El ruido de las cadenas acercándose. Unas cadenas fuertes. Pesadas. De las que no te permiten olvidar, ni por un instante, que estás en el corredor de la muerte. María Luisa Cava de Llano, ex Defensora del Pueblo, no ha podido quitarse de la cabeza el ruido de las cadenas y los grilletes que, atenazándole los tobillos y las muñecas, llevaba Pablo Ibar cuando lo visitó el 8 de junio de 2012 en la prisión de Raiford, en Florida. «Me preguntó si me podía dar un abrazo», comenta la abogada, que recuerda cómo fue de complicado aquel abrazo. Con aquellas cadenas y aquellos grilletes.

Cava de Llano se encontraba ya al final de su mandato como Defensora del Pueblo, visitó Miami y le pidió a la cónsul de España, Cristina Barrios, poder entrevistarse con el español, que había sido condenado a pena de muerte por el asesinato de tres personas. «Ella estaba muy sensibilizada, pidió todos los permisos y, a la mañana siguiente de llegar a Florida ya pude visitar a Ibar», explica Cava de Llano, que confiesa que el corredor de la muerte, donde el español pasó 16 años, le impresionó profundamente.

El encuentro en Raiford, a donde le llevó en su coche Tanya, la esposa de Ibar, fue largo. Y allí, en aquella sala de visitas, Ibar le explicó su historia a la abogada: «Me dijo que nunca había sido un santo, pero tampoco nunca un asesino». En aquella visita, el español, sobrino del boxeador Urtain, le relató que estaba fichado porque años antes estaba en casa de un amigo cuando la policía entró y le encontró a la madre de este amigo una balanza de precisión.

La tía del País Vasco

En aquel encuentro, celebrado tras el segundo juicio de Ibar (el primero se declaró nulo por «muchas irregularidades» y el segundo le condenó a pena de muerte), Cava de Llano se comprometió con él a ayudarle en las dos cosas que le pidió: hacer lo posible por conseguir la celebración de un tercer juicio y ponerse en contacto con su tía, que vive en el País Vasco, para decirle cómo había visto a su sobrino.

La abogada sonríe al recordar aquella llamada a la tía de Ibar: «Le di el número a la secretaria y le pedí que llamara y me la pasara. Cuando respondió y le dije quién era, me contestó: '¡sí, hombre!'. Y me colgó». Llamó una segunda vez y, entonces sí, pudo hablar con ella para darle noticias de su sobrino encarcelado. Sobre la primera petición (la celebración de un nuevo juicio) la entonces Defensora del Pueblo escribió al Rey de España, al ministro de Justicia (Alberto Ruiz Gallardón) y el de exteriores (José Manuel García-Margallo) solicitando que intercedieran para que se hiciera justicia con el español, cuyo caso ha seguido, y sigue, muy de cerca. Desde entonces, han estado en contacto a través de correspondencia.

En una carpeta blanca en cuya tapa se lee, con letra escrita a mano, «Pablo Ibar», la abogada guarda informaciones sobre el caso, recortes de prensa, copias de algunas de las cartas que ella envió a cargos públicos, las respuestas de éstos y las misivas que en este tiempo le ha enviado Ibar. Papel rayado, letra clara y tinta negra. Todas ellas rubricadas, al final, de la misma manera: «Paz y amor. Pablo Ibar».

Las primeras misivas

Cava de Llano, que en su etapa como Defensora del Pueblo acostumbraba a aprovechar los viajes laborales a otros países (conferencias, reuniones, comités...) para visitar a los españoles presos en cárceles extranjeras, salió de Raiford muy impactada. Lo joven que era Ibar. Los años que llevaba privado de libertad. Las irregularidades que anularon el primer juicio. La angustia de ver, semana tras semana, que otros compañeros enfilaban por última vez el corredor de la muerte. Las explicaciones de Ibar. Todo hizo que la ibicenca nacida en Barcelona se conmoviera. Cava de Llano recuerda cómo el abogado de oficio que se le asignó en el segundo juicio, Kayo Morgan «ha reconocido que no estuvo a la altura por cuestiones personales».

