¿Qué es MoMoWo?

MoMowo es un programa universitario europeo que trata de dar visibilidad al trabajo de las arquitectas y diseñadoras de estos últimos cien años. El escaso reconocimiento al trabajo de las mujeres es uno de los problemas que hemos detectado dentro de nuestro ámbito profesional, pero que es común al resto de ámbitos.

¿Cómo dio con él?

Surgió en diferentes localizaciones europeas y la universidad española unida a este proyecto es la de Oviedo. Siendo yo decana del Colegio de Arquitectos de la ciudad, la responsable del proyecto, Ana Fernández, se puso en contacto conmigo y empezamos a colaborar juntas. Se acogió la exposición 'MoMoWo: La Creatividad de las mujeres desde el movimiento moderno', y a partir de ahí se está moviendo por diferentes sedes de España.

'Derecho a la ciudad. Urbanismo con perspectiva de género', es el nombre de la charla que impartirá en la inauguración...

Si, la conferencia se centrará en cómo se puede aportar a la construcción de las ciudades desde la visión del feminismo.

Es decir...¿diseñar ciudades para mujeres?

No, para todo tipo de personas. Por eso hablo del 'derecho a la ciudad'. Las personas somos diversas y tenemos necesidades diferentes. Se trata de incorporar el pensamiento feminista en la construcción de la ciudad y el pensamiento feminista no piensa solo en las mujeres, sino en la diversidad. Ancianos, niños, discapacitados, hombres, mujeres, personas con diferentes tipos de trabajos... El urbanismo de género es transversal y se emplea para satisfacer todo tipo de necesidades de todo tipo de personas. Se puede hablar también de urbanismo feminista o urbanismo inclusivo, nos referimos a lo mismo. Las personas no somos iguales y tenemos unas necesidades e intereses diferentes. Eso se aplica a cualquier ámbito, y también debe hacerse en la construcción de las ciudades.

¿Y ocurre?

Las ciudades son el reflejo de la sociedad que las habita y nuestras ciudades parten del hombre como centro de todo. Un hombre de clase media y con un trabajo productivo que precisa de una serie de condiciones y movilidades que se desarrollan en la ciudad desde un enfoque único, el suyo.

¿Algún ejemplo?

La movilidad, por ejemplo. Los estudios recientes con sesgo de género para evaluar cómo las personas con rol femenino y rol masculino se desplazan por la ciudad muestran que las de rol femenino hacen muchos más movimientos. Los movimientos realizados por el rol masculino son muy lineales, del trabajo a casa, de casa al trabajo y a veces parando en algún lugar de ocio o deporte. Sin embargo, por lo general, el rol femenino va a la compra, al cole de los niños, a casa, a hacer recados...Por lo tanto, todos esos movimientos y todas esas diferencias se tienen que tener en cuenta a la hora de diseñar una ciudad para facilitar la conciliación laboral y la calidad de vida.

¿Y en cuestiones de seguridad?

Es otro factor importante que afecta en mayor medida a las mujeres. A pesar de ser un país muy seguro, nuestras ciudades no están pensados desde el punto de vista de la seguridad y la percepción de inseguridad se dispara con las noticias que vemos todos los días. Las ciudades están diseñadas en base a un modelo de la Carta de Atenas elaborada en los años 30 por unos urbanistas. En la época de la Revolución Industrial lo importante era la producción y la industria, por lo que provocaba problemas de insalubridad debido a la mezcla de usos. De ahí que se decidiera dividir las zonas residenciales de las industriales.

¿Cómo afecta eso a la seguridad?

Ahora existe otro modelo de trabajos. Más burocráticos, en oficinas... que suponen menos riesgo o no contaminan, por lo que se pueden encontrar en el mismo área que las zonas residenciales. De esta manera no provocas que haya zonas que solo tengan gente durante determinada hora del día. Se trata de mezclar usos.

¿Los polígonos industriales?

Claro. Nadie se pone en la piel por ejemplo de alguien que tenga que acudir al trabajo durante la noche y se encuentre con un camino desierto. La sensación de inseguridad se multiplica. Imagina que es una mujer, por ejemplo, de la limpieza... Deberían pensar en una ciudad también para ella en la que no tuviera que pasar por esa situación de miedo. Existen polígonos industriales que se han comenzado a iluminar mejor y han conseguido que más mujeres quieran trabajar allí. El derecho a la ciudad debería ser igual para todos, pero estamos viendo que no. No es normal no poder acceder a un trabajo porque se tenga miedo de ir a trabajar. Sin embargo, el que una mujer necesite ir acompañada para no sentir miedo durante la noche lo vemos de lo más normal, es a lo que estamos acostumbrados, aunque no debería ser así.

¿Cómo cree que está España en esta materia?

Bueno, tenemos una legislación que exige que se aplique este tipo de urbanismo. Desde 2007 la Ley de Igualdad y la Ley de Suelo Estatal determinan que las ciudades tienen que ser igualitarias. Pero no se está aplicando en todas partes, por lo menos en el caso que más conozco, que es en Asturias. Hace 2 o 3 años los responsables políticos empezaron a tomárselo más en serio. Sin embargo, hay otras comunidades autónomas cuya legislación exige que se cumplen determinadas medidas, como son Cataluña y el País Vasco.

¿Qué medidas?

Todos los planes generales de las ciudades tienen que realizar un análisis exhaustivo con perspectiva de género. Por ejemplo, cuestiones relacionadas con la seguridad. Portales con recovecos que den miedo, que no estén bien iluminadas o que carezcan de visibilidad, las ordenanzas evitan que se construyan.

¿Es suficiente?

Yo creo que es más importante la voluntad, el conocimiento y la educación. En eso es en lo que hay que trabajar para que se tengan en cuenta todos esos aspectos desde que se comienza el diseño de una ciudad, para que sea útil para todos. Hacer que sea obligatorio presentar un informe de género y se convierta en algo meramente burocrático no es la solución. Nos queda mucho por trabajar, aunque es un buen principio. En Oviedo creamos el primer Observatorio de España de Urbanismo con Perspectiva de Género junto al Instituto Asturiano de la Mujer. El objetivo era formar a los técnicos y sensibilizar a la ciudadanía a tener en cuenta una serie de factores y que exista participación ciudadana a la hora de diseñar las zonas donde vivimos para que se tengan en cuenta las necesidades de todos los individuos.