperanza de vida de 85 años, pero los que nacen ahora vivirán sobre los cien años. Y seguro que de aquí a 20 años la gente podrá llegar a los 110 ó 115. Siempre hay límites, pero hoy en día son inimaginables.

Si vivimos más, habrá más enfermedades, ¿no?

Enfermedades siempre tendremos, lo que debemos hacer es envejecer mejor. Hay toda una serie de enfermedades que, seguramente, no las tendrás a los 60 ó 70 años, como ahora, sino a los 80 ó 90. Lógicamente, de alguna cosa tenemos que morir, pero seguramente ese envejecimiento se dará a edades muy superiores a las que estamos viendo hoy en día. El punto básico es envejecer mejor. Eso es fundamental.

Dice que los límites de la medicina serán éticos, pero en la sociedad actual, ¿valores como la ética no están muy difusos?

Sin duda, y la medicina es un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Ésta va muy rápido, estamos viviendo un cambio generacional y tecnológico muy importante y es evidente que la ética es algo que preocupa menos que hace unos años a la sociedad. En la investigación y la medicina tenemos que aplicar un componente ético por la capacidad que tenemos y que tendremos de generar seres vivos y de modificarlos genéticamente. Hará falta tener cuidado porque eso tiene riesgos. El hecho de que seamos capaces de crear seres vivos con unas determinadas características, que lo somos, es algo que se deberá regularse. Aunque en estos momentos la ética no esté tan presente en la sociedad, deberemos hacer un esfuerzo y ser cuidadosos con este tema porque si no tendremos algún susto importante.

No sé si ha leído 'Nunca me abandones', de Kazuo Ishiguro...

Sí, sí...

Los humanos crean réplicas de sí mismos para tener un recambio de órganos. ¿Hablamos de esos límites?

Hablamos exactamente de eso. Recuerdo que en la escuela leímos otra novela, 'Un mundo feliz', de Aldous Huxley, creo que hoy estaríamos en condiciones de crear ese mundo feliz: gente que se dedicara a procrear, a hacer otras cosas... Estamos en una situación de capacidad, quizás no ahora, pero sí muy pronto, de definir el perfil del ser vivo que queremos crear y, por tanto, estamos ante un cambio genético muy importante. Eso tiene unas connotaciones. Y ése es el límite. Se trata de algo que técnica y tecnológicamente somos capaces de hacer, pero el tema es dónde ponemos el límite ético.

¿Los médicos tienen claro ese límite? ¿Lo estudian en la carrera?

Sí, pero todo evoluciona tan rápido que desde que lo estudias hasta que trabajas y lo implantas pasan años. Y no sólo se trata de los médicos, también de los investigadores. Es un tema esencial para médicos y para investigadores.

Supongo que si existe la posibilidad de hacer algo porque la investigación lo permite, es difícil decir que no, ¿verdad?

Claro, ¿cómo lo controlas? Puede haber alguna cultura o país donde no esté tan regulado y se pueda hacer alguna barbaridad. No hay límites a la tecnología, a la investigación ni al progreso y creo que la ética deberá limitar, controlar y supervisar determinadas técnicas y procedimientos que puedan tener connotaciones importantes, incluso, en el futuro de la especie.

Viene a Ibiza a hablar de lo suyo, que es el riñón: 'El futuro de la insuficiencia renal: medicina regenerativa'.

Del riñón, exacto. Soy nefrólogo. Explico los trabajos que estamos haciendo en el hospital y con otra persona con la que colaboramos en La Joya, San Diego, sobre traslación renal. Son alternativas a la insuficiencia renal crónica. Estamos planteando alternativas para evitar los trasplantes y que los pacientes tengan que ir a diálisis. Hay una serie de trabajos desde hace dos o tres años que nos pueden dar resultados importantes y positivos sobre alternativas terapéuticas a la insuficiencia renal crónica.

¿Hay una opción al trasplante?

El trasplante es una buena alternativa, mejora mucho la calidad de vida del enfermo, pero si tuviéramos una alternativa mejor sería positivo para todos..

¿Aún muere gente de insuficiencia renal?

Muere gente de todo. No muere gente por falta de diálisis o de un riñón, pero sí como consecuencia de la insuficiencia renal, de la inmunosupresión del trasplante o por complicaciones relacionadas con la diálisis. Y también se nos mueren los enfermos y los trasplantados por cáncer y otras enfermedades. Todo tiene morbilidad y si podemos evitar la diálisis y el trasplante, mejor. Ése es nuestro objetivo.

