En la costa de Sant Josep puede encontrarse una granja casi completa. Están Cala Corral y también Cala Vedella, un topónimo antiguo, ya documentado en el siglo XVI y que el filólogo catalán Joan Coromines consideraba que procedía de la palabra Patella, el género de moluscos que engloba las diferentes especies de pagellides, las lapas, pero que, sin embargo, parece mucho más probable que su significado sea el de ternera. Y por ello se escribe Vedella, y no Vadella. Y además del corral y la ternera, también está el huerto de Cala d'Hort, está Cala Molí, más al norte, y también encontramos Cala Truja, al sur y justo entre Cala d'Hort y Cala Carbó.

O, para ser más precisos pero citando ubicaciones mucho menos conocidas, Cala Truja se halla entre sa Punta des Forn de Calç, que es como un cuerno de rinoceronte que se dibuja sobre el mar y que cierra en un arco Cala Carbó al sur, y es Senalló d'en Berri. Este último y curioso topónimo es el nombre prácticamente desconocido que en realidad tiene lo que a menudo se conoce, sencillamente, como el mirador de es Boldadó, uno de los miradores desde los que es habitual contemplar los islotes de es Vedrà y es Vedranell y que queda justo arriba del restaurante de tal nombre. Es una de las localizaciones preferidas por muchos fotógrafos, desde donde pueden captarse estos dos islotes con el escollo de Cala d'Hort en primer plano. Es Senalló d'en Berri no es un nombre muy conocido, pero en el Plan Territorial Insular sí figura.

Situada así la zona, hay que señalar que de todos los topónimos, el nombre que más llama la atención, sobre todo a aquellos que se empeñan en traducir al castellano todo nombre que encuentren en la geografía pitiusa, es el de Cala Truja, ya que una truja es una cerda, o sea, la hembra de la especie Sus scrofa domestica, en su forma más empleada en el catalán de las islas. Y Cala Truja es una bahía de rectángulos bajo un acantilado de tierras rojas a la que puede bajarse por un camino en zig zag.

Roca fosilífera

La senda lleva directamente a una caseta de pescadores que ya no guarda barco alguno, que este año están restaurando para otros fines y que está levantada en el único punto de la zona en la que el acceso al agua tiene la configuración de una playa, aunque sin arena, de pedruscos y cantos rodados. Más allá, el camino continúa sobre las rocas mostrando interesantes y curiosas formaciones geológicas y cerrándose en una plataforma de roca gris muy fosilífera; es decir, que en ella puede verse una importante cantidad de fósiles marinos. Cala Truja no es una playa ni es un lugar cómodo al que ir a bañarse, pero ha sido y es el refugio de esos ibicencos que son capaces de echarse al agua desde cualquier trampolín. No sólo resulta arriesgado traducir su nombre sino que también lo son los cortes de su acantilado. Y desde lo alto de los peñascos, eso sí, se disfruta sin grandes riesgos de una nueva perspectiva de es Vedrà y es Vedranell.

La palabra truja figura en otros topónimos del litoral, ya que también se denomina así a un peñasco remarcable o a una roca que destaque semihundida en el agua, como la que, por cierto, tiene asimismo Cala Truja en el centro de su bahía. De esta forma, encontramos sa Truja junto a la Bestorre de es Vedrà o las que existen en los islotes de na Plana (ses Bledes) y s'illa des Bosc de Sant Miquel (se conoce como s'Orella de sa Truja al escollo de su extremo norte).

Y existen sa Truja d'en Pallarès en es Cubells y es Clot de sa Truja en Corona. Otra posibilidad, más allá de las rocas destacables, es que la palabra truja se empleara para designar a la hembra de la foca monje ( vell marí, porc marí o llop marí). Y, desde luego, la toponimia costera de Eivissa y Formentera está plagada de nombres que recuerdan que esta foca, hoy desaparecida del Mediterráneo español, fue antaño frecuente en Balears, pero se acepta preferentemente que Cala Truja porta el nombre de un mamífero terrestre que forma parte de una granja.

Entre Forn de sa Calç y es Senalló d'en Berri

Cala Truja se halla entre dos lugares muy poco conocidos por su verdadero nombre, sa Punta des Forn de Calç, que es como un cuerno de rinoceronte que se dibuja sobre el mar y que cierra en un arco Cala Carbó al sur, y es Senalló d'en Berri. Este curioso topónimo es el nombre que en realidad tiene la zona que a menudo es denominada el mirador de es Boldadó, uno de los miradores desde los que es habitual contemplar los islotes de es Vedrà y es Vedranell y que se halla justo arriba del restaurante.