Clara no ha cumplido aún los cuatro años. Está escolarizada en el aula Ueeco (Unidad Específica Educativa en Centro Ordinario) del colegio Sant Ciriac, aunque, según explica su madre, Carmen, pasa muchas horas fuera de esa clase, «con los demás, en plena integración».

Esas necesidades especiales han sido el motivo por el que el Ayuntamiento de Santa Eulària no la ha aceptado en ninguna de las tres escuelas de verano que ofrece a las familias en el municipio: una en el colegio S'Olivera (Puig d'en Valls), otra en el colegio Santa Gertrudis y una tercera, la del núcleo urbano de Santa Eulària, cuya gestión el Ayuntamiento ha cedido a la Peña Deportiva de Santa Eulària. El motivo, según explicaron los padres y confirmó el Ayuntamiento, es que ninguna de las tres cuenta «con instalaciones y profesionales especializados».

«Cuando por azar de la vida te conviertes en padre de una niña con necesidades especiales, día a día vas descubriendo que vivimos en una sociedad que no está preparada para atenderlos», afirma José Luis, padre de Clara, que ha escrito una carta para denunciar lo que les ha pasado. El segundo día en que se abrió el plazo para solicitar plaza en las escuelas de verano municipales Carmen preguntó en los servicios sociales cómo estaba la situación para una niña con las necesidades de Clara: «Me dijeron que la escuela no la llevaban ellos sino la Peña Deportiva, así que dejé mi nombre, mi teléfono y rellené la hoja. Cuando fui a matricularla y les expliqué la situación, se quedaron helados porque no sabían nada».

Escuelas de verano inclusivas

Escuelas de verano inclusivas

Cuando el coordinador de escuelas de verano de Santa Eulària se puso en contacto con la familia, ella le explicó que la Asociación de Personas con Necesidades Especiales de Eivissa y Formentera (Apneef) tenía convenios con otros ayuntamientos para aportar a las escuelas de verano el personal que necesitan estos niños. En concreto, Apneef tiene este tipo de acuerdos con los ayuntamientos de Vila, Sant Antoni y Sant Josep, detallaron desde la asociación. Ésta confirmó ayer que, efectivamente, enviaron un presupuesto a los servicios sociales de Santa Eulària, una propuesta que fue denegada por el Ayuntamiento de Santa Eulària.

El coordinador de escuelas de verano volvió a llamar a los padres de Clara, afirman ellos mismos, para explicarles que mantendrían una reunión con sus profesores y con ellos para aclarar cuáles eran las necesidades de la pequeña. «La siguiente noticia que recibimos fue para decirnos que no estaban preparados y que la opción que nos daban era que la lleváramos a la escuela de verano de Amadiba», explica Carmen. Los padres rechazaron esa opción al considerarla «indignante». Esa escuela de verano no se encuentra en Santa Eulària, sino en Sant Josep, y recogían a su hija a las ocho de la mañana y no la devolvían hasta las cinco de la tarde, cuando el horario básico de las escuelas de verano es de 8 a 14 horas. Además, llevar a su hija a esa escuela de verano suponía no estar con otros niños sin discapacidad y sacarla del ambiente inclusivo en el que acude a clase durante todo el año.

«La solución que me ofrecen de llevar a mi hija a un colegio de educación especial, por mucho que me paguen el transporte, no es que no me agrade, es que me indigna. Tengo a mi hija escolarizada todo el curso en un colegio de carácter ordinario e inclusivo, ¿por qué iba a querer llevarla a un centro de educación especial para la escuela de verano?», se pregunta el padre, que se muestra muy crítico con el Consistorio: «Santa Eulària es uno de los municipios más grandes de esta isla, cuenta con uno de los mayores presupuestos y, además, desde el Ayuntamiento siempre se autocomplacen asegurando tener unos servicios inmejorables para los más pequeños y se califica como ciudad amiga de la infancia (la pregunta es si esa infancia es inclusiva)».

Los padres de Clara no entienden que el Ayuntamiento de Santa Eulària no ofrezca plazas para los niños con necesidades especiales en las escuelas de verano municipales.

Desde la Peña Deportiva de Santa Eulària explicaron ayer que no cuentan con recursos para acoger a niños con más de un 33% de discapacidad y que, además, estén escolarizados en un aula Ueeco. «Como el resto de escuelas de verano del municipio», matizaron.

Carmen y José Luis afirman que Clara no es la única niña con necesidades especiales que se ha quedado sin escuela de verano en Santa Eulària. Aseguran que, tras hacer pública su denuncia, varias familias se han puesto en contacto con ellos para explicarles que les ha ocurrido lo mismo.

Enviados a Sant Josep

Enviados a Sant Josep

«Esto no es así», afirmó ayer Antonio Ramón, concejal de Deportes y responsable de las escuelas de verano del municipio, que justificó que la única opción que se haya dado a la familia de Clara fuera la escuela de verano de Amadiba, que se encuentra en la otra punta de la isla: «Queremos ofrecer el mejor servicio para estos alumnos». Ramón recordó que el Ayuntamiento tiene un convenio con la asociación y señaló que en estos momentos hay seis escolares del municipio en la escuela de verano de esta entidad en Sant Josep. Eso sí, reconoció que ninguno de ellos se encuentra en la misma etapa escolar (Infantil) que Clara, ya que tienen entre ocho y catorce años.

El concejal señaló que sería «una discriminación» ofrecer a Clara la posibilidad de acudir a una de las escuelas de verano (tras llegar a un acuerdo con Apneef) que se imparten en el municipio y no a los otros seis que ya van al centro de Sant Josep. Sin embargo, al preguntarle si no es una discriminación que a Clara no se la acoja en ninguna de las tres escuelas de Santa Eulària como al resto de niños y que no pueda compartir esta actividad con más pequeños de su edad, como los demás, su respuesta vuelve a ser que en el centro de Sant Josep «sus necesidades estarán atendidas» y que no tienen que preocuparse por el transporte. Eso sí, prefiere no hablar sobre la inclusividad.

Los padres de la pequeña invitan a los políticos a ponerse en la piel de las familias con niños con diversidad funcional y que no quieren que éstos «sean recluidos y excluidos de la sociedad en la que vivimos». «Imagínense por un momento qué harían si se tratara de su hija», concluyen los padres de Clara.