Las currucas tienen todas un canto especial. Y lo manifiestan desde el mes de mayo, al iniciarse la época de cría, cuando los bosques y garrigas de las islas se llenan de las estrofas cortas y rápidas, de notas ásperas, de la abundante curruca cabecinegra, con su característico reclamo repetitivo.

Pero además de oírse, las currucas también se dejan ver en esta época y muestran su plumaje de tonos grises, sobre todo la variedad balear, cuyos machos, ya a finales de invierno y al iniciarse la primavera, ascienden a la ramas más altas de la vegetación para cantar. Así lo explica Manolo Suárez, coordinador de ornitología del Grup d'Ornitologia Balear (GOB). «El resto del año pasan muy desapercibidos dentro de las matas y matojos donde viven, sin apenas emitir ningún sonido», añade.

De silenciosos y discretos habitantes del bosque pasan a ser hiperactivos y pequeños duendes cantarines saltando de rama en rama en cuanto la temperatura se vuelve primaveral. Subiendo más alto para que las hembras oigan su canto desde más lejos. «Es una especie sedentaria, muy pequeña, que vive habitualmente en matorrales bajos y secos, a veces en pinares y sabinares ralos. Evita los bosques maduros, vegetación tupida y cultivos. Podríamos decir que vive en lugares donde las condiciones son difíciles para otras especies», añade el ornitólogo. En estas condiciones, los bosques despejados, de vegetación baja, de una parte importante del parque de ses Salines son un buen hábitat para la especie y son, de hecho, una zona oportuna donde observarla. La curruca balear es conocida en Ibiza como enganyapastors coallarga y en Formentera también la llaman ganyet, mientras que en Mallorca recibe el nombre de busqueret coallarg. En Menorca, curiosamente, esta pequeña ave de color gris pizarra no existe. Machos y hembras se parecen mucho, pero los tonos de los primeros son más intensos, de un gris más azulado, y tienen un anillo ocular rojo y el pico claramente naranja. Es una de las especies más buscadas por los birdwatchers extranjeros que visitan el archipiélago, asegura Suárez.

A pesar de la rareza de que en Menorca no exista esta especie concreta, el género de aves del que forma parte es representativo de Balears, y prueba de ello es el hecho de que la revista de divulgación naturalística del Grup d'Ornitologia Balear lleva por título, precisamente, 'Es Busqueret'. La especie balear es el único endemismo paseriforme del archipiélago, donde sólo se reconocen dos aves endémicas, este enganyapastors coallarga y el virot, la pardela balear ( Puffinus mauretanicus), aunque sólo la segunda, un ave marina, está clasificada como especie en peligro de extinción. El nombre científico de esta curruca es Sylvia balearica y antes de ser reconocida como especie propia de las islas era considerada una subespecie de la curruca sarda. De hecho, y como suele pasar en este tipo de cuestiones taxonómicas, algunos expertos siguen sin estimar que la diferencias sean suficientes para describir una nueva especie.

La curruca más abundante es la cabecinegra, busqueret o enganyapastor de cap negre ( S. melanocephala), inconfundible por la cabeza azabache del macho, que es gris en la hembra, la cual, asimismo, muestra un plumaje más marrón. Aunque, «como buen busqueret», la curruca cabecinegra también se oculta en la vegetación, es más fácil observar uno de sus ejemplares que una curruca balear, ya que ocupa un número más amplio de hábitats; no es raro verla, y escuchar su canto, incluso en los jardines.

Aves del bosque

«El abandono de los cultivos y los incendios forestales pueden favorecer a estas dos especies», comenta el ornitólogo del GOB, «por su capacidad de vivir en lugares con poca vegetación, al menos mientras se va regenerando». Y aunque son las más comunes y las más célebres, no son las dos únicas currucas que existen en las islas. Manolo Suárez destaca la presencia de otros diez pájaros, aunque tres de ellos no están citados en las Pitiüses. Destaca, en primer lugar, el busqueret de capell ( S. atricapilla), reproductor abundante en Mallorca y Menorca pero raro en Ibiza, aunque también nidifica en esta isla. Hay especies que pueden verse en todas las islas durante su migración, que sólo están de paso, como S. borin y S. cantillans, y otras extremadamente raras pero que en alguna ocasión han sido citadas, como S. curruca, S. hortensis, S. nisoria y S. ruppeli. En Mallorca y Menorca también crían S. subalpina, S, conspicillata y S. undata.

Las currucas son aves del bosque, como bien indica el nombre del género, Sylvia, procedente del latín y que significa natural de los bosques o incluso reina de la naturaleza. Como bien han visto los mallorquines llamándolos popularmente busquerets. No son los únicos pájaros grises que pueden encontrarse en su hábitat, pero las plumas de losenganyapastors parecen mostrar todas las tonalidades existentes entre el blanco y el negro, entre la máxima luminosidad del macho que sube a cantar a las ramas más altas y la mínima de aquel que se oculta entre la vegetación para pasar desapercibido.

Especies insectívoras

Si bien el abandono de los cultivos y los incendios forestales, que dejan áreas de bosque despejado, puede beneficiar a las currucas balear y cabecinegra, otras consecuencias de la actividad humana son mucho más pejudiciales. Estas aves paseriformes son especies insectívoras, lo que significa que dependen de las poblaciones de insectos de su zona para prosperar, por lo que, en una reacción en cadena biológica, grupos de pájaros como estos pueden verse afectados seriamente por la crisis mundial de los insectos, la desaparición masiva de la que han alertado expertos y organismos de todo el mundo y que se produce por factores como el uso de pesticidas, la contaminación y la pérdida de hábitats.