Santiago Ramón y Cajal, su hermano Pedro, Pío del Río-Hortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó eran los más destacados miembros de la Escuela Neurológica Española o Escuela de Cajal. La Unesco incluyó sus archivos científicos en el programa Memory of the World Register por ser «esenciales para la historia de uno de los descubrimientos y teorías más importantes que han conducido a la actual comprensión del doble aspecto del cerebro humano, su composición anatómica (células individuales) y sus propiedades psicológicas (formación de circuitos y la propagación del impulso nervioso)». Esa distinción la comparte apenas una selecta y escasa pléyade de figuras que revolucionaron la historia de la ciencia, como Copérnico, Linneo, Newton, Darwin, Pasteur y Tesla. Además, se trata de la única escuela científica distinguida hasta la fecha por la Unesco.

Aunque ninguno de estos miembros de la Escuela de Cajal o del resto de sus más relevantes miembros (Francisco Tello, Domingo Sánchez, Nicolás Achúcarro y Gonzalo R. Lafora) nació en las islas Balears, no puedo resistirme a recordar los vínculos isleños de la Escuela de Cajal que conozco y he investigado, vínculos poco conocidos que no sólo existen con Mallorca, sino también con las Pitiusas.

Tomás Blanes

Tomás Blanes Viale (1878-1900) fue uno de los fugaces primeros discípulos de Cajal, anterior a que en 1902 el gobierno español dotase y equipase un competitivo laboratorio para un Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) cuyas investigaciones desentrañando la estructura del sistema nervioso abrían la puerta acertada para que el cerebro pudiese ser estudiado correcta y provechosamente, el Laboratorio de Investigaciones Biológicas (futuro Instituto Cajal, desde 1920) y así empezaba a ser reconocido internacionalmente. Aunque Blanes había nacido en Mercedes (Uruguay), hijo del médico Rafael Blanes, allí establecido aunque mallorquín de Artà. Desde Uruguay, el doctor Blanes y su familia se trasladaron a Puerto Rico (todavía territorio español, hasta 1898), pero sólo por breve tiempo, porque su delicada salud empeoró con el clima tropical y Rafael Blanes decidió regresar a la isla de Mallorca, donde se instaló la familia en 1893. El joven Tomás Blanes completó sus estudios de bachillerato en el palmesano Instituto Balear y en 1896 se traslada a Valencia para estudiar allí el curso preparatorio para ingresar en la Facultad de Medicina.

Tomás Blanes pide el traslado a Madrid y el mismo año 1896 entra en la Facultad de Medicina de la Universidad Central, la más importante de la época en España. La desahogada posición del padre, alcanzada haciendo «las Américas», permite que también su hermano gemelo, Pedro, viaje a Madrid, que ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando En los primeros cursos, dos de las asignaturas (Histología e Histoquímia y Anatomía Patológica) las impartía Santiago Ramón y Cajal, a la sazón catedrático de Histología Normal y Anatomía Patológica en la citada universidad desde 1892, a la que había llegado desde la Universidad de Barcelona.

«Mi año cumbre»

De hecho, los primeros descubrimientos de Cajal los alumbró en la Ciudad Condal, como bien es sabido, verdadera «edad dorada» de su trayectoria científica, iniciada en «1888, mi año cumbre, mi año de fortuna», según escribió el propio Cajal, y desde Barcelona viajó a Berlín, al congreso de la Sociedad Anatómica Alemana, donde se granjeó el reconocimiento del gran histólogo alemán Albrecht von Kölliker (1817-1905) y, con éste, el de muchos de los científicos más relevantes del campo por aquel entonces, confirmando al denominado «neuronismo» como la mejor explicación de cómo se forma el sistema nervioso, en detrimento del «reticularismo» imperante hasta entonces.

Como en tantas ocasiones, esa relación alumno-profesor será la que abra las puertas de Blanes a investigar junto a Cajal, pues ingresa como alumno interno en la cátedra de Histología. Éste incluye a Blanes como uno de sus discípulos el año 1898, momento en el que también se incorporan al grupo el belga Jules Havet y Manuel Márquez (Sala i Pons, Calleja, Lavilla, Terrazas y Olóriz han dejado de colaborar con Cajal por aquel entonces ya, por uno u otro motivo).

En ese escaso tiempo y sin haberse graduado aún como médico, Tomás Blanes demuestra grandes dotes para la investigación, incluyendo también gran habilidad para la ilustración científica, imprescindible en aquel momento «pre-fotográfico» de la investigación al microscopio y en la que Cajal y la práctica totalidad de sus discípulos «mayores» demostraron ser verdaderos maestros: Santiago Ramón y Cajal, su hermano Pedro, Domingo Sánchez, Achúcarro, Río-Hortega, de Castro, y Lorente de Nó alumbraron Ciencia que es Arte, o viceversa, incluso Lafora demostró importantes dotes pictóricas, sólo Tello no estaba dotado para ello y tuvo que recurrir a la ayuda de ilustradoras, como Conchita del Valle ó María G. Amador.

