Para Javier Urra, la sobreprotección «incapacita» y crea niños y niñas, adolescentes y adultos, «indefensos». Alerta de que, en la actualidad, los padres protegen «en exceso» y cree que eso está relacionado con «muchas angustias y miedos» de los progenitores, así como con la creencia de que, al tener hijos, tienes que «hacerlo todo bien». Y reivindica que para la vida es esencial «educar en el esfuerzo, en la austeridad, en el compartir». «Si hacemos niños sobreprotegidos, quejicosos, indefensos y con poca autonomía, cuando la vida les abofetee, que les va a abofetear varias veces, se quebrarán», dice.

Urra abre hoy la décima edición del ciclo de conferencias 'La aventura de educar en familia', que organiza el Ayuntamiento de Santa Eulària y que, precisamente, inauguró él en 2010. Si entonces habló de 'El bello arte de educar', en esta ocasión su charla lleva por nombre 'Déjale crecer o tu hijo en vez de ser un árbol fuerte será un bonsái', que a su vez es el título del libro que publicó en octubre de 2018.

Durante su intervención, el experto hablará sobre la sobreprotección, pero también tocará otros temas. «La conferencia irá más allá; tampoco quiero que aunque coincida, parezca que voy a hablar del libro», aclara días antes, en conversación telefónica. Así, abordará el contacto con la naturaleza que los jóvenes «han perdido»; la salud y la salud mental; la espiritualidad «más allá de la religiosidad», entendida «como un criterio de esencia de vida»; el sentido del humor «como algo absolutamente fundamental para la persona» -«hay que desconfiar de quien no tiene sentido del humor o no se ríe de sí mismo», subraya-; el deporte; la corrupción «y también la gente que es honesta», o la hipocresía social.

«La conferencia dará para muchos temas, para muchos ángulos de lo que es la vida», avanzó Urra, quien resaltó que intentará que sea «muy amena, en algún momento divertida, pero basada en la ciencia, en la evidencia, en las pruebas y en el conocimiento».

Claves para educar para la vida

Urra explica que algunas de «las claves» que daría a los padres y madres para educar a sus hijos para la vida serían: transmitir que les quieren; generarles curiosidad; crear un ambiente de simpatía, con sentido del humor, de compartir sonrisas; salir a la naturaleza; practicar deportes; desarrollar algo artístico, «lo que les guste, pintura, música, ballet»; saber perdonar y perdonarse, y agradecer y ser agradecidos.

En su opinión, sobreproteger no es educar y pone el acento en que los padres nunca podrán evitar el dolor de sus hijos. «La vida es manejarse con la incertidumbre, con la duda, con los dilemas. Eso hay que transmitírselo a los niños, a los jóvenes», comenta.

Urra apunta que la sobreprotección genera indefensión y dependencia. «Si tú tienes a una persona que siempre te dice lo que tienes que hacer, te da el visto bueno o te evita peligros, siempre la mirarás», señala y agrega que «en algún momento de la vida» deberás tomar tus propias decisiones.

Incide en que, por ejemplo, esa sobreprotección tiene consecuencias sobre que los chavales tengan «ciertas dificultades» para defenderse, no acepten un «no» por respuesta o no sean asertivos y plantea ejemplos en sendos escenarios relacionados con el acoso escolar, las relaciones de pareja o la presión del grupo.

«En el acoso escolar la culpa es del agresor, sin duda. La víctima no es culpable nunca», dice. «Pero no siendo culpable, a veces haber sobreprotegido a un niño le incapacita para tener algunas habilidades sociales como hablar con otros niños o formarse un grupo de apoyo. Por tanto, la sobreprotección hace que tenga ciertas dificultades para defenderse», comenta.

En cuanto a las relaciones de pareja y la violencia de género, cuestiona si un niño a quien nunca han dicho que no aceptará una negativa de su pareja cuando crezca. «¿Va a admitir que su pareja le diga que no? Por tanto, ¿usted cree que la sobreprotección genera chicos que es muy difícil que acepten la frustración tras una ruptura de pareja? Yo sí lo creo», sostiene.

E incide en que hay que educar en la ruptura. «El 75% de los jóvenes que se una en pareja se separará. Pero no se les está educando para la ruptura», afirma y agrega que se debe educar también a los varones «para ponerse en el lugar del otro, saber qué siente. Pero no se trata de hablar sino de actuar».

«Imagina un chaval que no tiene asertividad y hace lo que dice la presión del grupo. Está en riesgo porque como el grupo diga: 'Vamos a hacérnoslo con esa niña o vamos a robar ese coche', él irá, pues con 17 años es muy difícil decirle a un grupo de compañeros: 'No, yo no lo voy a hacer'», dice Urra, que apostilla que llegar a tomar esa decisión de no a participar tiene que estar «muy educado de antes».

Angustias y miedos de los padres

Angustias y miedos de los padres

Pese a todas esas posibles consecuencias, los padres sobreprotegen a sus hijos, y lo hacen por sus propias «angustias y miedos», una situación que, según el experto, no era así décadas atrás. «Antes los padres traían a sus hijos al mundo y ya estaba; esperaban que se les diera las gracias», señala y añade que además tenían «cinco o seis hijos» e incluso podía ocurrir que varios murieran, lo que era «aceptado perfectamente por la sociedad».

En cambio, ahora «hay padres muy mayores» y es difícil que tengan un segundo hijo. Además, «los niños se han convertido en un tesoro», resalta y aporta un dato: «España e Italia son los países del mundo con menos natalidad». Y a ello se suma que «hay una hiperresponsabilidad de ser padre»: «Que el niño tiene mocos, al pediatra», señala como ejemplo y apostilla: «Pero si tiene mocos, déjale, está resfriado, ya se le quitaran».

En este punto aclara que eso no quiere decir, en ningún caso, que no se les proteja en situaciones que puedan ser de riesgo. «No propugno que los padres no se responsabilicen de que los hijos, en la red, entren en páginas de anorexia o de grupos fanáticos o contacten con personas que dicen tener 13 años e intercambien imágenes de desnudez. Tenemos que intervenir, no sólo supervisar», insiste.

«Una vida algodonosa»

Sin embargo, sobreproteger «puede llevar a chicos que creen que todo en la vida va a ser algodonoso», cuando la realidad es distinta. Y es que destaca que si en la vida hay dos conceptos esenciales, éstos son que todas las personas van a morir y que la vida no es justa.

Urra plantea a los padres y madres que, con siete años, envíen a sus hijos a un campamento «para que estén solos, para que sepan lo que es la austeridad, para que miren las estrellas, para que compartan, para que sepan que cuando llueve, se mojan». Indica que sobre los 11 deben ir a un hospital para ver a niños muy enfermos y entender así qué es lo esencial, e insiste en que también han de visitar a la «abuela enferma de alzhéimer». «Yo creo que todo eso hace gente maja, generosa, sana. Lo contrario hace chicos cuyo principio es: 'Primero yo y luego yo'», subraya.

El doctor en Psicología recuerda la importancia de poner límites y apunta que a veces hay que sancionar a los menores cuando incumplen las normas. «Yo vengo de una época en la que había bofetadas. Y no creo que la bofetada sea educativa, pero sí creo que la sanción lo es», asevera.

Asimismo, indica que, aunque hay padres y madres que quieren que su familia sea una democracia, ésta no puede «ni debe serlo», pues no funciona. «Como si en un barco dices: 'Lo gobernamos entre todos'. No, tiene que haber un capitán», resalta y agrega que eso no quiere decir que no se escuche a los hijos: «Todo lo contrario, pero no es lo mismo el criterio que tienes tú que el de una niña de ocho años».