Hay bebés que nacen sin vida. O que fallecen poco después de nacer. Mujeres que, ilusionadas con su avanzado embarazo, descubren, en una prueba, que el pequeño corazón del hijo que estaban gestando ya no late. Lo sabe bien el personal de Paritorio del Hospital Can Misses. No pasa cada día. Ni cada semana. Ni siquiera cada mes. Pero pasa. Ayudar a las familias en ese duro trance, desde los primeros minutos, es el objetivo del proyecto 'Caja de recuerdos', que desarrollan desde hace meses y con el que consiguieron el segundo puesto en la edición del año pasado de los premios Humana, organizados por la dirección de Enfermería del Área de Salud de Ibiza y Formentera.

Juan Antonio Rosa, supervisor de la unidad de Paritorio; Raquel Vázquez, supervisora de Maternidad, y Rocío Delgado, matrona, muestran una de esas cajas de recuerdos. Las que les ofrecen a los padres. «El de cualquier pérdida que se produce durante el embarazo, en el parto o inmediatamente después es un duelo que se tiende a minimizar», comenta Vázquez, que señala que una de las justificaciones que más escuchan esos padres que han perdido a un bebé es que «no lo conocían».Evitar el duelo patológico

De hecho, destaca que, en general, el entorno, para ayudarles, les animan a que vuelvan lo antes posible a la normalidad. Que no sigan un proceso de duelo por él. «Hacer un duelo por un bebé que no ha nacido o que ha fallecido al poco de nacer es muy importante para evitar un duelo patológico», añade. Los profesionales explican que si no se sigue ese proceso, que tiene diferentes fases, como la negación, la rabia o la depresión, antes de la aceptación, se pueden quedar «enganchados» a ese dolor. Y sufrir consecuencias como una depresión postparto u otros trastornos. «Hay que autorizar ese dolor porque, si no, se esconde y se enquista», comenta Rosa.

«Hay que tener una actitud empática y de respeto. Escuchar. Acompañar», indica Delgado. Para ello, todo el personal de la planta debe saber lo que le ha pasado a esa familia. Lo habitual, en Maternidad es entrar con alegría en las habitaciones, preguntando a las mamás cómo se encuentran ellas y su bebé. Para evitar errores, el personal señaliza estas habitaciones. Es algo sencillo, que no llama la atención. Algo que pasa desapercibido para quien no lo sepa. Pero que alerta a los trabajadores de la situación que están viviendo esos padres. Algo similar se hace en la zona de Neonatología de muchos hospitales, donde una señal muy parecida en una incubadora indica que aquel bebé tenía un gemelo que falleció. De esta señalización, que se confunde con la decoración, están alertados todos los trabajadores que pasan por la planta. Desde los médicos al personal de limpieza. Quienes lo desconocen, salvo que conozcan a alguien que haya por este trance son el resto de familias ingresadas así como quienes les visitan.

«Lo que hagamos en los primeros momentos es importante», indica Delgado. Y los primeros momentos de ese duelo pueden darse en la misma sala de partos. Siempre son los padres quienes toman las decisiones, los que escogen qué quieren hacer. Pero el personal les da todas las opciones para que se despidan de ese bebé de la mejor forma posible. Delgado recuerda que hasta no hace tanto, cuando un bebé nacía muerto o fallecía durante el alumbramiento, la reacción habitual del personal era llevárselo rápido para que los padres no lo vieran. Eso ya no es así. Se puede poner el cuerpo sobre el pecho de la madre, pueden verlo, acariciarlo y despedirse de él. Ellos y el resto de familiares, si se encuentran en el hospital en ese momento.«No hay prisas», indica Rosa. Sobre el hecho de que vean al bebé ya sin vida Delgado lo tiene claro: «La imaginación es mucho peor que la realidad. La imagen que se van a crear en su cabeza será mucho peor». Los profesionales insisten en que su función es acompañar a los padres, presentarles todas las opciones y darles todas las facilidades para, si quieren, despedirse del recién nacido, como indica el proyecto, en el que también han participado la ginecóloga M. Sally Kuria, las matronas Pilar Boto y Brita Standted y las auxiliares Lidia Marí y Toñi Marí.

Y ahí entra la caja de los recuerdos. Es de madera. De un palmo de alto, más o menos. En su interior, hay unos rotuladores, de colores, por si quieren dibujar algo en ella. También unas tarjetas con delicados dibujos para que escriban mensajes: lo que sienten, lo que esperaban, lo que le dirían si les pudiera escuchar... Y una cajita con material para sacar la huella de la manita o del piececito. En esa caja pueden guardar todo lo que quieran. Unos patucos. Una gasa. Un peluche. Un chupete. «Es muy personal», comenta Rosa. «No se obliga, sólo se ofrece», insiste Delgado.

