100 años

«Llega hoy a nuestra tierra Sorolla, el magnífico, el insigne, el rey del color, el mago artífice de la pintura, gloria de España, honor de la raza y triunfador constante entre cuantos proclaman por su única devoción la devoción del Arte». Es Diari se deshacía en elogios el 11 de septiembre de 1919 para recibir a Joaquín Sorolla (Valencia, 1863; Madrid, 1923) , que visitaría la isla aquel verano... y por última vez en su vida. «Yo os prometo que el año que viene pasaré una buena temporada aquí porque es esto muy bonito y la campiña, principalmente, me encanta», prometió Sorolla el domingo 22 de septiembre de1919 a los 34 asistentes a una comida (a 10 pesetas el menú) ofrecida en el hotel Marina de Vila.

Pero no la pudo cumplir. Un año más tarde sufría un derrame cerebral (que le dejó hemipléjico) mientras pintaba el retrato de la mujer de Ramón Pérez de Ayala en el jardín de su preciosa casa madrileña (hoy museo). No pudo reponerse ni, mucho menos, regresar a la isla.

La intención de Sorolla en esa visita era acabar el cuadro ‘Los contrabandistas’. Sorolla empezó a dibujarlo el 15 de septiembre en s’Aranyet, junto a es Soto. Mientras lo pintaba, el ibicenco Narcís Puget le retrató con su cámara. Esa imagen fue publicada el 19 de octubre de 1919 en la revista Blanco y Negro con un breve pie: «El gran pintor Sorolla tomando apuntes para su hermoso cuadro ‘Los contrabandistas’».

50 años

Más expulsados. Continuaban las expulsiones de extranjeros y españoles. El 10 de septiembre de 1969, la Delegación del Gobierno publicaba en este periódico la lista de 26 expulsados, la mayoría hippies, «por la superioridad»: cuatro alemanes, seis franceses, cuatro norteamericanos, tres británicos y cuatro españoles, además de un holandés, un canadiense, una portuguesa, un suizo y un sudafricano. Lo del hipismo traía cola. Fue el tema de debate de aquel verano y objeto de innumerables reportajes en la prensa nacional. En la isla, ni las fuerzas del orden público ni los tribunales dieron abasto para frenar esa ola de desenfreno.

Juan Manuel Serrat visitó aquel verano la isla y se alojó en el hotel Neptuno, donde fue entrevistado por Rosa Vallés Prats para Diario de Ibiza. Como si augurara el futuro que se cernía sobre la isla, el cantante y compositor sólo pidió una cosa a los empresarios turísticos: «Que la mano de la hostelería no estropee lo que creó la naturaleza. Hasta ahora, en Ibiza no ha ocurrido demasiado. Ojalá siga así siempre».

75 años

Aniversario de una matanza. Sólo habían pasado ocho años desde la matanza del castillo de 1936, en la que fueron asesinados un centenar de inocentes: «Fecha luctuosa, cuya honda significación y penoso recuerdo no es necesario precisar porque se mantiene en el corazón de todo buen patriota», señaló el alcalde, Francisco Ferrer, en un bando publicado en este diario el 12 de septiembre de 1944. Confiaba el edil en que los vecinos colgaran crespones negros y evitaran «toda expansión bulliciosa en la vía pública» durante ese día. Todos los «camaradas excautivos» de Falange debían «presentarse sin excusa ni pretexto» ante su delegación en la isla para asistir, a las 10.30 horas, al solemne funeral en sufragio por los «Caídos por Dios y por España» que se celebró en la catedral. Los supervivientes de aquel asesinato en masa se reunieron tras la misa y uno de ellos, «el excautivo Sr. Planells Torres», nombró uno a uno «a todos los mártires de estas islas», 113 nombres en total, fallecidos entre agosto y septiembre de 1936. Ya entonces, todos ellos eran recordados como «víctimas del odio a la religión y a la patria» en una placa de mármol que cubría la fosa de la catedral en la que la mayoría estaban enterrados.

25 años

Malditos roedores. Margarita Torres se llevó el susto de su vida cuando le llegó el recibo del agua: medio millón de pesetas (unos 3.000 euros), cuando nunca había superado las 3.000 pesetas trimestrales. La culpa, según publicó Es Diari el 14 de septiembre de 1994, la tenían unos malditos roedores, que habían destrozado la tubería que conducía el agua desde el contador hasta la vivienda.

Aquellos días concluyó la instalación de 296 arrecifes artificiales de hormigón en es Freus para proteger la plataforma submarina de los arrastreros furtivos: si volvían a faenar allí, lo más probable es que se quedaran sin redes. Fueron colocados a profundidades de 25 a 50 metros. Era la mejor manera de evitar la «sobreexplotación de esa zona. La idea surgió de los propios pescadores pitiusos.

Precisamente, el pesquero siciliano ‘Angelo C’, interceptado el 1 de septiembre por faenar ilegalmente en estas costas (a 11 millas, aunque los pescadores italianos aseguraban que estaban a 13 millas), regresó al mar tras pagar una fianza de cinco millones de pesetas. La denuncia partió de un pesquero alicantino que quedó atrapado en las redes del ‘Angelo C’: medían nueve kilómetros, medida ilegal en estas aguas.