La entrada de la escoleta de Can Nebot se encuentra vacía a las nueve menos cinco de la mañana. Tampoco se percibe mucha actividad en la calle del Pica-Socas, en el barrio residencial de sa Carroca, donde este centro educativo ha permanecido cerrado una década entera.

Por fin aparece una joven con un niño de la mano que va exclamando «Al cole, al cole!». Se trata de Jessica Aguilar con Óscar, su sobrino de dos años. «De camino él estaba muy ilusionado, ya veremos cómo reacciona cuando se quede dentro», explica la tía.

El pequeño ya ha asistido anteriormente al centro infantil Sol Solet, en la Platja d'en Bossa, con lo que su primer día en Can Nebot no se prevé problemático. «Ahora estaremos más cerquita», valora Aguilar, «pero ha sido una lástima que mi hija mayor, que tiene siete años, no hubiera podido venir aquí», se resigna.

Minutos después llega Noelia Marí con su hija Alma, que también está arropada por su abuela Eugenia en su primer día de escolarización. «Ella cumple los dos años en enero, pero ya ha estado en la guardería durante todo el verano», aclara la madre.

«Yo ya no estoy nerviosa, porque ya lo superé en mayo cuando la empecé a llevar a la guardería», confiesa Marí, «pero ahora habrá que ver cómo se adapta ella al nuevo centro». Marí ya ha podido conocer las instalaciones del centro en los días previos, también se muestra tranquila por haber podido comprobar que «están súper bien».

La abuela Eugenia también se muestra ilusionada al ver cómo se pone en marcha esta escoleta en sa Carroca. «Ya era hora de que abrieran después de tantos años». «Pasamos muy frecuentemente por aquí y yo siempre pensaba que era una lástima que, con tantos niños que hay en el barrio, todavía estuviera cerrada».

Tan nerviosa como los niños

Tan nerviosa como los niñosAdemás de las primeras madres con sus niños, dos operarios llegan a la entrada de Can Nebot para descargar un bulto. La directora, Concepción Calvo, explica que se trata de un toldo. Aunque hoy van a empezar los niños, Calvo ya lleva trabajando en la escoleta desde el 1 de julio, el día después de su nombramiento. Su equipo lo completan cinco técnicas de educación, con las que ha compartido unas jornadas de intenso trabajo para poner en marcha este proyecto.

«Es una prueba de fuego, porque son días de adaptación para los niños y también para nosotras, porque no es igual que cuando empiezas el curso con una escuela y solo se tiene que adaptar el nuevo grupo de niños que empieza».

Calvo cuenta con más de 20 años de experiencia como maestra, los once últimos en Can Raspalls, donde ejerció como coordinadora de ciclo. Ahora afronta su nueva etapa en Can Nebot «como un reto, pero también con mucha ilusión» y confiesa que se siente igual que los niños que llegan al colegio en su primer día. Todavía no sabe cuál será el número definitivo de alumnos en la escoleta, que cuenta con un máximo de 48 plazas, porque muchos padres que ya habían matriculado aquí a sus hijos «luego se lo han repensado para no cambiarles de centro».

Adriana Riera y Marcos Tur se encuentran en este proceso de buscar escoleta para el pequeño Nil, que cumple un año la semana que viene. «No íbamos a escolarizarlo hasta los dos años, pero, por temas de trabajo que nos han surgido, ahora buscamos un centro, por eso llegamos un poco tarde», confiesan. La pareja ya ha visitado dos escoletes públicas y «tres o cuatro» privadas antes de visitar Can Nebot para entrevistarse con la directora. «No sé si lo pasaremos peor nosotros o el niño, va ser un poco duro», confiesa la madre.