El juzgado de lo Penal número 2 juzgó ayer por un delito de malos tratos a un hombre acusado de haber propinado un empujón a su expareja, causándole lesiones en mano, codo y glúteo. Tras la vista oral el caso quedó visto para sentencia. Ministerio Fiscal y acusación particular piden un año de prisión y la prohibición de acercarse a menos de 100 metros de la víctima durante tres años, mientras que la defensa solicita la libre absolución.

Los hechos ocurrieron el pasado 8 de julio cuando el acusado hablaba por teléfono con su amante y mejor amiga de su expareja. Según el relato de la víctima y de su hermana, al ver que el acusado hablaba a gritos de ella, su expareja se acercó a él para saber qué estaba diciendo.

Entonces la víctima, que relató una relación llena de insultos y vejaciones durante años, declaró: «El me cogió del brazo y caí al suelo». Su hermana aseguró que «vio a su hermana volar». «La agarró de un brazo y la tiró», aclaró la hermana de la víctima.

Según el acusado, su expareja se acercó y se le «echó encima» para quitarle el teléfono, lo que la víctima niega, y añadió: «Cuando vino a por mí la aparté con las dos manos, pero nunca tuve intención de agredirla». El enjuiciado negó que su expareja cayera al suelo. Al ser preguntado por las lesiones que presenta su expareja, esté aseguró: «No sé a qué se deben pero yo no se las he provocado. No la he tocado nunca y nunca lo haría».

Un testigo

Un testigo

Un testigo, vecino y amigo del acusado, coincidió en que la víctima fue a «quitarle el teléfono» y que ella nunca cayó al suelo. Tanto el testigo como el acusado reconocieron haber bebido alcohol ese día, punto que corroboró uno de los guardias civiles que acudió a la vivienda en Santa Eulària.

Según el agente, cuando llegaron al domicilio, la víctima y su hermana explicaron que había habido «un golpe y un empujón», por lo que detuvieron al hombre. Además, el guardia civil confirmó que el vecino esa misma noche relató a los agentes de forma espontánea que el encausado había tirado a su expareja al suelo.

El testigo, a preguntas de la jueza, aseguró haber tenido una relación con la víctima mientras ésta era pareja del acusado: «Estaba embarazada de mi hijo y lo mató [al abortar] sin decirme nada».

Los hechos de la noche del 8 tuvieron su inicio a la vuelta del acusado y su vecino de Cala Nova, donde ya habían estado bebiendo. Al llegar a su casa él exhibió un comportamiento muy agresivo en presencia de los hijos de ambos, según el relato de la víctima y su hermana. Entonces, la hermana, según relató en el juicio, se llevó a los niños con una vecina y avisó a los padres del acusado. Éstos consiguieron calmar a su hijo momentáneamente.

Sin embargo, más tarde el acusado volvió a donde estaban la víctima y su hermana y entonces se produjeron los hechos juzgados ayer.

Acusado y víctima estaban separados desde que en el mes de marzo él le comunicó a ella que lo quería dejar. Ella vive en el piso, propiedad del acusado, con los hijos de ambos. Recientemente, la hermana se trasladó a la isla para vivir con ella, ya que la propia víctima reconoció: «Mi hermana está conmigo porque tengo miedo».