El ferri 'Pinar del Río', de la compañía Baleària, encalló a las 23.30 horas de la noche del viernes en la bocana del puerto de Dénia con 393 pasajeros, 21 tripulantes y 70 vehículos a bordo. Salvamento Marítimo con la embarcación 'Salvamar Diphda', así como la Guardia Civil y la Policía Local, evacuó a todos los pasajeros, que habían embarcado en el puerto de Ibiza. También un remolcador de la compañía trasladó a los pasajeros. Ninguno resultó herido.

La operación de rescate concluyó sobre las 2 de la madrugada. Todos los pasajeros fueron llevados a la Estación Marítima Baleària Port, que era el lugar donde tenían que desembarcar. «Sentimos pánico. El barco empezó a arrastrar unos 15 ó 20 metros y a crujir. Hizo un 'crac' interminable. Fue un ruido horrible. Nos entró mucho miedo», relataba minutos después de ser rescatado Pere, que es de Mallorca y que tenía previsto, tras desembarcar en Dénia, viajar al pueblo de la familia en Albacete. «Cogí el chaleco salvavidas y se lo puse en seguida a mi hija».

El suceso ocurrió mientras se disparaba el castillo de fuegos artificiales de las fiestas de Sant Roc y de Moros y Cristianos de Dénia desde la escollera norte. El buque embarrancó en la maniobra de entrada al puerto y quedó aprisionado en los bloques de hormigón de la misma escollera, junto al faro de señalización, después de aproximarse demasiado a ésta.

La bocana tiene sus complicaciones, ya que la androna (una piedra sumergida que está en el centro) obliga a los ferrys a arrimarse al dique donde encalló el Pinar del Río, un ferri que ya embarrancó en junio de 2018 en el espigón de Sant Antoni, en Ibiza.

Numerosos pasajeros del ferri tuvieron que hacer noche en la estación marítima de Baleària Port. La compañía les dio mantas y habilitó dos autobuses (salían esta mañana a las 8 horas) con destino a València y Alicante. Los pasajeros han vivido horas de miedo y angustia.

«No hemos dormido nada. Nos hemos acurrucado en las butacas. Estamos agotados y destemplados», explicaba Pere, quien afirmó que el miedo se acrecentó «durante las dos horas que estuvimos dentro del barco». «Los cristales están ahumados y no ves nada de lo que ocurre fuera. No teníamos aire acondicionado y hacía un calor horrible. Los niños lloraban y estaban muy asustados».

Además, sostiene que el rescate empezó a cuentagotas. «Menos mal que se incorporaron Salvamento Marítimo, que llevaba a tierra de 30 en 30 personas, y la Guardia Civil. Pero nosotros hemos salido casi a las dos de la madrugada. Imagínate la angustia».

David, que es de Albacete y volvía de sus vacaciones en Balears, indicó que no sintieron un golpe brusco. «Fue un crac crac crac», afirma este pasajero que coincide con los otros en lo que notaron cuando el barco encalló. «Yo me asusté más cuando salió la tripulación con el chaleco salvavidas ya puesto, y nos dijeron que nos lo pusiéramos todos los pasajeros». David apuntó que la tripulación, en un primer momento, les indicó que había habido «un problema» y que iban a remolcar el barco al puerto. Luego, afirmó, les avisaron por los altavoces de que «la cosa era más grave y que nos tenían que evacuar».

Pedro, de Madrid y que viaja con su esposa y sus dos hijos, aseguraba que «todo fue muy descontrolado». «Estamos aún desconcertados. Tras evacuarnos, resulta que no hay ni una plaza de hotel libre en 100 kilómetros a la redonda, y tampoco taxis. Hemos tenido que hacer noche aquí. Tenemos el coche y las maletas en el ferri. Es un desastre».