Todos hemos oído hablar de las Cabañuelas, así como de otros métodos para intentar adivinar la climatología del año que vendrá. Alguno de estos métodos tradicionales indican que los primeros doce días de enero señalan la climatología anual, correspondiéndose cada uno de ellos con los meses del año. Desde el sector agrícola esperamos que este sistema de predicción no sea efectivo ni fidedigno, porque de lo contrario, nos enfrentamos a un año con una falta de lluvias muy importante, que nos llevaría, sin dudas, a una fuerte sequía y todas sus consecuencias. Sabemos que la sequía es un fenómeno natural cíclico, donde se alternan épocas más lluviosas con épocas más secas. En este sentido, la última sequía sufrida en Ibiza aún está muy presente entre nosotros por el fuerte perjuicio que ocasionó en la actividad agrícola.

La última sequía, difícil de olvidar por los agricultores

La última sequía, difícil de olvidar por los agricultores

Entrábamos en la sequía en el año 2014 y no dejamos de padecerla hasta el año 2017, siendo una de las más graves que recordamos. Durante estos tres años que permanecimos en Alerta y Prealerta, según el índice de sequía hidrológica, las lluvias fueron casi inexistentes, y supuso un gran descenso del agua de los acuíferos, bajando los niveles de los pozos y perforadas, y agotándose muchos de los acuíferos. La repercusión de esta sequía en la agricultura ibicenca fue nefasta, los cultivos de secano como el cereal, el almendro, el algarrobo o la viña vieron sus producciones mermadas en más del 80%, y los propios agricultores redujeron sus cultivos de regadío, pues temían agotar sus pozos.

Tal fue la situación de alarma, que el Govern balear publicó un Decreto de Sequía a finales de 2015 para la Isla de Ibiza, con medidas obligatorias urgentes y excepcionales de gestión del recurso hídrico para mitigar los efectos de la sequía. Sin embargo, muchos no recordarán la sequía, ni el Decreto de sequía, porque la mayor parte de la población urbana no vivió ninguna consecuencia de la misma. Sólo algunos núcleos urbanos y residenciales se vieron afectados porque su agua de abastecimiento era más salada, al haberse salinizado los pozos de abastecimiento municipales. Pero a nosotros, a los agricultores, nos será difícil olvidar esos días.

En primer lugar, la reducción de las cosechas supuso una grave reducción de los ingresos. En segundo lugar, se vivió una fuerte incertidumbre por no saber cuánto tiempo iba a durar, si supondría que los pozos y perforadas se secarían o si aquella sequía iba a acabar con el trabajo y forma de ganarse la vida de los agricultores. En tercer lugar, se produjo una fuerte decepción del sector agrícola ante la respuesta del Govern. La razón era que había aprobado un Decreto de Sequía que obligaba a una reducción de los volúmenes autorizados de las extracciones agrícolas, mientras que el sector urbano, principal consumidor de agua de la isla, no estaba sujeto a ninguna de reducción de consumo. La única excepción fue la exigencia de elaborar un plan de actuación por parte de los municipios para reducir pérdidas en la red de suministro si superaba el 25% de pérdidas.

El consumo para la agricultura, muy reducido frente al fuerte urbano

El consumo para la agricultura, muy reducido frente al fuerte urbano

Para ayudar a entender la situación es conveniente saber algunos datos básicos. En primer lugar, más de la mitad del Producto Final Agrario proviene de la agricultura de regadío, si bien esta supone tan solo un 9% de la superficie agraria total de las Islas. Este dato demuestra la importancia de la agricultura de regadío, que permite una actividad agraria profesional con una renta digna. Para ello la agricultura únicamente consume el 9% del consumo total del agua subterránea de la isla (1,76 hm3/año). En cambio, el consumo de agua subterránea para abastecimiento urbano es el 59% del consumo total (11,36 hm3/año). El propio Plan Hidrológico admite que la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos de Ibiza proviene del abastecimiento a la población. Se ha de añadir que la legislación actual todavía permite un 25% de pérdidas en la red abastecimiento urbano (2,84 hm3/año). Es decir, las pérdidas de agua en la red suponen casi el doble del agua consumida por la agricultura.

Estos datos ayudan a entender el malestar de los agricultores en la actual planificación hidrológica y de gestión de la sequía. Así, se permite que el abastecimiento urbano continúe sobreexplotando los acuíferos y en cambio en periodos de sequía la restricciones de agua únicamente se aplican a la agricultura. En este sentido, nadie puede pensar que con la reducción del 10% aplicada a la agricultura se iba a paliar una sequía mientras se permiten todavía unas elevadas pérdidas de agua en la red abastecimiento urbano y extracciones ilimitadas para la población.

Sabemos que las medidas sobre el abastecimiento urbano son difíciles de tomar y que no son bien recibidas ni populares. Sin embargo, no estamos hablando de comprometer el agua para abastecimiento urbano. Hablamos de obligar a los municipios a que se abastezcan prioritariamente de las desaladoras y excepcionalmente de agua subterránea. También que todos los municipios aprueben ordenanzas de ahorro de agua en nuevas viviendas como fue pionero el Ayuntamiento de Sant Josep en el año 2016. También, los ayuntamientos deberían elaborar Planes Municipales de Gestión Sostenible del Agua, tal y como obliga el Plan de Gestión de Sequía de Balears aprobado en el año 2017 . Estas medidas posibilitarían un ahorro y eficiencia del consumo del agua para la población y como consecuencia la recuperación de los acuíferos. Son nuestro única reserva hídrica natural y deberíamos salvaguardarla para periodos de sequías en Ibiza y para momentos estivales puntuales de máxima demanda hídrica.

Por todo esto, el fantasma de la sequía sobrevuela nuestras cabezas constantemente, no sólo por las consecuencias directas sobre nuestras producciones agrícolas, sino por las consecuencias indirectas que pueden conllevar. Así que una vez más, les pido que ahorren agua, que cuiden de nuestra isla con acciones simples: cierren en grifo mientras se lavan los dientes, arreglen esos grifos que gotean, esas cisternas que pierden, tomen una ducha rápida, etc. Son pequeños gestos pero con grandes consecuencias. Y sobre todo, entiendan nuestra preocupación y compártanla.