Un grupo de 30 voluntarios, coordinados por técnicos del Parque Natural de ses Salines, participó ayer en la jornada convocada por el GEN-GOB para retirar los montones de piedras apiladas en es Pas des Trucadors, en Formentera, una de las zonas donde empezó a proliferar esta práctica. Según detalló el grupo ecologista, se retiraron unos ocho metros cúbicos de piedras, en un área de unos mil metros cuadrados.

El GEN aprovechó para concienciar del riesgo para el medio ambiente que supone el movimiento de piedras, ya que «los hechos puntuales de hace algunos años, ahora se han convertido en una costumbre masiva que provoca un efecto erosivo importante».

Así, «en las duras condiciones que se dan junto al mar», las piedras sirven «para retener la humedad y facilitan la luz necesaria para que pueda crecer una planta o facilitar la presencia de pequeños animales que comerán excrementos de aves marinas e incorporarán nutrientes a la tierra». El GEN también advierte de que la larva del escarabajo endémico de Formentera se desarrolla debajo las piedras de estas características y, con la acumulación de piedras, se contribuye a su extinción.