El azar trajo a Daniel Leseur a Ibiza. Con un mapa delante, su primo dijo que se irían de vacaciones allí donde pusiera el dedo y justo señaló la isla. Esto fue en 1978 y 41 años después, este francés de 95 años sigue viniendo cada año a Ibiza. «La primera vez que estuve en la isla, me quedé en Sòl d'en Serrà, cerca de Cala Llonga. Me encantaron la naturaleza, la playas... aunque las carreteras eran nubes de polvo. Ahora están mucho mejor, y se puede disfrutar más del verde de los pinos sin esa capa de polvo» reconoce Daniel, que se define como un amante de los coches.

También lo era Malcolm, el marido de Wendy Day, nacida en Manchester. «A mi marido le encantaba conducir. Solíamos venir desde Inglaterra en coche, atravesando Francia hasta llegar a Dénia para coger el ferri. Tardábamos cuatro días en llegar a Ibiza», comenta Wendy, que lleva 48 años viajando a la isla.

Esta británica de 70 años aterrizó en Ibiza por primera vez en 1971, junto a sus padres, y quedó prendada de la isla. A partir de 1976, Wendy, junto a su marido Malcolm, regresaba cada año a la pitiusa mayor para pasar el verano, en concreto, en la bahía de Portmany. Incluso, llegaban a venir hasta dos veces al año.

La gente fue lo que atrapó a Wendy. Los paisajes ibicencos maravillaron a la inglesa, pero fueron los ibicencos e ibicencas los que la conquistaron y la hiceron volver año tras año. «La gente es lo que más me gusta. Es especial, siempre te responde, se acuerdan de ti. Si haces un amigo es para siempre. Conocí al que regentaba el bar de la playa a la que íbamos, que tenía 17 años, y ahora ya tiene hijos. Hemos crecido con él», comentó Wendy.

Sin embargo, los habitantes de Ibiza no son la única causa del idilio de la mancuniana con la isla. Wendy reconoce que la comida es una de las razones que la unen a la pitiusa mayor: «La comida también es increíble. Me gusta todo, me encantan los productos frescos, las hortalizas, la carne... todo tiene un gran sabor. Me recuerda a Inglaterra cuando yo era una niña. Ahora en Inglaterra la comida no sabe a nada. Me encanta el cerdo y el cordero en Ibiza».

Daniel y Wendy tienen motivos distintos para seguir volviendo a Ibiza, pero si algo les conecta es su estima a la isla.

Una fidelidad que fue reconocida ayer en el Consell de Ibiza. La institución realizó un acto de homenaje a estos 'veteranos' visitantes dentro de las actividades celebradas por el Día del Turista. El presidente del Consell de Ibiza, Vicent Marí, les recibió en su despacho, donde les entregó una réplica de la diosa Tánit hecha en barro y con una placa conmemorativa.

Marí agradeció a los dos turistas su lealtad a Ibiza: «Son los mejores embajadores que podemos tener. Gente fiel a la isla y que la recomienda a familiares y amigos. Son el mejor patrimonio, los mejores clientes, la gente que repite y que respeta la isla».

Daniel y Wendy seguirán viniendo a Ibiza hasta que puedan. Ambos han visto como ha cambiado la isla con el paso de los años. Daniel circuló por las carreteras sin asfaltar y Wendy recorrió Cala de Bou con una linterna, ya que no había alumbrado público. Los dos reconocen que Ibiza ha crecido mucho, aunque el francés espera que no lo haga mucho más: «Que no crezca más, así está bien. No hay que hacer excesos».

Y es que Ibiza es única, como sugiere Wendy: «He ido a muchos sitios, pero esta isla es especial. Como Ibiza no hay nada. Ibiza es donde está mi corazón»