Un recorrido por los comentarios de asistentes y defensores de la fiesta de este fin de semana junto a la Torre d'en Rovira revela cuál es su perfil mayoritario. «El baile es meditación activa, cuando bailamos vamos más allá del pensamiento, más allá de la mente y más allá de nuestra propia individualidad para ser Un@ con el divino éxtasis de la unión con el espíritu cósmico. Esa es (para mí) la esencia de una experiencia Trance Dance», explica una mujer con nombre hindú y apellidos españoles que se presenta como orientadora en diseño humano experimental.

«No les interesa que sigamos atrayendo luz y aceptación a la sociedad», «el psytrance es una cultura, nadie la va a parar porque es algo energético», son algunas de las muchas sentencias con las que se van reafirmando los defensores de las free parties, como ellos las denominan. También se ha posicionado en las redes sociales el productor ibicenco Juan Verdera, uno de los iconos de esta escena con su proyecto The Muses Rapt y que en su juventud fue el bajista de Derribos Arias. «A la gente aburrida les molesta que la gente divertida se divierta», dice Verdera, que critica a los opositores de estos eventos, «como los de Prou», por «ir a dar patadas a los montículos de piedras que deja el turismo más espiritual».

«La mafia de las discotecas»

«La mafia de las discotecas»

Otro de sus leitmotiv es que están perseguidos por culpa de «la mafia de las discotecas» y de una sociedad «que no puede aceptar el anticonsumismo». De hecho, en el cartel que hacían mover en su circuito anunciaban la free party del pasado fin de semana con el lema «música contra vuestra jodida industria». «Si todo está privado, controlado, ¿dónde vamos, a la discoteca, que te hacen pagar 60 euros por la entrada y 20 por la copa?», lamentaba el lunes, mientras abandonaba el campamento, un hombre que se presentó como «Alessandro». Así, creen que hay un interés del sistema en evitar fiestas en espacios naturales «porque les molesta que cree unión entre la gente, porque te da energía y buena onda», incidía Alessandro.

Pero, más allá de aferrarse a la espiritualidad que atribuyen a este movimiento, algunos tranceros ibicencos han echado en cara a los organizadores de la fiesta que no pararan la música después de presentarse la policía. «Yo les manifesté que no es el método de aquí y que nos están jodiendo de malísima manera a los que apenas montamos fiestas y su respuesta fue que pagarían lo que fuera», comenta una joven ibicenca asistente a la fiesta de Torre d'en Rovira.

De hecho, las fiestas trance en el campo habían quedado como un reducto de un movimiento que, tras su apogeo a finales de los noventa, ha ido sobreviviendo entre sus fieles seguidores que tratan de que sus celebraciones pasen desapercibidas ante la presión social. Nada que ver con el despliegue de camiones, escenario e iluminación que se trasladó hasta los descampados entre Platges de Comte y la Torre d'en Rovira, que en seguida llamaron la atención ante el convoy que fue pasando ante las casas y urbanizaciones más cercanas.

En su época de pleno apogeo, entre 1995 y 1999, se llegaron a celebrar fiestas ilegales al aire libre hasta en el islote de sa Conillera, organizando un servicio de transporte en barco desde el embarcadero de Platges de Comte.

Apogeo a finales de los 90

Apogeo a finales de los 90

Fue uno de los eventos más sonados de las conocidas como 'Fiesta del Medallón' y que hizo crecer la alarma social por la invasión que causaban en espacios naturales protegidos. En septiembre de 1999, también creó gran revuelo una rave de tres días en Cala d'Albarca, que contaba con zona de acampada, duchas portátiles, chill outs e incluso un mercadillo con tenderetes de artesanía y alimentos, así como una decoración digna de un festival. El entonces conseller de Medio Ambiente en Ibiza, el dirigente de Els Verds Joan Buades, aseguraba entonces que se hacía necesario «un pacto con las fuerzas de seguridad para lograr una coordinación» y «una normativa para evitar estas manifestaciones ilegales».

Desde entonces, las fiestas trance han seguido organizándose esporádicamente buscando rincones ocultos, lejos del alarde que mostraron los organizadores durante este fin de semana.