La Comunidad de Regantes de Formentera recomienda a sus asociados que desde el pasado 11 de julio y hasta nuevo aviso, se abstengan de utilizar el agua que llega a sus campos debido a su elevado índice de salinidad, según análisis encargados por este colectivo.

El pasado 23 de julio, tras una reunión, el presidente de la Comunidad de Regantes, Joan Ferrer, remitió una carta a la conselleria balear de Medio Ambiente en la que reclama que, en colaboración con el Consell de Formentera, «se tomen las medidas oportunas para reconducir la situación de inmediato para que los regantes, que tras años de espera han confiado en las instalaciones de riego, puedan volver a regar lo antes posible».

Esta recomendación se basa en «los elevados índices de salinidad que presentan las aguas y en la escasez de agua regenerada disponible en la balsa». Aseguran que el problema es por «el deficiente funcionamiento de la depuradora de Formentera, sea por instalaciones obsoletas o por estar infradimensionadas».

El resultado es que la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) es «incapaz de absorber el repunte de demanda en la temporada estival por la presión turística redundando irremediablemente en una muy deficiente depuración de las aguas residuales».

Recuerdan que el caudal, para ser apto para el riego, «debe pasar por la planta de regeneración, donde el agua es tratada por las instalaciones de ultrafiltración y ósmosis». En la carta, la Comunidad de Regantes asegura que han comprobado cómo «la calidad del agua recibida por la depuradora ha empeorado, lo que ha llevado al colapso de todo el sistema de membranas y filtros de las instalaciones de la planta de regeneración impidiendo su correcto funcionamiento y, en definitiva, que el agua cumpla los parámetros de salinidad requeridos para ser apta para el riego».

Es más, subrayan que la situación «ha empeorado en los últimos días» y que la calidad del agua recibida de la depuradora es tan deficiente que Tragsa (encargada del mantenimiento) ha cortado la entrada de la misma a la planta de regeneración, paralizando la producción.

Esta situación les lleva a un escenario «muy preocupante», pues «no solo el agua tratada disponible en la balsa no cumple los parámetros de salinidad recomendados, sino que las reservas de la balsa son insuficientes para pasar el verano».

Añaden que es «del todo inadmisible», ya que tras años de espera «para la puesta en marcha de las instalaciones de riego, echadas a perder por desuso debido a la ineficacia de las administraciones», ahora ven peligrar las inversiones en cosechas por las restricciones en sus turnos de riego y por «un previsible corte del suministro en caso de no remediarse tal situación de inmediato».

También les preocupa la mala gestión de las instalaciones de regeneración de aguas, al no prever llenar la balsa de riego en temporada baja, y «la falta de comunicación y transparencia» que reclaman para poder «informar con la debida antelación a los comuneros de las averías y contratiempos que han ido surgiendo».

Esta infraestructura era reivindicada por el sector agrícola desde 2003 y contó con una inversión del Plan Hidrológico Nacional, a fondo perdido, de 8,2 millones de euros. La obra finalizó y se recepcionó en 2009, pero la balsa no llegó a ponerse en marcha por diferentes problemas, entre ellos la necesaria conexión eléctrica, hasta el mes de noviembre de 2018.

Con el paso del tiempo y por el estado de abandono de las instalaciones, que nunca entraron en funcionamiento, el Govern tuvo que invertir un total de 294.116 euros durante la pasada legislatura para que entrara en funcionamiento.

Este agua para el riego, debido a su alto contenido de cloruros (sal), pasa por una planta desaladora que la trata previamente antes de ir a parar a la balsa con el fin de poder ofrecer agua apta para el riego.