La matrona destaca la importancia de ofrecer toda la información a los padres «por escrito», ya que la verbal, en esos momentos, no se retiene. Además, se hace un seguimiento de su estado. Tanto en Atención Primaria como por los psicólogos del centro de es Viver, con los que colaboran. De hecho, uno de los objetivos que se han marcado para el futuro es que los psicólogos puedan visitar a estas madres y estos padres en el mismo hospital, antes de que reciban el alta. Para ello, indican, dependen de la disponibilidad y los recursos de Es Viver. Están convencidos de que una atención inmediata ayudaría a evitar duelos patológicos. En el caso de las visitas a los centros de salud, donde durante un tiempo deben visitar a la matrona, explican que se intenta que estas mujeres no coincidan con otras madres y sus bebés. Para ello, estas profesionales intentan darles las horas del final de la jornada o citarlas en otras consultas. Les gustaría, sin embargo, que estas profesionales pudieran hacer visitas a domicilio, lo que evitaría que tuvieran que regresar al espacio en el que tantas ilusiones se hicieron.

«Es mejor el silencio que decir una palabra inadecuada», afirma Delgado, que reitera que la función del personal de la planta es lo que se conoce como «escuchar escuchando». Es decir, simplemente hacer saber a los afectados que no están solos y que, si necesitan silencio lo tendrán y, si necesitan hablar, también estarán ahí para ello. Una de las cosas que dejan claro estos profesionales es que esas personas, aunque hayan perdido a un hijo que ni siquiera había empezado a vivir, son padres. A la sociedad le cuesta entenderlo y, en consecuencia, desautoriza o minimiza el dolor que sienten. «Todas las pérdidas son importantes», apunta Rosa. «Hay mujeres que han tenido cuatro pérdidas en el primer trimestre y la quinta es igual de traumática que la primera», continúa Delgado.Ocultar la pérdida

«A veces son tardías, con el embarazo adelantado. Vienen para una ecografía y se quedan ingresadas por eso», añade Vázquez. «Sí, también hay pérdidas en la semana 20», reconoce Delgado. «No es tan raro perder a un bebé en el primer trimestre, pero es algo que se tapa, se oculta. Cuando una mujer cuenta que le ha pasado se da cuenta de que a muchas de sus amigas y conocidas también», reflexiona la matrona. Ella misma destaca que aunque todas las mujeres llegan a dar a luz al hospital llenas de ilusión, no siempre sale todo bien.

Los profesionales de Paritorio señalan que esta reticencia a seguir un duelo es fruto de la sociedad actual, en la que todo debe superarse rápido y que cree que la mejor forma para conseguirlo es hacer como si las cosas no hubieran pasado.

Los profesionales explican que aunque en España son pocos los hospitales que cuentan con proyectos de duelo perinatal, estas medidas son muy habituales en el resto de Europa. Delgado recuerda que pocas semanas antes de que presentaran la propuesta vivieron un caso que les hizo ser más conscientes aún de que iban en la dirección adecuada. Fue un parto de gemelos de una turista que estaba en la semana veinte de gestación. Los recién nacidos no podían sobrevivir. «Nosotros teníamos la idea, pero ellos también nos fueron guiando», detalla. Relata, por ejemplo, cómo el padre pidió cortar el cordón umbilical del segundo bebé después de ver al personal de paritorio hacerlo con el primero.Habitaciones insonorizadas

De hecho, la matrona explica que fuera de España las habitaciones en las que ingresan a las familias que han perdido a un recién nacido están perfectamente señalizadas como «habitaciones del duelo». Además, muchas están insonorizadas. Para que las madre y padres puedan gritar y llorar sin miedo a que les escuchen desde fuera. Pero también para no oír, en su dolor, el llanto de los bebés y las risas de los progenitores a los que todo les salió bien. A pesar de esto, en Can Misses, no es extraño que, en un primer momento, rechacen esa caja de recuerdos. Sin embargo, al final, lo habitual es querer recordar a ese hijo al que no verán crecer.

«También es muy importante hablar con los otros hijos», apunta la matrona, que afirma, contundente: «El hermanito no se fue ni se perdió. Hay que explicar que murió porque las otras explicaciones pueden generar ansiedad al pensar que, igual que perdieron o se fue el bebé se podrían perder o ir ellos». Para ellos recomiendan el cine. Los dibujos. Desde la entrañable 'Coco' al 'Rey León' pasando por tras historias más cortas que también explican, de forma comprensible para los niños, la muerte y los ciclos de la vida.

«La tecnología avanza mucho y la estadística está ya muy baja, no se puede bajar más», indica Vázquez. «Tenemos que estar preparados para la vida y para la muerte», reflexiona el supervisor de Paritorio mientras devuelve a la caja de madera todos los elementos. Los rotuladores de colores. El pack para sacar un molde de los piececitos y las manitas. Los patucos. Y las tarjetas que, ojalá, ninguna madre ni ningún padre tuvieran que escribir jamás.