De hecho, Blanes publica su primer artículo (y, a la postre, único) artículo de investigación, titulado 'Sobre algunos puntos dudosos de la estructura del bulbo olfatorio', en la Revista Trimestral Micrográfica, la primera de las fundadas y publicadas por el propio Cajal (posteriormente se convertiría y ampliaría en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y, a mediados de la década de 1920, en 'Travaux du Laboratoire de Recherches Biologiques de l'Universidad de Madrid', en francés, para dar más difusión internacional a aquel torrente de descubrimientos universales que alumbraba la Escuela Neurológica Española desde Madrid): entre otras descripciones, es aquí donde el autor describe, por primera vez, lo que hoy conocemos como células de Blanes, unas relativamente grandes, de morfología estrellada emplazadas en los glomérulos del bulbo olfativo.

La verdadera función de las células de Blanes no fue comprobada hasta que fueron registradas electrofisiológicamente por primera vez en 2006 por Pressler y Strowbridge: se trata de interneuronas GABAérgicas que selectivamente inhiben una sola célula de los granos, resultando fundamentales para la memoria olfativa a corto plazo. Blanes las supuso activadoras que transmitirían la activación de un glomérulo olfativo a otro más lejano, pero para Cajal deben realizar otras funciones diferentes: una vez más, la intuición de Cajal se ha visto corroborada, en este caso por la moderna microscopía confocal de doble fotón venida desde el otro lado de El Charco.

Fiebres tifoideas

Poco después, el joven Blanes enferma de fiebres tifoideas. Encamado, no puede asistir apenas a clase y no puede examinarse de las asignaturas del curso de carrera. Finalmente, su estado se agrava y muere en Madrid, mediado diciembre de 1899. Cajal se refiere a Blanes así en sus memorias: «Alumno aventajadísimo muerto también en flor, antes del término de la carrera» [€] «Con su muerte se perdió al que podría haber sido uno de los nombres destacados de la nueva generación de investigadores». El malogrado charrúa-mallorquín no pudo ver cómo su admirado Cajal obtenía el Premio Internacional de Moscú (1900, premio determinante para que se crease el Laboratorio de Investigaciones Biológicas), la Medalla Helmholtz (esta distinción germana, otorgada por la Academia Imperial Leopoldina, era la más distinguida de la época) y, finalmente, el Premio Nobel en Fisiología o Medicina (1906), que don Santiago compartió con el todavía reticularista italiano Camillo Golgi (1843-1926): ambas charlas de aceptación del Nobel muestran lo abierto aún de la polémica, un desdeñoso y agresivo Golgi (por entonces dedicado, ya por entero, a la Política) y un respetuoso y seguro Cajal, y en esa polémica mantenida en el banquete celebrado en Estocolmo tuvo un papel importante€ el bulbo olfativo en el que Blanes había trabajado.

Cajal en Mallorca

Con la consecución de los premios anteriormente citados, Don Santiago recibe un aluvión de homenajes y recibe invitaciones desde muchísimos rincones de España y, obviamente, también del extranjero. Entre esas invitaciones, una de las más precoces es la que cursa el Colegio Médico-Farmacéutico de Palma de Mallorca, que nombra a Cajal como Socio de Honor y, con la colaboración del Ayuntamiento de Palma y la Diputación, organiza un homenaje el 3 de marzo de 1907 en el Teatro Principal al que, lamentándolo mucho (no ha pisado aún las islas Baleares), el aragonés universal no puede acudir.

Al año siguiente, el científico también maño Odón de Buen y del Cos (1863-1945), nombrado recientemente Director del Laboratorio Biológico-Marino de Baleares (centro oceanográfico pionero en España, junto a los abiertos en Málaga y Santander, muy bien dotados de instrumental y presupuesto por el Ministerio de Instrucción Pública ), invita a su buen amigo Cajal al acto de su toma de posesión, pero de nuevo Cajal declina la invitación, aunque con la promesa de viajar a la isla tan pronto y como sus obligaciones de toda índole se lo permitiesen.

