Si primera pregunta fue: ¿Qué exponemos en Sevilla? En mi respuesta no cabía la duda: lo mejor. ¿Y, qué es lo más representativo que tenemos? Por allí empezó mi rueda de consultas. Pedí opinión a Marià Villangómez, a Enrique Fajarnés Cardona, a Joan Marí Cardona, a Jordi Fernández, al alcalde de Formentera, a mi hermano Vicent, a José Ribas Riera, a Ramón Medina, a mis compañeros de gobierno y, seguramente, a más ciudadanos competentes. Entre todos llegamos a esta concreción: llevaremos a Sevilla arqueología, arte y etnología de Ibiza y Formentera.

En el apartado de arqueología elegimos el depósito de bronces de la Savina, hallado en 1907 en el transcurso de las obras del trazado de la carretera de la Savina a la Mola y que está formado por diversos crisoles, varios lingotes de bronce y dos hachas del mismo metal. También expusimos un collar de pasta vítrea de cincuenta cuentas rematado por un colgante en forma de cabeza masculina barbada.

Y, naturalmente, Tanit también viajaría a Sevilla. Como ya sabes, Joan, se trata de una figura femenina que conserva policromía en tono rojizo en el lazo, cabellos y labios y, en tonalidad rosa carne, en el rostro. Fue hallada en el transcurso de las excavaciones efectuadas por Carlos Román Ferrer en 1913, en un hipogeo de la necrópolis de Puig des Molins.

En representación del arte religioso de las Pitiusas nos llevamos la custodia de la Catedral, catalogada como una de las más insignes de las Baleares y considerada como el más fino ejemplo de turris eucharistica de España. Está realizada en plata sobredorada y decoraciones de esmaltes. Pertenece a la transición entre los siglos XIV al XV. También viajaron a Sevilla dos tablas del siglo XV, hoy en el museo diocesano, que representan a San Jaime y San Matías.

No veas, querido hijo, el alboroto que se organizó entre un grupo de ciudadanos de Vila por mi «atrevimiento» de trasladar a Sevilla la diosa Tanit y la custodia de la catedral. Me tacharon de irresponsable, temerario, mal ibicenco, y no sé cuántos adjetivos descalificativos más. De las muchas lecciones que me dejó la política no es la menos destacable la que nos enseña que es imposible trabajar a gusto de todos. Pero lo importante es cabalgar.

El mundo de la pintura estuvo representado, en Sevilla, al más alto nivel. Sirva de ejemplo citar el nombre de los que allí estuvieron presentes a través de sus obras: Puget Viñas, Puget Riquer, Portmany, Enric Riera, Irriguible, Bechtold, Calbet, Prats Calbet, García Tur, Pomar, Riera Bonet, Riera Serra, Barrau, Ferrer Guasch, Tur de Montis, Carles Guasch, Josep Marí, Sorá Bonet, Ferrer Ribas, Adrián Rosa, Carloandrés, Chico Prats, Buforn Ramón, Marta Torres, Bonet Costa, Medina Tur, Boberman y Frank El Punto.

Muchas de estas obras fueron gentilmente cedidas por el inolvidable coleccionista Ramón Medina ¡Cuántas tardes en su piso de Vía Púnica eligiendo pinturas! Por cierto, ¿qué se hizo de su magnífica colección? Recuerdo que regaló algunas obras al Consell y nos ofreció la compra de toda su pinacoteca pero el presupuesto de la conselleria de Cultura no permitía aquel gasto. Una pena.

Escultura y Tur Costa

La cerámica estuvo presente gracias a la variada obra de Gabrielet y la escultura llegó de la mano de Antonio Hormigo, Jesse Richardson y Aaron Keydar.

Dentro del pabellón de Baleares, mi buen amigo Rafel Tur Costa tuvo una sala especial compartida con otro artista mallorquín. Rafel presentó siete obras que cosecharon merecidos elogios. Por cierto, una verde lagartija de cerámica sobre piedra de Formentera, obra de su hermano Toni, está vigilante en nuestro escritorio familiar. Juanita, tú y yo, Joan, sentimos especial afecto por la saga de los Gabrielet, en especial hacia nuestra prima Juana María y su marido, Pepe, alumnos míos en la Escuela de Turismo. También tengo buena amistad con Miguel Tur Oliver y su esposa, Pepita, compañeros en largas y soleadas tardes en sa Caixota.

Pero volvamos a la Expo de Sevilla, donde la cultura popular estuvo representada a través de unas vitrinas repletas de emprendades de oro, plata y coral, magnífica colección propiedad del Ayuntamiento de Vila. Nuestas danzas las exhibió un grupo de folklore (lamento no recordar de qué colles procedían), y Aires Formenterencs llegó hasta el Guadalquivir con su música d'arrel.

Encargamos un embalaje especial para la custodia y la Tanit y buscamos la mejor empresa de transporte. Recuerdo que cuando nos presentaron el seguro de todo lo que habíamos seleccionado casi me desmayo, y no digamos Marí Calbet. ¡Menos mal que contábamos con el «visto bueno» del president del Govern, Gabriel Cañellas!

Todo llegó a su destino sin el más mínimo deterioro. Fue expuesto con dignidad y visitado por miles y miles de personas que, pienso, pudieron llevarse una buena imagen de Ibiza y Formentera. Respiré tranquilo cuando todo lo expuesto regresó a casa en el mismo estado en que había salido.