Poco ha cambiado el panorama de la pobreza en el último año. La Memoria de Cáritas de 2018 refleja que se mantiene enquistada y que, en algunos casos, va incluso a peor. El motivo principal es el mismo que desde hace un lustro erosiona los cimientos de la sociedad de Ibiza : la vivienda, que es inasequible, carísima, imposible de pagar para la mayoría de los bolsillos, incluso para los que tienen un empleo. «Es el problema más serio que se ha tenido jamás», subraya Joan Marí, director de la entidad en las Pitiusas.

Si el año pasado Cáritas atendió a 1.443 personas en Ibiza y Formentera, este lo ha hecho a 1.800. En realidad, ese incremento, del 24,7%, tiene truco, pues se debe a un cambio de metodología: hasta 2017 sólo sumaban a quienes acudían en persona a la entidad en busca de ayuda. Ahora añaden a los integrantes de sus núcleos familiares.

A lo largo del año atendieron a 220 personas en el centro de día y en el comedor social. Son 13 menos que en 2017, pero siguen siendo más que las 191 de 2016. La mayoría eran hombres (185). Fueron 35 mujeres, cuyo número aumenta paulatinamente. Estudiarán a qué se debe «para enfocar de manera diferente» el trato a las mujeres: «Algunas nos hablan de problemas de prostitución o de malos tratos», según Gustavo Gómez, coordinador de Cáritas.

Al desayuno acude una media de 50 personas diarias, mientras que en la cena la media es de 40. El coordinador asegura que desde la hora de cierre del centro de día (13 horas) hasta que Cáritas abre para repartir la última comida del día (18.30 horas) gran parte de los usuarios «se quedan sentados en la escalera» a la espera. De ahí, insiste, «la necesidad del centro integral de es Gorg», para lo cual las administraciones locales deberían dejar de marear la perdiz y construirlo lo antes posible.

El departamento de acogida, que se encarga de resolver los problemas que les plantean, registró en 2018 un incremento muy importante de usuarios: de los 533 de 2017 pasaron a 836, un aumento del 56,8%. Gustavo Gómez lo atribuye a que han tenido «más atenciones cortas». Tuvieron muchas consultas por temas relacionados con la vivienda, así como para poder empadronarse en la isla. En este sentido, dieron de alta a 135 personas en la sede de Cáritas. Aunque muchos de ellos tienen una vivienda alquilada, los propietarios no les permiten legalizar su situación porque no declaran a la Agencia Tributaria el abono de esas rentas mensuales. Los hay que llevan una década en esa situación. Y si no pueden empadronarse, lo tienen complicado para poder recibir asistencia sanitaria.

Cada vez más hombres acuden al centro Betania, donde se imparten una decena de cursos de formación para adultos. De sus 260 usuarios (265 en 2017), 111 eran hombres, 23 más que un año antes.

Los talleres de inserción sociolaboral de Can Pep Xico y A tot drap acogieron a 83 personas, una menos que en el ejercicio previo. El 50% de sus participantes logró ser contratado.

«La sociedad responde»

Vuelve a ser considerable la cantidad de ropa recogida en los contenedores distribuidos en las calles: 438,4 toneladas. «La sociedad responde, es solidaria», agradeció Gómez.

El delegado episcopal conminó a la población a sumarse a sus voluntarios. Actualmente tienen unos 150, de los que «de entre 18 y 24 años» no hay ninguno. En otras zonas de España, especialmente las que tienen Universidad, no faltan de esas edades.

En 2017, las ayudas procedentes de las administraciones tardaron tanto en llegar que Cáritas se vio obligada a suscribir una póliza bancaria de 270.000 euros. La situación «mejoró mucho» en 2018, según Riera, ya que «empezaron a pagar a tiempo».