No hay imagen que transporte mejor a uno al Mediterráneo que un llaüt, a ser posible de madera, blanco y dedicado a la pesca. La barca tradicional de Balears es aún usada para la pesca artesanal y se ha convertido en embarcación de recreo, una idílica estampa de días marineros, pero los llaüts, muy versátiles, también han sido empleados para el contrabando, para huir a Argelia, como barcos correo o barcos de línea entre las Pitiüses y para ejercer el corsarismo y la piratería. Algunos hicieron el servicio de transporte de mercaderías entre sa Cala y Vila, cuando era más fácil la vía marítima que coger carro y camino a la ciudad, otros trajeron patatas de Cartagena y una de estas embarcaciones sirvió al criminal conocido como Baló para huir a Argelia tras intentar matar a su padre. Hubo llaüts que trasladaron hielo y nieve, procedente de la Serra de Tramuntana, desde Mallorca al resto de las islas, y uno llamado 'San Fernando y San Antonio', de seis toneladas, una tripulación de 26 hombres y con base en Maó, practicó el corso por costas de Córcega, Génova y la Toscana.

Estos dos últimos datos son del libro 'El llaüt. La barca de la Mediterrànea', de los mallorquines Bartomeu Homar y Bernat Oliver, en el que nos explican la evolución de esta embarcación desde sus orígenes en una Edad Media en la que la variedad de toda la flota existente era remarcable, hasta la actualidad, donde los llaüts se han convertido, mayoritariamente, en embarcaciones para el ocio y en reclamos turísticos, la imagen más romántica de las islas.

El llaüt era originariamente una barca auxiliar de embarcaciones de mayor eslora y calado, de la misma forma que en tiempos de contrabando también sirvieron para acercar a la costa las mercancías que llegaban en barcas más grandes. La novela 'Tirant lo Blanch', de Joanot Martorell y del siglo XV, es tal vez la primera obra literaria en la que se menciona el llaüt, y en ella aparece reseñado como barca auxiliar y como embarcación pesquera. En sus comienzos, ningún llaüt debía medir más de doce metros, pero lo cierto es que, a pesar de que la imagen típica es la de una pequeña barca pesquera, la eslora no es una de las características invariables de este tipo de barcos y los tamaños en los que se han construido han sido bien variados.

La rapidez y la manejabilidad, así como el uso de la vela latina, sí han caracterizado siempre a los llaüts. Y por ello, de hecho, fueron habitualmente escogidos para transportar nieve y como correo urgente. Curiosamente, las empresas que hoy en día alquilan o venden llaüts para la navegacion recreativa los promocionan como barcos que «no son para ir rápido sino para disfrutar navegando», muy adecuados para travesías «tranquilas».

En cuanto a la forma, en el libro de Homar y Oliver se resume bien su evolución en la siguiente frase: «Los motores impusieron unas formas más parecidas a las de las lanchas, más parecidas a la 'caja de zapatos' que a la 'hoja de laurel', que durante años y años había sido el modelo de inspiración de los llaüts». Más allá de los cambios en sus funciones, la auténtica transformación fue, efectivamente, la introducción del motor a principios de los años 20. Y, sin embargo, en 'El llaüt. La barca de la Mediterrànea' puede leerse que la vela, los remos y el motor convivieron en igualdad durante muchas décadas debido a la resistencia de los armadores a realizar el cambio, a que aún solían ser motores aparatosos y poco prácticos y a que las penurias económicas derivadas de la Guerra Civil no permitían grandes dispendios en tecnología. Pero, poco a poco, los llaüts se redondearon y reforzaron para sostener motores cada vez más potentes. El llaüt ya no necesitó tener forma de hoja de laurel para navegar rápido, así que engordó. La otra gran transformación no llegaría hasta los años 60 del siglo XX, cuando se empezó a usar la fibra en la construcción naval. Según Homar y Oliver, la primera embarcación de poliéster se registró en la Comandancia de Marina de Balears en el año 1965.

Y la forma, por cierto, es también responsable del nombre, ya que, aunque pueda parecer una explicación tan obvia como inverosímil, parece cierto que el llaüt fue bautizado como tal por cierta similitud con el instrumento denominado laúd. El parecido explica, además, que existan, en otros lugares del mundo, barcos de tipo bien distinto que también reciben nombres derivados de la palabra árabe que identifica a esta suerte de guitarra. Por otra parte, también se pueden encontrar, en otras zonas mediterráneas, barcas muy similares a la tradicional balear, incluso con la misma simbología de romanticismo marinero. Es el caso del gozzo de Liguria o el pointu de la costa mediterránea francesa.

Aún cabría destacar otra característica que identifica a un tradicional llaüt de las islas, y es su prominente roda, la pieza vertical que , surgiendo de la quilla, despunta en la proa y que recibe nombres como capellet, cap de mort o capirot.

Un nao ligada a su caseta

De hoja de laurel a caja de zapatos, la nao del Mediterráneo está íntimamente relacionada con su caja, es decir, con las casetas varadero ('varadors' o 'escars') que se encuentran diseminadas por la costa de todo el archipiélago y que completan la estampa marinera. Los conjuntos de estos varaderos han dado lugar a algunos topónimos como la punta des Llaüts, en Pou des Lleó, es racó des Llaüts, en cala Mestella, o ses cases des Llaüts de Cala d'Hort.

Los pequeños 'llaüts', así como las humildes embarcaciones de marineros ibicencos, han ido relegándose a los amarres más discretos de los puertos de Balears, desplazados por las lanchas que mejor encarnan el lujo y toda una serie de catamaranes de empresas de chárter náutico, que dan más dinero que la pesca. Sólo unos pocos 'llaüts', tal vez los más vistosos, mantienen amarres en lugares destacados de los puertos de las islas; con ellos se potencia el símbolo, la imagen más romántica de las islas mediterráneas.