A 45 días de que el Reino Unido pueda irse de Europa dando un sonoro portazo, las empresas turísticas pitiusas permanecen impasibles, quizás porque poco pueden hacer (al contrario que en el caso de la industria pura y dura y del sector agrícola, que ya han tomado cartas en el asunto en la Península) y porque ni siquiera el premier Boris Johnson sabe en qué acabará este tremendo lío. «En las Pitiusas se está trabajando como si nada sucediese? aunque sí que está sucediendo, una batalla durísima», comenta José Antonio Roselló, vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB): «No se hace ninguna actuación especial porque tampoco se sabe cuál será el futuro próximo», admite.

También existe, señala, «una corriente de pensamiento que cree que al final no pasará nada. Eso es muy humano». ¿Qué habría que hacer si de repente se cierra ese mercado? «Habría que buscar otros nuevos, intentar hacer campañas de promoción especiales? Pero de momento se está a verlas venir», confiesa. Y eso, subraya, «tiene una relación indirecta con lo que pasa en los mercados financieros, que parece que tampoco se han llegado a creer nunca esto. Eso explica por qué la libra, cuando baja al nivel de 1,09 euros, se para. Hace unas semanas, mucha gente se pensaba que íbamos hacia la paridad, que se desplomaba, pero no, siempre está revoloteando por ese nivel. No acaba de caer».

Roselló recuerda que si finalmente hubiera un brexit duro, existen planes de contingencia generales. Uno es el establecido por la Comisión Europea para prorrogar por un año el tráfico aéreo; otro es el Real Decreto aprobado por el Gobierno de España para estar preparados en marzo, cuando debía empezar el brexit, «y que ahora» se reactivaría: «Por eso hay, de momento, un año de margen. De ahí que no se haga, nada en especial».

«De momento no se hace nada, se está a la espera», confirma Ana Gordillo, presidenta de la patronal hotelera. «No podemos plantearnos ninguna medida o supuestos. Trabajar así sólo crea incertidumbre, no sabes qué va a pasar», exclama. Cree, en ese sentido, que «tocará vivir otro largo invierno sin saber qué ocurrirá; cuanto antes se aclare esto, mejor, pues no hay nada que haga más daño que la incertidumbre». Entre otras razones porque es en esa estación cuando se concretan las ventas para la siguiente temporada.

De repente, un destino caro

De repente, un destino caro

La principal preocupación del sector es «el comportamiento de la libra», señala uno de los responsales de una relevante cadena hotelera pitiusa, que prefiere que no se publique su nombre: «No me preocupan los aspectos operativos, pues ya no están en espacio Schengen y pasan por sitios diferentes [en los aeropuertos] al de otros comunitarios, y tiene toda la pinta de que no habrá visados... pero veremos. Me preocupa más el impacto económico que pueda tener el brexit en el Reino Unido. Por ejemplo, en la moneda. Ya ha bajado mucho su capacidad adquisitiva. Y puede bajar más». Y eso sí puede tener un impacto brutal: «De repente te conviertes en un destino mucho más caro. Y otros, que no sufren ese efecto, ganan peso».

Poco se puede hacer ante ese escenario, reconoce: «¿Planes de contingencia en nuestra empresa? Que seamos lo más competitivos y atractivos posible. Poco más podemos hacer», admite, aunque asegura que «en este momento no hay efecto» del posible brexit: «Las ventas para el año que viene están funcionando bien. No hay retracción».

El empresario teme «la evolución a medio plazo», pues «se abren muchas incertidumbres. En informes del propio gobierno británico se habla de que incluso pueden entrar en recesión. Y eso, aunque sea temporal, ya sabemos lo que supone, más en un mercado tan importante para Ibiza». Por ejemplo, «si el descenso del valor de la libra se cronifica habrá más dificultades. Las vacaciones pueden encarecerse de un 15% a un 20% para ellos. Y eso es una barbaridad».

Sólo espera que todo (la salida, a las bravas o amablemente, dura o blanda) ocurra «el 31 de octubre, mejor que en marzo, porque no sucedería poco antes de empezar la temporada, sino con suficiente antelación para establecer un operativo», coincide con la presidenta de la Federación Hotelera pitiusa.

Entre las medidas que propone de cara a vadear el temporal que se avecina está la de «diversificar mercados en aquellos productos que lo permitan», aunque el británico es muy especial. En ese sentido, otro hotelero ibicenco duda de que encuentren relevo a los turistas del Reino Unido: «A no ser el mercado nacional, que es muy estacional, no hay otro que pueda paliar una reducción de, por ejemplo, el 10% del inglés, que hace un año casi llegó al millón de pasajeros. Si cae en 10%, son 100.000 menos», calcula.

Representan, recuerda, el 38,4% del total de llegadas internacionales (25% incluyendo las nacionales): «Son uno de cada cuatro. Con qué país suplimos esa bajada de británicos. ¿Con el español, que es muy estacional? Quizás lo conseguiríamos a base de precio, pero no sería recomendable».