Es inevitable que en plenos como el de ayer los asistentes se sientan como Bill Murray en 'Atrapado en el tiempo'. El salón pareció llenarse de marmotas cuando Rafa Ruiz dijo en su discurso que durante los próximos cuatro años se centrará en asuntos como «la intervención urbanística y social en el barrio de sa Penya, las obras del Parador, para profundizar en un cambio de modelo turístico que se está dando en la ciudad y la isla, las infraestructuras culturales y deportivas, que tienen que enriquecer la vida de la ciudadanía, o la mejora del alcantarillado y el alumbrado municipal».

No es que sigamos en 2015, es que el tiempo vuela. De ahí que haya asuntos que nunca se resuelvan, se disculpó Ruiz: «A pesar de que cuatro años parezca mucho, no es fácil que dé tiempo a todo y no siempre los proyectos dan el resultado esperado». Quizás este sea uno de los mayores logros de Ruiz en sus 12 años en el Consistorio: el descubrimiento de la teoría de la relatividad política, según la cual el reloj corre que se las pela en Can Botino, mientras que en el primer cinturón de ronda se paró hace lustros.

El día de la marmota se caracteriza por ser previsible. Por ejemplo, estaba cantado que Aitor Morrás, edil de Unidas Podemos, buscaría su minuto de gloria cuando tomara posesión del cargo. No defraudó al respetable: «Prometo cumplir con las obligaciones del cargo de regidor del Ayuntamiento de Ibiza como parte de un Estado que no debería tener presos políticos. Sin renunciar a mis convicciones republicanas y por imperativo legal, acato la Constitución hasta que se inicie un proceso constituyente, y continuaré trabajando para solucionar los problemas de la gente, demostrando que sí se puede». Morrás iba ayer totalmente equipado para la ocasión: además del discurso en plan progresista transgresor, vestía un niki entre cuyos jaretones destacaban los colores de la bandera republicana. La compró en Internet.

Su compañera de partido, Claudia Cotaina, que formó parte de la mesa de edad (por ser la más joven), siguió la misma línea argumental, aunque no epató tanto como Morrás: «Prometo cumplir fielmente las obligaciones del cargo [?] y por imperativo legal guardar y hacer guardar la Constitución hasta que la ciudadanía española la cambie para recuperar la soberanía y los derechos sociales, y seguiré trabajando para demostrar que sí se puede».

Del equipo de gobierno, Pep Tur y Dessiré Ruiz Mostazo no prometieron lealtad al Rey, sino «a la ciudadanía» y al «ordenamiento jurídico». Todos los concejales prometieron, excepto los de Ciudadanos, que juraron.

No sólo los colores diferencian a los partidos de izquierdas de los de derechas. La manera de vestir, también. Por ejemplo, todos los ediles del PP y Cs (siete en total) llevaban corbata, mientras que únicamente uno del PSOE, Rafa Ruiz, se la anudó al cuello (hace cuatro años era aún de la liga sin-corbata). Era roja, claro. Pep Tur portaba su particular corbata, una lámina de plata de la colección 'Posidonia' de Mayoral.

El momento entrañable lo protagonizó Ruiz cuando, al acabar la sesión, abrazó y besó a su hija y a su mujer, encinta.