Hace medio siglo, Armstrong, Aldrin y Collins nos acercaron la Luna y nos enseñaron que aunque no era exactamente como muchos, incluidos escritores de ciencia ficción, imaginaron, tampoco era muy distinta. Y aunque su superficie es de un gris más oscuro y algo más polvorienta (un polvo llamado regolito lunar) de lo tal vez esperado, aún seguimos viendo paisajes lunares en los territorios completamente rocosos, muy erosionados, agujereados, yermos, irregulares y de piedra blanca como los que pueden encontrarse en diferentes tramos de la costa norte de Ibiza. Son las plataformas calgomargosas que caracterizan la Punta de sa Torre y Punta Galera, por ejemplo; Portinatx es, sin duda, zona lunar.

La Luna, sin embargo, parece más suave y más accesible que es Cocons de sa Torre, el área sin vegetación que se halla bajo la torre de Portinatx, denominada así por los centenares de agujeros en los que se estanca el agua y que son producto del reblandecimiento de las rocas calcáreas y del diferente grado de disolución de los materiales.

Neil Armstrong y Buzz Aldrin, metidos en sus trajes espaciales, lo hubieran tenido más complicado si en lugar de tener que andar por el Mar de la Tranquilidad se hubieran visto obligados a hacerlo sobre las aristas de esta plataforma agujereada. No digamos ya para dejar en tal superficie las huellas de sus botas.

Y en este paisaje destaca un puente natural muy apreciado por los fotógrafos al atardecer, cuando el sol a punto de desaparecer tras el horizonte se deja ver en su ojo. Es el Pont de sa Torre, el único que aún queda en pie de los dos que había y que algún día también acabará cayendo. Al otro se lo llevó por delante un temporal. En el libro 'La toponímia de la costa de Sant Joan de Labritja', Enric Ribes cuenta que, antaño, los pescadores que iban a por corvinas dormían bajo esos puentes.

Como una aleta de tiburón

Al este del puente, sobre esta plataforma blanca que conforma la línea de costa de la Punta de sa Torre, se adentra en el mar, como una aleta de tiburón, na Berenguera. Y más pequeña, y también más oscura, la otra punta que destaca en la silueta de la zona es conocida como sa Punta des Pics. Como parece indicar el nombre, la orografía se complica acercándose al agua, donde la erosión sobre las rocas calcáreas ha creado más salientes, más pinchos, más filos. Los cocons, las balsas de agua estancada en las que se forman cristales de sal, se combinan con afilados pináculos y todo ello conforma un paisaje tan singular como espectacular.

Al sur del puente, se encuentran es Grill Ferro, cuyo nombre proviene probablemente de las vetas de hierro que existen en el lugar, y s'Embarcador de sa Sal, donde amarraban sus barcas quienes se acercaban a buscar la sal de los cocons de sa Punta de sa Torre. Esa zona y las denominadas sa Cuina d'en Panera y es Canalet d'en Salvador se encuentran ya bajo una construcción abandonada y las obras de un nuevo y polémico hotel.

La magia del lugar queda rota al observar, desde el puente y sobre la línea de pinos que trazan una frontera entre el bosque donde está enclavada la torre de Portinatx y la plataforma calgomargosa, las prominentes grúas de las obras del hotel Xarraca Bay. El impacto sobre la zona es evidente y brutal, independientemente de que el ayuntamiento de Sant Joan y los promotores, la cadena hotelera Six Senses, afirmen cumplir todas las normativas y aseguren que en el hotel no habrá plásticos y que un porcentaje de sus ingresos se destinará a causas locales de sostenibilidad.

Magia lunar

Mientras tanto, el Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN) ha denunciado lo que parece evidente con un simple vistazo a las obras, y es que la construcción es mucho más que la remodelacion del antiguo Club Vista Bahía que se había anunciado y que la ladera de bosque que había al sur de la torre de defensa ha quedado arrasada. De hecho, incluso se confirmó que la promotora inició los trabajos sin proyecto de ejecución, algo de lo que el Ayuntamiento sólo se percató tras denunciarlo el GEN, y el muelle que se ha promocionado en la publicidad del complejo carece de autorización. La Punta de sa Torre pierde con el hotel algo más que su magia lunar.

Formaciones sensibles

El puente de piedra, cuyo arco mide más de cinco metros, es una formación geológica con tendencia a desaparecer, porque la erosión de viento y agua sigue su proceso imparable. Como es Picatxos de s'illa des Bosc, es Frares de Cap Martinet o el monolito de es Paller d'en Camp, en es Figueral. Son formaciones características de algunas zonas del litoral, incluso podría decirse que icónicas, que, más pronto que tarde, desaparecerán cambiando la fisonomía de la costa.