La asociación de vecinos de es Rafal Trobat cuenta con una nueva iniciativa pionera de la gestión ambiental del territorio, que, en los últimos años, están convirtiendo este valle en «un laboratorio de pruebas que debemos ayudar para que sirva de ejemplo», destaca la directora de Ibiza Preservation Fund, Sandra Benbeniste. La fundación conservacionista ha aportado 21.000 euros a los vecinos para crear una balsa naturalizada que captará las aguas superficiales, como un aljibe al aire libre, para crear «un punto de biodiversidad y que sirva para introducir el sapo verde balear [calàpet]», detalla el tesorero de la asociación de es Rafal Trobat, Rafel Tur.

Este batracio ya casi se ha extinguido en Ibiza por la desaparición de sus hábitats y su recuperación forma parte de uno de los objetivos de recuperación ambiental que promueve la Alianza por el Agua, en la que se integran tanto es Rafal Trobat como Ibiza Preservation Fund. Una vez concluida la estructura de la balsa, a la que sólo queda añadir unas pantallas de adelfas y rodearla de vegetación «para que los animales puedan protegerse», ya se puede emprender el proyecto para reintroducir el sapo verde, junto a la conselleria de Medio Ambiente del Govern balear.

Pero esta iniciativa va más allá de la fauna, ya que forma parte del programa de actuaciones para recuperar los acuíferos, en este caso el de sa Serra Grossa, uno de los más afectados por la sobreexplotación. Así, el agua de lluvia que se almacena en la balsa se puede aprovechar para el regadío y evita que, al menos esta aportación, se extraiga del subsuelo. También se facilita un nuevo depósito contraincendios en la zona, cuya implantación en la isla también contó con el empuje de la asociación.

Beneficios en cadena

«Se forman toda una serie de beneficios en cadena», apunta Benbeniste. Como contar con otro depósito contraincendios y adecuar el terreno para forzar que el agua de lluvia se infiltre en el terreno y regenere el acuífero de sa Serra Grosa, en vez de desbocarse en riadas hasta el mar, afectando a zonas urbanas del pla de ses Salines.

Para ello, Tur relata que se ha levantado de nuevo el muro del bancal más cercano a la balsa, donde el agua que baja del monte se reconduce hasta el estanque. Cuando éste vea desbordada su capacidad, de 300 metros cúbicos, el caudal quedará atrapado en la siguiente terraza, porque el terraplén se modifica para crear una pendiente invertida hasta el muro.

«Es un proyecto integral, en el que todos los vecinos estamos recuperando las paredes de piedra arreglando las feixes de esta manera, así, en vez de coger fuerza y formar riada hasta Vila, el agua se estanca y fuerzas que se infiltre en el subsuelo». Tur va mostrando, satisfecho, fotos de terrenos anegados en la zona que avalan la eficacia del método. «Sirve aquí porque hay gota fría y luego no cae una gota durante meses, porque, donde llueve frecuentemente, se ahogaría el suelo», precisa.

Mientras Tur presenta la nueva balsa, recuerdan que, en las últimas semanas, 250 alumnos han visitado la zona para conocer los avances experimentados en los últimos años. «Ahora se ven muchas ginetas porque hemos creado madrigueras de conejos, pueden alimentarse y crear un equilibrio», destaca.

La asociación de vecinos también destina entre ocho y nueve mil euros al año para labrar y sembrar forraje en todas las propiedades, «como cebada o trigo, que no se recogen y también sirven para alimentar animales e impulsar la biodiversidad», añade. Tur recuerda también el plan de gestión forestal con el que se abrieron cortafuegos y se habilitó el camino para los camiones contraincendios. «Tenemos muy buen equipo y buenos asesores, como, ahora con la balsa, el ingeniero Andreu Vila, el biólogo Juan Calvo o Stephen Meyer de Piscinas Naturales», valora Tur.