Camareros sentados en las mesas de sus terrazas, vendedores en la puerta del local fumando o, incluso, charlando en petit comité con los trabajadores de las tiendas vecinas. La imagen de la Marina en verano «ya no es lo que era hace treinta años», y así lo confirman los comerciantes del puerto de Ibiza, a quienes les preocupa cada año más la «poca afluencia» de turismo por la zona en plena temporada alta.

El pesimismo de los trabajadores es mayor y, con sólo pensar en lo vacía que tienen la caja registradora, muchos sueltan un soplido de agotamiento: «La temporada es nefasta, peor que el año pasado, incluso». Algunos negocios llevan más de veinte años establecidos en la Marina y son sus responsables quienes afirman, como Andrés, jefe del restaurante Croissant Show Ibiza, que tiene la terraza llena, que «desde que se hicieron las reformas del puerto y de Vara del Rey, la presencia de clientes ha caído en picado».

Ibiza recibe, según varios trabajadores de la zona, un turismo «muy diferente» al que había años atrás. Desaparece el familiar y llega uno cargado de jóvenes que «la lían en los aviones y sólo buscan fiesta y alcohol», critica Lola, propietaria de la tienda de bañadores Cotazur. «Antes -añade- venían familias que se quedaban semanas o un mes. Ese era el turismo que compraba y dejaba su dinero en la isla. Ahora son jóvenes que prefieren gastarse 80 euros en una fiesta antes que en una prenda de calidad». De hecho, Lola recuerda la época de los ochenta, cuando Ibiza «empezaba a crecer» y existía un turismo familiar al que «le gustaba gastarse un pastizal en ropa de calidad, para ir arreglados, no como ahora. Hacíamos muchísimo dinero».

El precio «desorbitado» de los billetes de avión y de los alquileres son factores que «invitan a los turistas a no venir, a irse a otros países, como Grecia o Croacia, porque les cuesta más barato y hay un trato más profesional que aquí», detalla Andrés. Un tema que preocupa a muchos empresarios, pues los más veteranos aseguran haber comprobado a lo largo de estos últimos años cómo cada vez más locales abandonan la isla y cuelgan el repetitivo cartel de 'se alquila'. De hecho, ellos mismos empiezan a replantearse si «vale o no la pena seguir en Ibiza», reflexiona Lola.

Tal es la caída de las ventas, dicen que algunas tiendas recurren a unas rebajas improvisadas, pero ni los días nublados ni las prendas más baratas consiguen atraer a la clientela. «Ni con rebajas logramos el objetivo de ventas. Ahora que los cruceros atracan en es Botafoc a penas pasan por el puerto, porque los llevan en autobús a otros sitios, como los mercadillos de Punta Arabí o al de Benirràs», lamenta India, una trabajadora de Moi&Toi.

En otras épocas, en las de «oro», como rememora Andrés, los restaurantes cerraban horas más tarde lo establecido, porque la cantidad de gente no les permitía clausurar el local. A día de hoy, muchos comerciantes cierran antes de tiempo porque «las calles están desérticas», concluye este empresario.