En 'Los campos de concentración de Franco', Carlos Hernández explica por qué considera que los campos de concentración ideados por el franquismo formaban parte de la «estrategia de terror» del nuevo régimen y cómo en ellos se practicó «el exterminio colectivo», a su juicio nada improvisado. El lector pitiuso apenas encontrará referencias a la colonia penitenciaria de Formentera, donde en apenas dos años fallecieron de hambre, literalmente, 58 de sus presos. El autor detalla en esta entrevista a qué se debe esa ausencia.

¿Campo o colonia?

«En ocasiones, la diferencia entre colonia penitenciaria militarizada y campo de concentración era muy subjetiva y dependía del capricho o de una decisión puntual del mando militar de turno. En el caso de la colonia de la Savina, como sucede en la de la isla de San Simón (en la ría de Vigo), respondía, estéticamente e incluso a nivel de funcionamiento y de los prisioneros que había en su interior, a los mismos patrones de los campos de concentración. Hay casi siempre un añadido: en recintos como el de la Savina, que no tenían consideración de campos de concentración, normalmente la mayoría de los prisioneros estaban allí en calidad de presos preventivos (a la espera de juicio) o ya habían sido juzgados y condenados. Es una diferencia importantísima con los campos de concentración, donde el 100% de los reclusos no habían sido juzgados, acusados ni condenados. Una vez son juzgados y condenados, salían de los campos para cumplir las penas en prisión o ser ejecutados».

Orden y claridad

«A diferencia de otros sistemas concentracionarios, como el nazi, donde había una cierta homogeneidad en lugares como Buchenwald, Dachau o Mauthausen (en edificios, instalaciones, funcionamiento, organización y tipo de prisioneros), en el caso de España todo era más heterogéneo. En Balears, por ejemplo, había una gran arbitrariedad que procede en muchos casos de los propios mandos militares. Como toda la clasificación de los recintos penitenciarios era tan heterogénea y arbitraria, los propios oficiales y funcionarios se equivocaban. Llegaban a citar como campos de concentración edificios que oficialmente tenían una consideración totalmente diferente, por ejemplo de prisión provisional o destacamento de trabajos forzados. Uno de los objetivos de mi trabajo era poner un poco de orden en todo esto y distinguir las distintas herramientas que se emplearon durante la represión. Cuando se mezcla todo, se da alas a los negacionistas del franquismo, que hay muchos, para minimizar lo que supuso la represión. Hubo un elemento común: de los 700.000 al millón de prisioneros que pasaron por los campos de concentración españoles, ninguno había sido juzgado ni condenado. En su mayoría eran prisioneros de guerra o políticos».

¿Qué era La Savina?

« La Savina no fue un campo de concentración oficial. Fue una colonia penitenciaria dependiente de la prisión de Palma. Ni siquiera era militarizada. Las colonias penitenciarias militarizadas dependían del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Y la Savina era una colonia penitenciaria que no dependía de ese patronato. Sus presos no redimían penas. Era un apéndice de la prisión de Palma. Un apéndice extraño. La Savina fue un horror y un infierno. Pero parece que si dices que no fue un campo de concentración se minimiza el sufrimiento de los prisioneros. Para nada. Lo que sucede es que la realidad de la represión franquista es diferente a la de otros países. En la isla de San Simón sucede lo mismo: no lo cito como campo de concentración en el libro, pese a lo que se vivió allí. Hubo cárceles y otras unidades de trabajos forzados del franquismo que fueron incluso más duras que los propios campos de concentración».

¿De quién dependía?

«La Savina dependía de la Dirección General de Prisiones, no del Ejército. Hay un documento de julio de 1941, que encontré en el Archivo General Militar de Ávila y que procede de la Capitanía General de Balears, en el que se subraya esa diferencia: 'La colonia penitenciaria se estableció en los meses de agosto y septiembre de 1940 sin que en ello interviniera esta Capitanía General ni se le pidiese informe alguno'».