El 10 de enero de 1910, Santiago Ramón y Cajal cumple su promesa, arribando a Palma en el vapor Bellver, procedente de Barcelona y acompañado de su mujer, Silveria Fañanás, algo poco frecuente en los viajes científicos del fundador de las modernas Neurociencias. La pareja es recibida al pie de la escalerilla por Odón de Buen, quien los aloja en su casa palmesana de El Terreno. Cajal ha llegado a Mallorca para trabajar: en esa época está interesado en el sistema visual de diversas especies, como los cefalópodos o los peces planos (lenguado, rodaballo), que tienen los dos ojos en un mismo lado (en la Evolución han desplazado uno de ellos, para conservarlo, aunque sea atrófico, dejando ciego el lado inferior, con el que se desplazan por los fondos marinos) y para ello, aparte del acuario del centro de Porto Pí, en esas semanas Cajal y Buen compartieron bastantes salidas en las embarcaciones oceanográficas 'Lacaze-Duthiers' (llaüt a vela) y 'Bolívar' (llaüt motorizado), alguna de ellas accidentada, como cuando se paró el motor del 'Bolívar' en alta mar: su elegante aparejo latino accesorio no fue suficiente para regresar a puerto y la embarcación tuvo que ser remolcada.

40 placas

En el Legado Cajal (perteneciente al Instituto Cajal) se conservan 40 placas estereoscópicas realizadas por Cajal durante aquellos días, imágenes que muestran desde la ciudad de Palma en aquel momento (la Lonja, el castillo de Bellver) hasta vistas de Porto Pi, su faro y una bella estampa del Bolívar, pasando por paisajes de costa, sa Foradada, la sierra, los olivos centenarios típicos de la campiña isleña, las cuevas del Drac y otra cueva a la que accede una barca desde mar abierto. Hasta donde yo sé, sólo cuatro de ellas han sido publicadas hasta la fecha, todas por el médico y alpinista catalán Eduardo Garrido en su excelente 'Cajal y la Naturaleza', libro verdaderamente refrescante entre los abundantes (hasta el hastío) refritos sobre Cajal.

Antes de regresar en el vapor de Barcelona el 29 de enero, Cajal recibe sendos homenajes del Ayuntamiento de Palma y del Colegio Médico-Farmacéutico, el 25 de enero, que le hizo entrega de la mano de su presidente, el doctor Bernardo Riera, del título de Presidente Honorífico del citado colegio, nombramiento acordado una semana antes y que iba más allá del título de Socio de Honor que se le concedió en 1907. Fruto de la visita, el Dr. Royo Villanova publicó un breve artículo titulado 'Cajal y la neurona' en la Revista Balear de Ciencias Médicas.

Tras publicar junto a su discípulo Domingo Sánchez un importantísimo estudio sobre el sistema visual de los insectos (1915), Cajal publica el fruto de su campaña balear (y de otra en Cantabria) el artículo titulado 'Contribución al conocimiento de la retina y centros ópticos de los cefalópodos', que vino a completar, de alguna forma la abultada bibliografía que dedicó a diversos aspectos sistema visual desde los inicios de su carrera científica.

Cajal en Ibiza

La relación de Santiago Ramón y Cajal con las Pitiusas es epistolar, una divertida anécdota que fue parcialmente comentada por Jesús García Marín en carta a la prensa local de la isla en 2017. El ibicenco Bartolomé de Roselló, escritor e importante político local, remitió sendas cartas al Premio Nobel, la segunda de ellas fechada el 20 de abril de 1927, desde Barcelona, manuscrita y en la que adjunta una página mecanografiada en la que amplía, según dice, la información que trasladó a Cajal en la primera de las cartas, escasas fechas antes.

El exalcalde de Ibiza informa sobre un acuerdo municipal de poner cañerías de uralita en las canalizaciones del agua potable de Dalt Vila para substituir las de barro cocido. Roselló considera que este material es insalubre, pero más barato que las cañerías de acero inoxidable, dando a entender que la corporación municipal y una empresa de Barcelona (Obras y Suministros, S.A.) están cometiendo un desafuero del que un no muy capaz gobernador civil de las islas no ha querido hacerse eco, motivo por el que escribe al científico, quien en su día fue director del Instituto de Salud Alfonso XIII (institución desde la que dinamizó la Sanidad pública española).

Respuesta manuscrita

La respuesta manuscrita de Santiago Ramón y Cajal no se hace esperar y, en forma de breve nota fechada apenas dos días después, el 22 de abril escribe, textualmente: «Muy distinguido Sr. Mío: Desde hace 7 años no soy Director del Instituto Alfonso XIII ó Nacional de Higiene. Creo, sin embargo, que si dicho Instituto es llamado a dictaminar, ni el Director, D. Francisco Tello, ni el jefe químico, D. Obdulio Fernandez [sic], se prestarán, dadas su honorabilidad y competencia, a secundar los manejos interesados de nadie. De V. seguro servidor» .

Si Bartolomé de Roselló supo, en su momento, proteger las murallas de Ibiza capital, las murallas renacentistas mejor conservadas del Mediterráneo y fundamentales para que, en 1999, Ibiza fuese clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (en su programa World Heritage Convention), me gustaría pensar que, de la mano del buen Tello, consiguiese lo mejor para las canalizaciones de la su querida Dalt Vila.