Un alumno le echaba agua a otro. Le hacía bromas pesadas. Así que Samantha Palazón Ochoa, alumna de segundo de Secundaria del instituto Santa Maria, se metió de por medio: «Les empecé a hacer preguntas y al final llegaron a un acuerdo para dejar de hacer esas bromas, rebajarlas». Samantha es una de los 190 alumnos mediadores de doce centros educativos de Ibiza que ayer participaron en una jornada lúdica con la que la conselleria balear de Educación quiso reconocer su labor. «Me gusta mucho ser mediadora porque puedo ayudar a la gente y sentirme bien conmigo misma», comenta durante la pausa del encuentro, organizado en la UIB por el Institut per a la Convivència i l'Èxit Escolar (Convivèxit). Irene Corbalán Melero, compañera de tercero del mismo instituto, detalla que uno de los casos en los que ha mediado ha sido por «rumores». En él estaban, además, implicadas personas de fuera del instituto. «Costó un poco, pero hicimos el seguimiento y pudimos solucionarlo. No ha vuelto a ocurrir nada», apunta la estudiante, que tiene claro el origen de la conflictividad en los centros: «No se escuchan, no hay comunicación. Así no se pueden entender y empieza el conflicto». (Ver galería de imágenes)

Marta Escoda, directora del Convivèxit, la escucha y asiente. Defiende la mediación y la tutoría entre iguales, es decir, entre alumnos. «Siempre escuchan más a un compañero que a un adulto o un profesor», indica antes de destacar, además, que aunque hay escolares que tienen un carácter «que los predispone a ser buenos mediadores», esta función también se aprende y se practica, por lo que es «interesante» que entre estos mediadores haya también «alumnos con un liderazgo no tan positivo»», ya que pueden ser de mucha ayuda con los alumnos más conflictivos. «Confiarán en ellos», justifica Escoda mientras a su alrededor decenas de alumnos disfrutan de un descanso de los nueve talleres en los que participan: comunicación no violenta, mírate y te descubrirás, ¿tú de qué planeta eres?, cine, la llave del armario, cultívate, arte y valores, percusión corporal y ¿comunicarse sin hablar?

Ciberacoso

Escoda asegura que está demostrada la eficacia de programas como el de los alumnos mediadores (o similares) en la reducción del acoso escolar y la conflictividad en los centros «hasta un 37%». Eso sí, alerta de que si bien estas situaciones se han reducido en los últimos años en Balears, lo que no baja es el ciberacoso. Por eso, indica, algunos centros han puesto en marcha un programa de cibermentores en el que algunos alumnos reciben formación específica para poder, luego, hacer entrar en razón a sus compañeros. La directora de Convivèxit también destaca proyectos como el de tutorías entre iguales, en los que los alumnos de tercero de Secundaria hacen como de «hermanos mayores» de los de primero, que acaban de incorporarse al centro. «En todos los programas se trata de alumnos formados en bullying, que saben cómo reaccionar. Si ven a un niño solo en el patio, se acercan a ver qué pasa. Si ven una mala conducta, la paran», indica la directora, que insiste en la importancia de que toda la comunidad educativa de un centro se implique a la hora de frenar la conflictividad.

«Creo que cada vez más los docentes están concienciados de que para tener éxito y reducir la conflictividad hace falta también trabajar en la convivencia», comenta Óscar Prats, a quien Escoda presenta como el coordinador en Eivissa de Convivèxit. «Somos un equipo de cinco», matiza él, que destaca «las ganas» que tienen los alumnos, en general, de ayudar a sus compañeros. Prats señala que no todos los centros cuentan con esta figura de alumnos mediadores. En su centro, Can Raspalls, confiesa, no lo tienen, «pero sí un espacio de resolución de conflictos». «A veces los alumnos son más ingeniosos que los adultos. Son los que tienen el problema y son, además, parte de la solución», concluye el coordinador antes de que los 190 alumnos regresen a los talleres, tras los que recibirán sus diplomas.

En Can Coix a los alumnos mediadores se les ha rebautizado como «pacificadores», según grita un docente mientras una de sus alumnas, Sara Tur, de sexto de Primaria, explica que su función es «intentar tranquilizar» a sus compañeros cuando surge algún conflicto y solucionarlo. «A veces vienen a buscarme y otras soy yo laque ve que pasa algo y voy», indica Sara, que detalla algunas de las situaciones en las que ha intervenido: «Cuando se han pegado o insultado o cuando algunos no dejaban jugar a otros en el patio».

«Me hice mediador porque me gusta vivir en un mundo sin problemas, sin muchos insultos ni aspectos negativos», comenta Marc, también de sexto curso. De los casos en los que ha intervenido recuerda especialmente los relacionados con los partidos y juegos: «Un equipo gana, los del otro equipo se enfadan, se pegan y lloran». «También surgen muchos problemas con los de primero y segundo de Primaria, que no saben muy bien cómo solucionarlos», continúa el estudiante, que reconoce que sus compañeros no siempre le hacen caso. No, al menos, a la primera. «Eso depende de la persona», reflexiona. Cuando le pasa esto, insiste. Se pone serio y trata de decir las cosas «bien». Hasta que se atienen a razones.