Prácticamente lleno. Así estaba ayer poco antes de las doce del mediodía el aparcamiento del Hospital Can Misses. Es la estampa habitual, entre las nueve de la mañana y las tres de la tarde, desde el pasado 1 de enero, cuando el parking comenzó a ser gratuito. Ya en un primer momento, algunos temieron que el parking, cubierto en buena parte y con personal de control, se convirtiera en un nuevo disuasorio que utilizarían no sólo quienes acuden al hospital. Sin embargo, tanto el director del Ib-Salut, Juli Fuster, como la consellera de Presidencia, Pilar Costa, apelaron en la presentación de la gratuidad de la infraestructura al «buen uso» que, con toda seguridad, harían los conductores.

Ayer a media mañana había que dar varias vueltas y esperar a que alguien se fuera para poder aparcar. Bastaba seguir a algunos de quienes aparcaban para ver que enfilaban la calle Corona rumbo a Vila, pasando de largo la entrada principal del hospital, primero, y la de consultas externas, después. El miércoles de la semana pasada, sobre las nueve de la noche, el aparcamiento estaba también bastante completo. Algunos de los usuarios están convencidos de que muchos de los vecinos de la zona dejan sus vehículos en el hospital. Las horas de entrada y salida del colegio Sa Joveria también son hora punta en el aparcamiento del hospital.

Desde la gerencia del Área de Salud de Ibiza y Formentera indican que, de momento, no se han planteado adoptar ninguna medida para controlar que quienes aparcan en Can Misses acuden, realmente, al hospital. Aseguran que aunque el aparcamiento está mucho más lleno de lo que era habitual, hay «fluidez» de vehículos y en todo momento hay algunas plazas vacías. Insisten en que la situación del aparcamiento del Hospital Can Misses tras la gratuidad no tiene nada que ver con la que vive Son Espases, en Mallorca, donde ya el primer día algunos pacientes tuvieron que dejar los coches en las aceras debido a la saturación, lo que ha obligado al Govern a habilitar un servicio de bus lanzadera gratuito que conecta un aparcamiento disuasorio con el centro sanitario.

De la misma manera, insisten en que aunque la zona principal, la que queda justo bajo el edificio del nuevo hospital, está bastante llena, la que se encuentra en el viejo Can Misses continúa prácticamente vacía. En ese espacio hay unas 90 plazas que, aunque están unos metros más lejos, también se pueden utilizar.

Varios usuarios achacaban ayer la «saturación» del aparcamiento no sólo a que dejan sus coches en él personas que no acuden al hospital sino a que también lo hace parte del personal a pesar de que cuentan con un aparcamiento exclusivo para ellos entre el viejo y el nuevo edificio. Muchos temen que, con el inicio de la temporada, aparcar en Can Misses sea, casi, «imposible».

«Debería ser gratis para quien venga el médico o a visitar a alguien que está ingresado. Es sencillo, sacas el tique al entrar al aparcamiento y, luego, te lo sellan para que, al salir, no te cobren. Como hacen en supermercados y centros comerciales. No creo que sea tan difícil. Y quien no venga al hospital, que pague», comenta Maria Ribas, que acompaña a su madre, Antònia, a una consulta. «Me ha costado encontrar un hueco. ¡Porque ha salido uno!», reflexiona. Pepe Zuero, que ha ido a visitar a su tío, ingresado, es de la misma opinión: «La gente tiene mucho morro y, como no controlen, esto va a ser un caos. Quien no viene al hospital, que pague. No dos euros, que era una barbaridad, pero sí como la zona azul». Este proactivo usuario indica al Govern que, en ese caso, podría dedicar el dinero obtenido en el aparcamiento para ayudar a sufragar el coste de su rescate. «No es gratis, no nos engañemos, lo pagamos entre todos. Así, la broma nos saldría algo más barata», insiste.