Recuerdan a los dólmenes del Neolítico. Es como si hubieran evolucionado, incorporando una valla de madera, y se hubieran adaptado a la actividad agrícola del siglo XVII, época en la que se conformó la red de acequias que hoy conocemos. Los portals de feixa resultan sorprendentes para quien desconoce su historia o no se ha acostumbrado a verlos, porque parecen, simplemente, puertas rotas en campos abandonados. Y eso es, ciertamente, lo que son la mayor parte de los que aún quedan en ses Feixes de Ibiza; restos de un curioso elemento arquitectónico tras los cuales crece el cañaveral.

Antaño fueron la entrada, de piedra y argamasa encalada, a los bancales, a las tierras de cultivo, y estaban precedidas por un pequeño puente sobre el canal. Puede parecer una puerta imposible e inútil, pero lo cierto es que, de no pasar por ella, quien quisiera acceder a los huertos debía mojarse atravesando las acequias, y es de suponer que tal dificultad, aunque modesta, debía desalentar a muchos de los que pudieran considerar la posibilidad de robar unos cuantos boniatos, higos, uvas, lechugas o cualquier otro tubérculo, hortaliza o fruto de la gran variedad que llegó a cultivarse en estos campos. Algunos portales aún han evolucionado un poco más y han sido restaurados como entradas a las casas, pero han perdido su función como acceso a las huertas.

Y, a pesar de lo ya apuntado sobre la época de estos huertos ganados a las aguas salobres, hay que señalar que fue en época islámica que se crearon las primeras feixes mediante el drenaje de los humedales y prolongando, con canales artificiales, las cuencas de los principales torrentes que iban a desembocar a la bahía. Torrentes como el de sa Llavanera, es Fornàs o d'en Capità, según puede leerse en 'Vila i ses Feixes. Els camins de l'aigua', el libro publicado por el GEN (Grup d'Estudis de la Naturalesa) en el año 2009.

Origen islámico

El diseño de estos bancales, los primeros huertos, es de origen islámico, pero la red de canales que conocemos actualmente y que pervivió hasta los años 50 del siglo XX, es del siglo XVII. De hecho, el momento de máxima expansión del sistema fue a mediados del XX, cuando existían más de 140 parcelas agrícolas con una extensión de más de 600.000 metros cuadrados. Pero, a partir de entonces, el abandono de la actividad agrícola y el urbanismo sin control en aras del turismo sin cálculos, supusieron la degradación sistemática del lugar. Incluso a pesar de la importancia que, en las últimas décadas y en el mundo entero, han cobrado los humedales como reservas de diversidad biológica y áreas de invernada de avifauna migradora. A lo que en ses Feixes se suma la relevancia etnográfica y cultural de lo que ha llegado a denominarse el pulmón verde de Vila.

Es un lugar con mucha historia. Incluso criminal. En el libro editado por el GEN se hace referencia a un crimen del 6 de mayo de 1838 que tuvo como escenario ses Feixes. El mayoral de uno de estos huertos, Vicent Ramon Escandell, asesinó a tiros a su esposa, Esperança Escandell, y los carabineros lo encontraron llorando junto al cadáver. En el relato de la causa criminal, puede leerse, sobre el escenario de los hechos, que el cuerpo estaba «a cosa de diez minutos de distancia de esta ciudad, junto a un portal de cal y canto, con reja de madera, perteneciente a la feixa propia de Miguel Nadal que se halla a mano derecha de camino llamado el segundo puntet, calificado a la orilla del mismo camino». La pistola de pedernal con la que se había cometido el crimen fue hallada, enterrada en la feixa, un mes después.

Mar de puertas

Casi tres décadas más tarde, el archiduque Luís Salvador de Austria visitó Eivissa, dibujó los portales de cal y canto y escribió de ellos: «Es bien curioso el aspecto que confiere al paisaje este mar de puertas, por mor del contraste del blanco de las piedras con el ufano verde de las plantas». Pero más chocante es la descripción que ofrece el valenciano Víctor Navarro, en 1901, en su obra 'Costumbres en las Pithiusas', en el que, en buena medida, se basó Blasco Ibáñez para escribir su polémica novela 'Los muertos mandan', que tan mala acogida tuvo en la isla por lo que de sus costumbres salvajes contaba. Dice Navarro que «el efecto que produce al viajero que por primera vez ve desde lejos el Prat de ses Monges, con aquella gran cantidad de marcos formados por montantes y dinteles de una blancura sorprendente, plantados en medio del campo, sin estar unidos a ninguna tapia o valla, ni cerrados aparentemente por ninguna puerta, es que se tiene a la vista un gran cementerio, cuyos monumentos pertenecen todos al estilo egipcio; y cuando se contempla de cerca , y se comprende el motivo por el cual han sido construidos, al punto le acude a la mente la reflexión de que sí, de que puede ser útil ponerle puertas al campo».

Resulta remarcable como los portals de feixa, únicos en el mundo, llamaron la atención de todos los viajeros que visitaron la isla y quedaron, así, descritos en libros y diarios de viajes. Como remarcable resulta también el abandono en el que se halla el conjunto de ses Feixes a pesar de sus valores.