Pepe Aranda recuerda el relato familiar de su propio nacimiento para explicar su amor incondicional por los perros. Su madre, que dio a luz en el hogar, siempre se quejaba de que la mascota de la familia, Jubilón, le vio la cara antes que ella, ya que se coló en la habitación en pleno parto. Aun así, comprende que haya propietarios reacios a aceptar inquilinos con perros, por lo que siempre repite el mismo mensaje a los trabajadores que vienen a hacer la temporada a Ibiza y que le piden consejo: «Les intento convencer de que dejen el perro en su tierra a cargo de un familiar o en alguna residencia, porque les saldrá más barato que aquí».

Aranda regenta desde hace 30 años el centro de protección animal Can Dog, donde ahora mismo se encargan de 250 perros. De hecho, han tenido que destinar el espacio que antes dedicaban a caballos o a otras especies a albergar a toda la cabaña canina. «Cada vez hay más y es más difícil para los trabajadores encontrar alquiler con mascota, es nuestro gran problema y ha ido a más en los últimos años», señala.

Este incremento también lo han notado en el otro gran centro privado de la isla, Can Gossos, puesto en marcha en Sant Rafel hace menos de dos años. «Cada vez es más complicado porque se van llenando las perreras de Ibiza por las cesiones de gente que no puede tener su perro», apunta su responsable, Jesús Plata. «Y la mayoría de los que nos llegan es porque no se permiten mascotas en el piso», añade.

Por ello, estas entidades van a promover una campaña de concienciación «para que la gente que alquila pisos o casas acepten mascotas y consigan unas condiciones que deban cumplir los propietarios», explica Plata. «Encontrar vivienda ya es un problema general, pero se agrava muchísimo más para quien tiene perro», sentencia.

Pepe Aranda apuesta porque «se busque alguna solución, porque es injusto y muy duro para los que tienen mascota, pero hay que pensar también en los propietarios de pisos que se tienen que hacer cargo de los destrozos». «Sería ideal comprometerse con actas notariales, que recojan detalladamente cómo se encuentra la vivienda cuando entra el inquilino y que luego asuma los gastos si ha habido algún desperfecto». No obstante, también advierte de que «con los sueldos que se ganan hoy en día, poco podrán hacer los trabajadores si se quedan con lo justo para vivir y, como mucho, ahorrar un 20% del salario durante la temporada».

Avalancha en mayo

Aranda prevé que en mayo empezará a llegar la gran demanda de trabajadores de temporada que acudan a Can Dog en busca de una solución. «Hay gente que paga la tasa de cesión y lo trae para que se dé en adopción, porque necesita el trabajo y no puede seguir con el perro, pero hay otros que se vuelven a su tierra porque no quieren deshacerse de él».

Otra opción es hacer uso del servicio de hotel para perros. «Hacemos un precio especial en estos casos, pero el mínimo que podemos cobrar es diez euros al día con todos los cuidados». Los amos pueden pasar siempre que quieran por el centro para estar con sus perros, pasearlos o hacer uso de la piscina o de la barbacoa.

Roberto Papaccio es uno de estos propietarios que empieza a desesperarse por no encontrar un sitio donde vivir con sus dos bóxers. Había vivido con ellos sin problemas desde «el 10 de marzo de 2010», cuando nacieron los cachorros, pero ahora hace un año que se ve obligado a buscar una casa, «y no hay manera de poder vivir con los perros».

Así, Papaccio ha tenido que dejar los bóxers en el terreno de un amigo en Cala Salada, pero echa de menos compartir su casa con ellos. De hecho, recuerda que se quedó a vivir en Ibiza debido a la madre de sus dos perros. «Yo vivía en Londres cuando encontré a la perra aquí en 2004». «De vuelta a Inglaterra, debía cumplir una cuarentena para poder entrar, así que, para no dejarla en la calle, cambié mi vida completamente y me instalé en Ibiza», se resigna.