Lucrarse con el hambre

«En la mayoría de los campos de concentración y buena parte de las cárceles, se ha demostrado que había una corrupción generalizada. Y no sólo en la oficialidad máxima de los campos, sino incluso entre los propios guardianes. No todos lo eran, pero había una corrupción sistemática de los funcionarios y de los oficiales de esos recintos, que se lucraban a costa del sufrimiento de los prisioneros. Lo hacían de varias maneras. Primero, se quedaban con una parte del dinero que iba destinado al rancho. En otros muchos casos se ha probado que hacían el gasto de la comida para, luego, desviarla, sacarla del recinto y venderla de estraperlo para enriquecerse con esa reventa. Algunas familias tenían que sobornar a los guardianes para que la comida o ropa que llevaban a sus seres queridos se la entregaran. En la plaza de toros de Valencia, madres, esposas o hijas de prisioneros tenían que atender los requerimientos sexuales de los guardias, cuando no eran violadas directamente, para que les llegaran los alimentos».

Caquexia suena mejor

«El término caquexia (inanición) o avitaminosis como causa de la muerte que se incluye en los partes de defunción de la Savina también se utiliza en el resto de campos de concentración de España. Era una forma de encubrir que habían sido asesinatos por hambre. Aparecían en las actas de defunción como causas naturales, y eso que sucedían a hombres jóvenes. A veces incluso se tapaban así los asesinatos por un tiro en la nuca».

Alambrada natural

«Como en San Simón, se eligió la Savina porque el mar ejercía de alambrada natural. El 20 de julio de 1936, Franco envía una orden a todos los generales en la que les pide que abran campos de concentración y los construyan alejados de las poblaciones... para evitar testigos incómodos. Estaban, además, muy preocupados por el espionaje y por que se cruzara información entre los prisioneros y las personas que estaban en libertad, así como por las fugas y las conspiraciones. Primaba que los campos estuvieran en un lugar bien comunicado para que fuera sencillo el traslado de los prisioneros; en menor medida, las infraestructuras y que tuvieran saneamiento, algo que en la Savina no había».

Causas de la evacuación

«Los militares malmetieron contra la Savina porque la colonia no dependía de ellos, no porque fueran humanos. Hay un documento del Ministerio del Ejército, que data de septiembre de 1941, en el que alegan que la colonia de la Savina debía ser cerrada cuanto antes porque, precisamente, no reunía las características apropiadas: 'Esta colonia cuenta con 1.400 penados, con vistas a ser incrementados, sin más vigilancia exterior que el puesto de la Guardia Civil (rurales). Se considera indispensable un fuerte núcleo de veteranos para la vigilancia, aun siendo preferible su traslado a la Península'. La Capitanía pidió que se cerrara y se trasladaran los presos a España ante la imposibilidad de una vigilancia efectiva y también porque le preocupaba una invasión inglesa de la isla. Estos motivos fueron los que acabaron provocando su cierre, al ser aceptados por Madrid. La evacuación coincidió con el inminente desembarco aliado en el norte de África con motivo de la Operación Torch».

Estrategia del terror

«No había nada improvisado en los campos de concentración. Aquella estrategia no fue una reacción a la violencia que se produjo en la parte republicana tras la sublevación, sino que fue predeterminada y diseñada desde antes de la rebelión. Ya en el mes de abril de 1936, a tres meses del golpe de Estado, aparece una directriz del general Emilio Mola, muy reveladora, en la que se marcan las pautas para sembrar una atmósfera de terror y fusilar a toda persona que, pública o secretamente, apoyara al Frente Popular. Se diseña, además, en un momento en el que los generales creen que toda España caerá en unos pocos días y no habrá guerra. La prueba de que no fue una reacción a la violencia republicana, al contrario de lo que dicen los negacionistas que recuerdan Paracuellos, son las zonas que primero caen en manos franquistas, donde la represión es igual de brutal que las que caen en el último minuto».