En estos momentos, en la torre del aeropuerto de Ibiza hay una única mujer controladora aérea. Esa única mujer es Beatriz González López, abulense de 25 años de edad con una auténtica pasión por la aviación que hace apenas una semana contagió a las 70 niñas de entre 12 y 14 años de Sant Antoni que asistieron a la jornada 'Niñas sin límites, protagonistas del futuro', organizada por la Fundación Inspiring Girls y el Ayuntamiento de Sant Antoni.

«Desde niña ya me llamaba mucho la atención todo lo relacionado con la aviación y con el espacio», comenta González, que recuerda perfectamente la primera vez que comenzó a tener conciencia de lo que era el tráfico aéreo y de que existían los controladores. Tenía «unos siete u ocho años» y estaba con su familia en uno de los primeros aviones en los que se montaba. Vio las aeronaves y comenzó a pensar en cómo se organizaban para no tener problemas. Preguntó y uno de sus hermanos mayores -«nos llevamos bastantes años, creo que ya estaba en la universidad»- le explicó de forma comprensible en qué consistía. Desde ese momento y hasta que llegó a Bachillerato no dejó de darle vueltas a la idea de ser controladora aérea. Tenía el plan claro: estudiar Ingeniería Aeroespacial para, después, poder hacer unas oposiciones e ingresar en una de las torres de control.

Formación y primer destino

Formación y primer destino

Cuando llegó la hora de la verdad, sin embargo, estas cábalas se desmontaron. Beatriz aún estaba en el instituto cuando se celebraron oposiciones para control aéreo, al mismo tiempo que se empezaban a privatizar algunas torres, lo que le generó cierta «incertumbre», ya que para acceder a éstas era necesario tener el Bachillerato y superar una prueba de selección. «No sabía muy bien qué hacer», recuerda. Pero entonces descubrió un ciclo formativo nuevo sobre Gestión y operación de transporte aéreo. «Eran cuatro años, los dos primeros comunes sobre ingeniería y navegación y en los dos últimos ya te especializabas en control aéreo o pilotaje. Era el primer año que se hacía y me parecía algo arriesgado, pero era una formación muy completa», explica González, que, finalmente, se matriculó.

Ibiza es su primer destino después de acabar la formación y le encanta. «Es una torre muy completa y en la que se puede aprender mucho», comenta la controladora aérea, que destaca que se trata de un aeropuerto con una única pista y con un fuerte componente estacional: «En verano hacemos unos 500 movimientos al día y en invierno, entre 80 y 90». González reconoce que el de controlador aéreo es un trabajo «de una gran responsabilidad» y en el que es necesario estar «muy concentrada». «Debes tener muy claro en todo momento lo que tienes que controlar, mantener la calma y, sobre todo, es muy importante saber pedir ayuda si la situación te supera», insiste. En verano, explica, cada controlador puede llevar al mismo tiempo a 14 aviones. En la torre se emplean dos idiomas: el inglés y el castellano. Aunque éste se usa poco, sólo en invierno y cuando todos los aviones son españoles. En el momento en el que uno solo de ellos no es del país, todas las comunicaciones se pasan a hacer en inglés.

Tanto en su formación como en el trabajo Beatriz González se ha topado con bastantes más hombres que mujeres: «Poco a poco se va igualando. En la carrera éramos dos o tres chicas, pero en la torre de Ibiza hemos llegado a ser cuatro. Ahora sólo estoy yo y una controladora que está en formación». En la torre de Ibiza trabajan una quincena de controladores, detalla. «He tenido suerte, en ningún momento me han dicho que este trabajo era de hombres», señala.

Desde FerroNats, la empresa que gestiona la torre de control de Ibiza, señalan que cada vez hay más mujeres en este sector. Son mujeres uno de cada tres jefes de torre de control, también 40 de los 125 controladores aéreos que trabajan en la empresa y la mitad del personal técnico de estas instalaciones. En algunas torres, incluso, hay paridad total, indican desde la empresa para la que trabaja Beatriz González que, por el momento, está encantada en Ibiza. «Es un destino muy dinámico, nunca es igual, tampoco se repiten las situaciones», indica. Eso sí, a largo plazo le gustaría presentarse a unas oposiciones y conseguir una de las plazas públicas, donde le gustaría desarrollar uno de los aspectos que más le atrae de su trabajo, lo que se conoce como «aproximación y ruta».