«Soy un luchador y con gente como usted nunca me voy a rendir», escribe Ibar en una carta enviada a Cava de Llano fechada el 25 de julio de 2012. En ella le habla de su familia, de que el único momento en el que se siente «humano» es cuando acuden a visitarlo. La abogada le respondió el 26 de diciembre asegurándole que no se olvidaba de su caso, que ya no estaba solo y detallándole a quiénes había pedido que intercedieran. Y él, en una misiva datada el 13 de enero de 2013 le da las gracias y le recuerda que su compañero, Seth Peñalver, acusado de asaltar, junto a él, la casa de Casimir Sucharski y matarlo a él y a las dos mujeres que le acompañaban había quedado libre tras ganar su juicio mientras él seguía en el corredor. Ibar recalcaba en esa carta que la fiscalía «siempre» (escribe este siempre en mayúsculas y subrayado) había mantenido que había sido la otra persona y no él quien había efectuado los disparos.

El 10 de febrero de 2016, al saber que se anulaba la pena de muerte y se volvía a repetir el juicio, la abogada ibicenca, que ya no era Defensora del Pueblo sino integrante del Consejo de Estado, le escribe para darle ánimos. En ese momento, explica, tenía la «convicción» de que el tribunal, como había hecho con su compañero, lo declararía inocente. Sólo enturbiaba esa convicción un pensamiento: declararle inocente supondría, también, reconocer un error de la policía, de la justicia y de la fiscalía.

Hace apenas 13 días María Luisa Cava de Llano escribió de nuevo a Ibar, a la prisión de Broward. «No sabes la alegría que siento de que por fin haya empezado de nuevo el juicio que se sigue contra ti, pero esta vez espero, que con todas las garantías», escribe la abogada, que continúa: «Estoy convencida de que el Jurado comprenderá que no se puede tener 24 años en prisión a una persona sin que existan pruebas que, claramente, evidencien su culpabilidad, como es tu caso». «Recuerda que cuando estés libre y vengas a España, tenemos una comida pendiente, a la que te invitaré a ti y a Tanya con mucho gusto, y en la que te podré volver a abrazar, pero sin cadenas», desea en la misiva la ex Defensora del Pueblo, que ha pasado los últimos días «pegada» a la información sobre el caso.

«Si Pablo sigue, yo también»

El sábado por la tarde, al conocer que el jurado había declarado culpable a Ibar, la abogada se desmontó. No podía creerlo. Tenía la esperanza de que quedara exculpado. «En España, estaría libre. Aquí existe el principio in dubio pro reo, es decir, que ante la duda hay que actuar a favor del acusado», comenta Cava de Llano, que destaca que un experto en reconocimiento facial aseguró que el parecido de la persona que aparece en el vídeo del asalto con Ibar «no era determinante». «Además, no hay ADN ni hay huellas. No hay pruebas suficientes. Pero a pesar de eso lo han declarado culpable», reflexiona María Luisa Cava de Llano, que hace hincapié, además, en uno de los comentarios de la intervención de Chuck Morton (fiscal que llevó el caso en el primer juicio, el que se declaró nulo, y que recuperó la fiscalía de su jubilación para este nuevo juicio): «Le dijo al jurado, señalando a Pablo Ibar, que no permitieran que ese asesino se saliese con la suya. Por eso, aquí se podría declarar nulo un juicio».

La abogada, que volverá a escribir a Ibar, señala que ahora hay que esperar a ver qué determina el juez. Si condena al español a cadena perpetua o a pena de muerte. Cualquiera de las dos opciones le parecen «tremendas». A pesar de esto, después de más de seis años desde aquel ruido de cadenas y grilletes y de aquel abrazo en la sala de visitas del corredor de la muerte, María Luisa Cava de Llano lo tiene claro: «Si Pablo Ibar sigue luchando, yo también sigo».