Es nefrólogo, pero lleva casi cuatro años como director del Hospital Clínic. ¿No echa de menos la consulta?

Ahora mismo estoy en la consulta. Los jueves por la tarde sigo viendo enfermos. Sigo haciendo de médico, con bata blanca y fonendo, los jueves entre las cuatro y las siete y media de la tarde. Al final, atender a los enfermos es lo que me gusta y es positivo para mí, para el trabajo que hago y para el conocimiento de la institución.

¿Dirigir un centro de referencia como el Clínic es complicado?

Es muy complicado, mucho. Te lo aseguro. El trabajo de ahora es el más complejo que he hecho nunca. Es un hospital extraordinario, con un potencial tremendo y una historia muy importante. En él trabajamos prácticamente 4.800 personas, tenemos un presupuesto de casi 500 millones de euros, al año damos 50.000 altas, vemos en consultas a más de medio millón de enfermos, atendemos 130.000 urgencias... El volumen es brutal. Hay gente muy potente, hay que coordinarlo e integrarlo todo y no debes perder el norte: tu objetivo es el enfermo y debes hacer una medicina humanizada y centrada en él. También es importante la investigación, la innovación y la docencia, porque somos hospital universitario de la UB. La situación económica no ha sido fácil los últimos años y aún no está del todo resuelta. Hay muchas presiones y temas complicados. Es un trabajo complejo, muy atractivo como médico y con muchas compensaciones, pero con presión y que requiere mucha dedicación.

¿Se tiene que pelear mucho con los políticos?

Intento que no. [Ríe] Intentamos tener buena relación, entendernos lo mejor posible y los políticos, al menos los de aquí, intentan ayudar y hacer lo mejor por nuestra sanidad. Tenemos una gran sanidad y debemos hacer que sea sostenible. Los políticos, los técnicos y la sociedad debemos ir a una en esto. Es la única forma de sacar adelante esta sanidad pública tan buena que tenemos.

¿En los últimos años ha tenido miedo de que peligrara la sanidad pública?

Diría que miedo no, pero ves un horizonte que no está despejado del todo y... Hay tres riesgos importantes. El primero es la situación económica y la necesidad de más inversión. En segundo lugar está la falta de profesionales, cada vez mayor, en Ibiza es importante pero pasa en todos sitios, en Cataluña, en España y en Europa. De médicos y de enfermeras. Y el tercer punto importante, no nos engañemos, es que cada vez hay más patologías. Los enfermos viven más, vivimos más años y las enfermedades se cronifican. El sida se ha cronificado y el cáncer, en muchos casos, también. Enfermedades que hace años suponían la muerte segura hoy están cronificadas a cinco, ocho y diez años. Así que la falta o limitación de presupuesto, los profesionales y la presión asistencial, que cada vez es más alta son una combinación compleja. No he visto la sanidad pública en peligro, eso no se ve de hoy para mañana, pero intentas colaborar y contribuir a que el sistema sea sostenible.

O sea, que no sólo Can Misses tiene problemas para encontrar profesionales.

No, Can Misses seguramente tiene más problemas por la insularidad, pero hacen falta profesionales a todos sitios. En el Clínic pocos porque tenemos más capacidad de atracción, pero en determinados hospitales comarcales de Cataluña hacen falta médicos y enfermeras. Es un tema preocupante. Formar un médico supone unos seis años de carrera y cuatro o cinco de residencia. Son diez u once años y, por desgracia, algunos médicos formados aquí se van cuando acaban la residencia. Muchos médicos que vienen de Latinoamérica vuelven a su país tras la residencia y los catalanes, españoles o baleares se van fuera por razones económicas o profesionales. Debemos intentar revertir esto.

Volviendo a la evolución de la medicina, además de técnicas y tecnologías, ¿entra también la humanización?

Sí, es muy importante. Esta misma mañana en una sesión clínica lo estábamos diciendo. La tecnología nos ayuda y nos ayudará mucho, cada vez habrá más tecnología en medicina, pero no podemos perder de vista que no estamos fabricando sillas ni ordenadores ni bolis: estamos visitando y tratando a personas, a seres humanos. Es básico no perder de vista la humanización de la medicina a pesar de que la tecnología nos ayudará a hacer sostenible la medicina y a ser más eficientes. Tenemos que hacerlo lo mejor posible pero, además, esa persona debe sentirse bien tratada, con respeto, debe poder participar en su tratamiento, en las decisiones. Es fundamental no perder de vista la necesidad de humanizar la medicina.