«Incertidumbre». Es la palabra con la que Ana Gordillo, presidenta de la Federación Hotelera pitiusa, resume el estado emocional de los empresarios del sector. «Sólo hay que ver el sarao que tienen montado en su Parlamento», arguye. Esa inquietud provoca que no sepan a qué atenerse a escasas semanas del inicio de la temporada. Las informaciones sobre la situación de las reservas y ventas desde ese mercado varían según el día, dependiendo de si Theresa May se levanta con el pie izquierdo o el derecho o si en la Cámara de los Comunes se la lían (o no) parda.

En estas condiciones, saber si la temporada irá bien, mal o regular es mera conjetura. «Entiendo que pueda haber bajadas. Y si las hay será por la inseguridad que se está creando, pues nadie sabe hacia dónde vamos», indica Gordillo, que, no obstante, dice que «parece que esta temporada está, entre comillas, salvada. La preocupación no es tanto por este verano, sino por los siguientes».

De la lógica, de algunas noticias y de algunos indicadores se pueden sacar conclusiones según el ánimo con el que uno se levante ese día: «Pero lo cierto es que no sabemos, ni los británicos saben, qué ocurrirá. Hay una inseguridad total en el ambiente». Por ejemplo, «parece que, desde enero, las ventas en el mercado británico han comenzado a funcionar bien». Pero eso depende del barrio: no todos los hoteles lo tienen claro al respecto y los que sí lo tienen es porque están bajando sus precios bajo la presión de los turoperadores.

De hecho, Carlos Ruiz, consejero adjunto de la Oficina de Turismo de Londres, que es una especie de oráculo de Delfos para los empresarios del sector, aseguró el pasado martes ante responsables de la Confederación de Empresarios de Balears (CAEB) que pintan bastos: prevé caídas hasta del 8% del mercado británico.

El ibicenco José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB, participó en esa reunión: «Ruiz ofreció datos muy contradictorios: buenos y malos al mismo tiempo. Por ejemplo, dijo que, con turoperación, la temporada de verano iba por debajo de la de 2018. Pero al mismo tiempo señaló que se incrementaba más de un 3% la previsión de vuelos desde el Reino Unido, lo cual no quiere decir que no los puedan cancelar si no venden paquetes». Roselló pidió los datos concretos al representante de la Oficina de Turismo en Londres. Sin éxito: «No me los dio, quizás porque cambian cada día y no se atreven a darlos, no sea que se haga una utilización indebida. No hay datos fiables realmente».

«Maremágnum de confusión»

«Maremágnum de confusión»

En cualquier caso, Roselló, que también es hotelero, admite que no va a ser un año fácil: «Vamos por debajo de 2018 y está costando vender». Igual que Gordillo, sostiene que «hay un maremágnum de noticias muy confusas. No se puede sacar una conclusión clara de por dónde van las cosas». Todo cambia en cuestión de días, incluso de horas, aunque la jornada decisiva podría ser el 29 de marzo, dentro de una semana.

«Y para contribuir a esos datos confusos cabe preguntarse si afecta el brexit a la economía británica. Pues parece que no -explica Roselló-. Su tasa de paro es del 4%. Y descendiendo. Están mejor que en la zona euro».

«La única conclusión clara -insiste- es que vamos algo por debajo del año pasado y que está costando vender a los turoperadores, que, al mismo tiempo, prevén un aumento de vuelos». Un lío. Y eso en un mercado en el que la venta directa supone la mitad de las reservas. El peligro es la facilidad con la que se cancelan: los empresarios calculan que del 50 al 60% no llegan a completar el pago, lo que les crea unos rotos considerables en sus previsiones.

Tampoco consuelan (ni cuelan ya) los discursos del cónsul en Balears y del embajador británico, Lloyd Milen y Simon Manley, respectivamente. Manley, que también se reunió el martes con empresarios baleares, ofreció el mismo argumentario (calcado) que Millen dio en Ibiza hace un par de meses. Su optimismo sin pruebas objetivas empieza a poner nerviosos a los hoteleros: «El cónsul y el embajador hacen de la necesidad virtud. Realmente no saben en qué situación quedará su país, pues todas las opciones están abiertas. No dicen mentiras, pero tampoco está claro que las cosas vayan a ir por como ellos desean».

Desaceleración, no recesión

Desaceleración, no recesión

Roselló advierte, no obstante, que no hay que ser melodramáticos: «A veces, la situación se pinta con tintes demasiado pesimistas. En la economía, hay una desaceleración, no una recesión. Y es cierto que hay mercados como el turco o el egipcio que están recuperando fuerza. Captan turismo, pero su peso en camas no es tan grande como el nuestro. No hay que verlo de una manera tan negativa. En capacidad de oferta, España, Balears e Ibiza somos más importantes».

Aun así, «arañarán mercado, aunque no nos lo desbaratará. Habrá turbulencias, pero no una situación dramática».

Más dramático puede ser un brexit a cara de perro: «En estos momentos, como no se sabe nada, todo sigue en peligro si hubiera una ruptura catastrófica: el tráfico aéreo, los visados... Un posible crack en su economía es improbable, pero podría ocurrir, como la devaluación de la libra», alerta.