La sangre, oscura casi burdeos, circula por una cánula transparente. Pasa por una membrana. Recibe oxígeno. Y regresa, roja y brillante, al cuerpo del paciente. Es lo que harían los pulmones. Y es lo que hace la circulación extracorpórea (ECMO). «Sustituye a los pulmones y, en algunos casos, al corazón», indica Gaspar Tuero, intensivista del Hospital Can Misses y uno de los médicos, junto a Néstor González, que ha participado de forma más intensa en los dos traslados aéreos de pacientes que han necesitado este pulmón externo, realizados esta semana desde el hospital ibicenco. No es una técnica usual, ni siquiera en los centros sanitarios más grandes, por eso los profesionales de Can Misses insisten en que estos dos traslados en menos de 48 horas ha sido «una casualidad». «El próximo nos tocará dentro de 200 años», bromea el doctor Tuero. (Mira aquí todas las imágenes)

La sangre se toma desde «una de las venas cavas», donde se encuentra ya sin oxígeno, y se extrae del cuerpo, a la altura del cuello, a través de una cánula que puede tener, aproximadamente, «el diámetro de una manguera de jardín». Tuero destaca la importancia de medir los vasos, ya que, cuanto más ancha pueda ser esa cánula, mejor se oxigena la sangre. Tras pasar por el pulmón artificial, una bomba la devuelve de nuevo al cuerpo a través de un tubo parecido que llega al muslo. «Si la circulación va de vena a vena sustituimos al pulmón, pero si va de vena a arteria hace la función tanto del pulmón como del corazón», apunta Tuero, que señala que los de estos días han sido «un caso de cada».

Preparar el traslado

En el primer caso, el paciente, un hombre joven, tenía una enfermedad pulmonar severa. En estos casos se suele intubar al paciente «para que no tenga sensación de ahogo» y se le aplica ventilación mecánica cuidando mucho la presión: «La idea es ganar un poco de superficie de pulmón para que se pueda hacer el intercambio de oxígeno por dióxido de carbono, pero haciendo una ventilación protectora para oxigenar las partes sanas sin lesionarlas más». En este caso, además, se colocó al paciente en posición de prono, es decir, boca abajo: «Está comprobado que sirve para mejorar la oxigenación, pero se hace sólo en pacientes muy afectados». Al cabo de un par de horas, sin embargo, los médicos decidieron solicitar la ECMO y el traslado. «Había que conectarlo a la máquina y hacer así el traslado. No era posible desconectarlo y moverlo», apunta.

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Traslados aéreos de pacientes con un pulmón externo en Ibiza

En un primer momento llamaron a Mallorca, a Son Espases, pero no había posibilidad de llevarlo allí porque no había camas disponibles, así que decidieron llamar a Vall d'Hebron, Barcelona, donde aceptaron el traslado. Pasaban de las doce del mediodía y se ponía en marcha un proceso «mucho más complicado» y con más horas de teléfono que el de una donación de órganos, indica el coordinador de Trasplantes e intensivista, Eduardo Escudero.

«Es muy complejo», coincide Ángel Crespo, responsable del 061 en las Pitiusas, que insiste en la importancia de la coordinación. Deben saber cuándo recoger a los profesionales que llegan al aeropuerto, tramitar a toda velocidad los permisos para, si es de noche, abrir el aeródromo, las ambulancias que son necesarias para el traslado,buscar un transporte aéreo alternativo en el caso de que el avión del Ib-Salut se quede pequeño, alertar a los cuerpos de seguridad necesarios para escoltar a los sanitarios y al paciente en el regreso al aeropuerto... De hecho, los médicos destacan este «trabajo tremendo» de coordinación.

A las once de la noche llegaban a Can Misses dos intensivistas y dos enfermeras de UCI de Vall d'Hebron. Antes de eso, el personal de Ibiza se encargó de preparar al paciente para que estos profesionales lo conectaran al pulmón externo. «Era la primera vez que se hacía en adultos», indica Tuero, que señala que sí se había llevado a cabo en niños. El médico de Can Misses reconoce que se trata de una técnica «discutida», ya que no siempre salva a los pacientes y, en estos casos, aplaza un final inevitable. «A partir de la gripe de 2009 se hicieron unos estudios que demostraron que era beneficioso para los pacientes y a partir de 2010 y 2011 se produjo una explosión de esta técnica», explica antes de matizar que Son Espases aplica esta técnica desde hace alrededor de un año. «No cura, pero da tiempo para que la infección se vaya curando. Se aplica sólo a pacientes muy escogidos, con una inflamación de pulmón, cuadros asmáticos muy severos o pacientes que están a la espera de un trasplante, para intentar llegar hasta la donación».

