Su abuelo era guardia civil y eso fue definitivo para que Bernardo Martín Cardona también lo fuera. El trabajo le gustaba y pudo optar a una de las plazas reservadas a familiares del cuerpo en la Academia de la Guardia Civil de Baeza .

Martín llegó a Ibiza con sus padres con apenas nueve años, así que cuando en 1994 terminó la formación en la Academia fue sencillo volver a la isla. «Me destinaron a Sant Antoni», relata, algo que no fue complicado ya que por entonces, como ahora, «no había muchos voluntarios dispuestos a vivir aquí», continúa. De Sant Antoni se trasladó al puesto de Sant Joan, donde estuvo desde 2004 a 2007, de allí viajó a Lanzarote, donde prestó servicio durante 1o años. Pero Ibiza le seguía tirando, así que volvió al puesto auxiliar de Sant Joan como comandante en 2017.

Para el cabo Martín, lo mejor de su trabajo es la variedad. «No existe la monotonía», apunta. Por contra, lo que menos le gusta es estar entre los papeles que exige la burocracia, algo que sobrelleva por un bien mayor: «El apoyo al ciudadano, que es la misión principal de la Guardia Civil», asevera.

Un puesto rural como el de Sant Joan realiza infinidad de labores de apoyo a otras especialidades de la Guardia Civil, como son el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), fiscal, tráfico o policía judicial. De ahí derivan todas las funciones que se acometen en el día a día desde este puesto rural, entre los que destacan la seguridad ciudadana, la recogida de denuncias, la investigación de delitos, el orden público, la vigilancia del tráfico, el control de horarios o la detención de delincuentes, entre otros muchos.

Un trabajo que, a pesar de la aparente tranquilidad, exige estar siempre atento. Para el cabo Martín, uno de los momentos más críticos es cuando hay que dar el alto a alguien. «Aunque tomamos todas las medidas de seguridad necesarias, nunca sabes con quién te puedes topar», recalca. Para ello, la experiencia es la mejor escuela, ya que asegura que en la Academia les enseñan mucha teoría, pero es con el tiempo cuando se va ganando en seguridad.

Así que por muchos años de servicio, el miedo nunca desaparece. «Claro que tengo miedo, pero eso no significa que me paralice o no esté a la altura. Los guardias civiles estamos preparados para todo», dice tajantemente. Además, recuerda que la Guardia Civil es el único cuerpo de las fuerzas de seguridad que cuenta con disciplina militar.

El cabo Martín tiene la suerte de que, en su destino, el índice de delincuencia es bajo comparado con otros municipios de la isla, aunque con el verano se incrementan los robos y hurtos en propiedades.

A lo largo de su carrera, Bernardo Martín se ha encontrado con multitud de casos curiosos, pero ninguno tanto como cuando le llamaron porque se habían escapado dos bisontes y estaban dificultando el tráfico en una carretera de Lanzarote. También ha tenido que asistir a hechos trágicos. Entre todos, el momento más triste fue cuando le avisaron de un suicidio y resultó que la persona fallecida era un amigo suyo.