La industria de la sal depende fundamentalmente de la meteorología y como en la recta final del verano acostumbra a llover en Eivissa, justo cuando se inicia, a principios de septiembre, la recogida de la cosecha, Salinera Española siempre cuenta con la pérdida de un 15% aproximadamente de la producción acumulada en los estanques. Sin embargo, el último temporal, la DANA, ha hecho más daño de lo normal y ha diezmado la cosecha en un 30% [el porcentaje en el que se ha reducido la capa de sal cristalizada]», según el director de la explotación salinera, José María Fernández.

«Este año las lluvias han golpeado fuerte en septiembre», destaca. De hecho, en lo que llevamos de mes en el Parque Natural de ses Salines se han recogido 190 litros de agua por metro cuadrado, 125 durante el temporal de la DANA. «Recogimos bastante más agua que en el aeropuerto», añade.

Hasta septiembre, el año ha sido seco, sin apenas lluvias, por lo que, en principio, se proyectaba una cosecha importante, sobre todo después de la de la temporada pasada, que, con 42.000 toneladas de sal, fue «mala». «Partíamos con una perspectiva alta», indica Fernández. Pese al daño que ha causado el último temporal, el director de Salinera Española en Ibiza confía en que se recogerá más sal que en 2018. «Por lo que ha pasado, si llegamos a una cosecha de 50.000 toneladas estaré contento», apunta.

Sin noticias de Medio Ambiente

Las tormentas de hace casi 10 días, que afectaron sobre todo al sur de la isla, no sólo diezmaron la producción de sal, sino también las instalaciones de Salinera Española. «Sufrimos inundaciones que desbordaron estanques y canales. Nos costó mucho evacuar con bombeos el agua al mar», explica Fernández, que lamenta que los responsables de la conselleria de Medio Ambiente «ni han llamado para preguntar» sobre las consecuencias del temporal. «Nadie se ha asomado por aquí», critica.

Precisamente, el director de las instalaciones salineras indica que la falta de limpieza de uno de los canales más importantes de la zona de sa Sal Rossa, que se utiliza como vía de desagüe de pluviales y que recoge no sólo el agua que llega de las salinas sino también de la montaña, provocó inundaciones que afectaron también a los vecinos de la zona.

Fernández explica que ya hace un tiempo Salinera Española pidió permiso a Medio Ambiente para limpiar este canal, pero aún espera una respuesta. Del mismo modo, la comisión salinera que debe consensuar el plan que debe regular la actividad de la extracción de sal (y las actuaciones de mantenimiento de los estanques) sigue «bloqueada».

Un parque de atracciones

«No se resuelve nada», indica el representante de esta industria, que, recalca, se encuentra «en el filo del alambre». «La industria cada vez está peor. Soy pesimista porque no le veo una salida. Supongo que Medio Ambiente entiende que esto es una especie de parque de atracciones donde priman los valores históricos y paisajísticos y no se da cuenta de que esta industria debe sobrevivir en un mercado», avisa.

Ante la falta de respuesta de Medio Ambiente, Salinera Española actúa, comunicándolo siempre previamente, puntualiza Fernández, para arreglar las cuestiones fundamentales de mantenimiento de las instalaciones para «seguir funcionando». «Ahora mismo intentamos sobrevivir con lo que tenemos. Los estanques que se van deteriorando se irán abandonando y se perderá la producción. Llegará un momento en que esta inercia, que no sé qué durará, será insostenible. Y nos tenedremos que sentar para comunicar que Salinera no puede continuar», añade.