Antes de esta semana no se había hecho ningún traslado con circulación extracorpórea «porque logísticamente era muy complicado». Además, en este caso se trataba de un «paciente ideal», según comprobaron los profesionales de Vall d'Hebron con las pruebas que le enviaron desde Eivissa antes de aceptar el caso. Desde las once de la noche hasta las dos de la mañana, los intensivistas venidos de Barcelona colocaron las cánulas al paciente sin moverlo del box de la UCI en el que estaba ingresado.

Intervención en el box de UCI

«Tiene casi la misma luz que un quirófano», apunta Escudero. Las dos enfermeras se encargaron de montar y manejar todo el aparataje. A su alrededor, en ese espacio, personal de la UCI de Can Misses les asistió en todo lo que pudo. Para poder atender a los pacientes ingresados y, al mismo tiempo, a la operación, hacían falta más profesionales. Muchos de ellos, destaca Escudero, se quedaron o acudieron de forma voluntaria. «Cuando se conecta la máquina vas viendo cómo sale sangre oscura y se vuelve roja. Un paciente que no oxigenaba tiene, de repente, una oxigenación normal», detalla Tuero, que confiesa que esta intervención es «arriesgada», ya que hay peligro de sangrado y puede entrar aire que iría directo al corazón. «Se cuenta fácil, pero tiene mucha complicación. Es espectacular ver trabajar a estos profesionales, tienen una coordinación perfecta. Es gente puntera en lo que hace, tienen muy buena disposición para venir aquí y es muy fácil trabajar con ellos», reflexiona Tuero, que insiste, también, en la complejidad de preparar al paciente para el traslado, ya que hay que movilizarlo con el respirador, la máquina, el motor y la membrana, «que es muy compacta y va a los pies del paciente». Y controlando que no se desplace ninguna cánula ni mientras se mueve en la camilla ni al subir a la ambulancia o, más tarde, al avión medicalizado con el que llegó al hospital Vall d'Hebron.

En ese traslado el personal del 061 ya vio que el avión medicalizado del Ib-Salut iba bien, pero algo justo, por eso, para el segundo traslado con circulación extracorpórea, que se llevó a cabo apenas un día después del primero, se buscó otra alternativa: el avión del Servicio Aéreo de Rescate (SAR). «El personal y todo el material, incluyendo las bombas de perfusión [para administrar medicamentos] no cabían en el avión», comenta el coordinador del 061.

«Es excepcional haber hecho dos traslados con ECMO en tan poco tiempo. Lo sería, incluso, para un hospital grande», comenta Gaspar Tuero, que confiesa que cuando llamaron a Son Espases para solicitar el segundo no les creían. Por unos instantes pensaron que se trataba de una broma, reconocen los dos intensivistas.

Avión del SAR

Este segundo caso, explica Tuero, era diferente porque la paciente tenía, además, un problema cardíaco que provocaba que su corazón no bombeara la suficiente sangre como para garantizar el correcto funcionamiento de los órganos. En Son Espases seguían sin camas disponibles, así que tuvieron que llamar al Hospital de Bellvitge, también en Barcelona: «Vall d'Hebron se encarga de las ECMO pulmonares y Bellvitge de las cardíacas», justifica el médico de la UCI ibicenca. Estos médicos, sin embargo, no podían desplazarse a Eivissa, así que llamaron de nuevo a Mallorca. Finalmente, un equipo de Son Espases (un cirujano cardíaco, un intensivista y una perfusionista) aterrizó en Ibiza y se hizo cargo de la canulación de la paciente, de conectar su riego sanguíneo a la membrana y de acompañarla hasta Bellvitge, donde ya se han hecho cargo de su caso, para el que se utilizó el avión del SAR.

«Era imposible meter todas las máquinas, a la paciente y a los médicos en el avión del 061», indica Tuero. «Entre ellas, diez bombas de perfusión, muy pocas veces ponemos tantas», apunta Escudero, que recuerda que fueron necesarias dos ambulancias para transportar todo el material. «Llenaría una furgoneta», afirma Escudero, que destaca que este traslado fue «el primero de España» de un paciente «con balón de contrapulsación» [un balón alargado, de látex, que se coloca en la aorta, junto al corazón, para facilitar que bombee].

Ángel Crespo señala que aún hay que «estandarizar» este tipo de traslados, en los que intervienen decenas de personas. «Todo el mundo se implica muchísimo porque sabe que son pacientes críticos», indica antes de comenzar a enumerar algunos de los profesionales que intervienen: teleoperadores, médicos, personal de enfermería, personal del centro coordinador, directivos, trabajadores del aeropuerto, técnicos de emergencias, integrantes de los cuerpos de seguridad...

«No somos expertos en esto», señala Tuero, que recuerda que cuando él cursaba la residencia este tipo de traslados «no se hacían». «Lo conocíamos a nivel teórico», apunta. «Ha sido una experiencia muy interesante que esperamos que ayude a los pacientes, que es para lo que se hace, pero haber vivido dos casos tan seguidos no nos convierte en expertos», insiste el intensivista.