A Álvaro Trigo Puig no le hizo falta nada más que un neopreno, sus gafas de natación y un gorro para cruzar a nado de Formentera a Ibiza. Eso, y «su cabezonería», como explica su hermano menor Ignacio, quien también lo define como «un héroe». El deportista nadó ayer aproximadamente 16 kilómetros hasta llegar a la playa de ses Salines, durante más de siete horas y con un objetivo: reivindicar la situación de desamparo que viven los inmigrantes cuando quieren cruzar el Mediterráneo en patera en busca de una vida mejor.

Para ello, Trigo ha colaborado con la ONG Formación Senegal, una asociación que envía profesionales a este país africano para formar, como indica su nombre, profesionalmente a sus ciudadanos y darles la oportunidad de encontrar un empleo, evitando de esta manera que recurran a embarcarse en un viaje que puede ser mortal.

«Creo que, como seres humanos, tenemos esa obligación moral. Si podemos ayudar, debemos ayudar. Estoy de acuerdo con su idea de llevar profesionales a Senegal para que aprendan un oficio, porque ese es el problema, el empleo. Y gracias a esta formación pueden encontrar trabajo y prosperar», explica el joven deportista, mientras intentaba recuperar el aliento en la orilla de ses Salines.

Un recorrido «picante»

El trayecto, que estaba programado por la asociación Ibiza Blue Challenge, empezó desde Cala Saona, en Formentera. Desde allí estaba previsto que Trigo bordease esta parte de la costa de la isla. No obstante, durante los primeros tres kilómetros, se topó con banco de medusas que le obstaculizaron el paso y por las que tardó más tiempo, ya que tuvo que nadar en zigzag.

«Mi padre empezó a nadar conmigo para acompañarme, pero tuvo que subirse al barco por la cantidad de medusas que habían», rememora el joven. Un reto para el que, según asegura, hay que estar preparado, más que física, mentalmente. «Cuando estaba a mitad de camino pensaba que era bastante fácil porque siempre veía la isla cerca. Seguíamos y seguíamos, pero parecía que no avanzaba. Pensaba que las placas tectónicas se movían más rápidas que yo. Hay que estar muy mentalizado para estos retos», relata Trigo entre la multitud que le esperaba en la playa desde las dos de la tarde.

Dos horas más tarde, Álvaro Trigo llegó a ses Salines entre aplausos, muestra de ánimos y admiración. Se puso en pie y su madre fue la primera en recibirle con un abrazo. «Nosotros confiamos plenamente en él, por eso sabíamos que lo lograría. Todo lo que se propone, lo consigue», explica Ignacio. Entre amigos, familiares y curiosos. Toda una multitud que esperaba ver cómo Álvaro Trigo pisaba la costa de una pieza. Incluso uno de los vendedores ambulantes celebró su llegada triunfal. Una vez en la playa, posó sonriente con una medalla y un diploma de Ibiza Blue Challenge.