Un equipo de investigadores de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) ha detectado por primera vez en Mallorca y por segunda vez en Europa la presencia de un gusano parasitario capaz de causar afecciones neurológicas a fauna silvestre y a humanos, entre ellas meningitis eosinofílica.

La novedad del descubrimiento es que por primera vez se encuentra el parásito en erizos todo vez que, hasta ahora, tan solo se había detectado en caracoles que habrían ingerido heces de ratas, el huésped principal del gusano.

La peculiaridad, y peligrosidad, de este gusano es que es capaz de causar afecciones neurológicas a la fauna silvestre y a los seres humanos. La directora de la investigación, la doctora Claudia Paredes, especificó que, entre otras enfermedades neurológicas, este gusano puede provocar en el hombre la meningitis eosinofílica, "mal con muy baja mortalidad asociada y que responde muy bien a los tratamientos paliativos", tranquilizó la especialista.

Además, el contagio a humanos solo puede darse tras la ingesta de caracoles -"terrestres, no marinos", diferenció- o babosas crudas o poco cocinadas. Como un ejemplo de las escasas posibilidades de que una persona se contagie con este agente, la especialista señaló que este gusano fue hallado en la isla de Tenerife en el año 2010 y que pese a que en la actualidad casi el 20% de los caracoles de esa isla se encuentran infectados por el parásito, no se ha reportado ningún caso de una persona afectada en todos estos años.

También recordó que, a diferencia de Asia y de otras regiones subtropicales donde la presencia de este parásito es más habitual, "en Balears no consumimos los caracoles crudos", señaló remarcando que no hay que crear alarma social por este hallazgo.

Aviso a hospitales

Pese a ello, señaló que ya han comunicado su detección a las conselleries de Salud, Medio Ambiente y Agricultura, Pesca y Alimentación así como a los diferentes hospitales de la isla para que lo tengan presente "como posible agente causal de meningitis". Ni los erizos ni las ratas lo trasmiten, solo puede contraerse a través de la ingesta de invertebrados como caracoles, gambas y camarones de río y ranas, aunque con esta última especie no está acreditado del todo, añadió.

Paredes matizó que, pese a estar presente en treinta países del mundo, tan solo ha habido unos 3.000 casos de contagios en humanos y que, en España, "solo se ha dado en personas que habían viajado a zonas donde está el parásito. En Francia hubo un caso en 2016, pero se cree que fue debido al consumo de comida importada", tranquilizó más la doctora que, como demostración de la baja letalidad de las enfermedades neurológicas que provoca, añadió que en un área desarrollada como es Hawái, en diez años han registrado 82 casos de contagios de los que tan solo dos concluyeron en óbitos.

El hallazgo de este parásito por segunda vez en Europa y por primera vez en fauna silvestre [circunstancia que fue posible gracias a la colaboración del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Islas (COFIB) que alertó de la presencia de erizos enfermos, destacó Paredes] ha sido publicado en la prestigiosa revista científica Eurosurveillance con gran repercusión y en él han participado otros dos investigadores del grupo de Zoología, Miguel Ángel Miranda y Sofía Delgado, y José Jurado, del laboratorio de Genética de la Universitat balear.

Babosas y ciempiés sin cocinar

Infección de un joven australiano

A modo de anécdota, la doctora Paredes habló de una infección de un joven australiano tras comerse una babosa viva por una apuesta y de una familia china que habría padecido problemas neurológicos por ingerir ciempiés sin cocinar por superstición religiosa. El zoólogo Miguel Ángel Miranda, participante en el estudio, apuntó que esta primera detección del parásito en una zona templada (hasta ahora solo estaba presente en zonas tropicales y subtropicales, entre ellas Canarias) sería un indicio más del calentamiento global, del cambio climático, y de las consecuencias que puede conllevar.

Por su parte, Sofía Delgado, investigadora cuyo trabajo de fin de grado está en el origen de este estudio, detalló que el tamaño medio de estos gusanos parásitos oscila entre los 1,5 y los 3 centímetros y que los hallados en los erizos mallorquines medían, en esa tónica, unos 2,5 centímetros. Por último, José Jurado, del laboratorio de Genética de la UIB, destacó la fiabilidad de unos datos moleculares recabados con secuencias de adn. Ahora resta determinar el grado de implantación del gusano parásito en la isla.