Ahora mismo, en Ibiza, hay un niño que está convencido de que un elfo le dio medicinas. Para ese pequeño, un ser con picudo gorro rojiverde, muy sonriente y con bastones de caramelo en el bolsillo se coló en su habitación del ala de Pediatría del Hospital Can Misses y le administró la medicación. El elfo, en realidad, era una de las enfermeras de la planta, donde todo el personal se esfuerza no sólo para curar a los niños sino también para que guarden un buen recuerdo de los días que pasan hospitalizados.

Esta Navidad han sido elfos los que se colaban en las habitaciones de los pequeños pacientes para sacarles sangre, cogerles una vía, comprobar el suero, administrarles medicamentos... En algunas de las anteriores fue la propia Elsa, de 'Frozen'.

«El ingreso hospitalario de un niño es duro para él y para la familia. Se trata de hacerlo más llevadero», comenta Marilina Serra Sala, supervisora de la Unidad de Pediatría y Neonatología de Can Misses, que luce, sobre el pijama de muñecos del servicio, el disfraz de elfa. Los han confeccionado ellas mismas, indica Mónica Montoliú, enfermera. Con fieltro, alguna puntada y mucha imaginación.

«Siempre intentamos transformar la planta todo el año, pero especialmente en fechas tan señaladas», comenta Serra, que confiesa que las estaciones son un tema «muy socorrido» cuando les faltan ideas originales. En primavera las flores, las mariposas y los pequeños insectos se adueñan de cada rincón de la planta. Esos mismos de los que parecen brotar calabazas y brujas cuando se acerca Todos los Santos. Ahora, las paredes están llenas de renos de cartón, bastones de caramelo, dulces y sacos que desbordan regalos. Las puertas de entrada se han convertido, por obra y gracia del personal del servicio (y de algunos colaboradores), en una enorme chimenea.

«Los niños están encantados. El otro día Carmen, una celadora, traía a una niña desde el quirófano y le iba explicando todo con tanta gracia que la paciente se partía de la risa», explica la supervisora, que reconoce que, en ocasiones, los adultos de la familia llevan peor los ingresos. «Quizás por la inconsciencia infantil», reflexiona. Serra Sala insiste en que este contexto de fiesta no resta importancia a que, en ocasiones, las habitaciones las ocupan niños que están «muy malitos». De hecho, recuerda que si esos pequeños no están en la calle es porque no se encuentran bien. Precisamente por eso, reitera, tanto sus familias como ellos deben pasar ese trance de la forma «más feliz posible».

La sala de juegos

El propio personal anima a los niños (siempre que puedan) a pasar tiempo en la sala de juegos de la planta. No está de decoración. «Se usa, se usa mucho», comenta la supervisora. «Por las tardes viene gente de Proyecto Juntos y hacen manualidades y juegos», comenta. Para ello, explica, cuelgan de pies con ruedas los sueros de los pequeños. Eso sí, la supervisora insiste en que se evita, en todo momento, interrumpir el sueño, el descanso o las comidas, así como garantizar que estos enfermos cuenten con el máximo tiempo libre posible. Y llenarlo. Porque no es raro que alguno de ellos comente que la estancia en el hospital se le hace larga. Y que se aburren. «A veces están asustados. O se despiertan despistados y te preguntan dónde están», indica Serra Sala antes de recordar que todas las habitaciones están decoradas con murales de animales que pintaron artistas. No hay peleas ni peticiones de cambio de habitación. Los pequeños enfermos «están contentos» y se enamoran de la que les toca en suerte. Sea la de las ovejas azules o la del conejo que juega con un elefante.

«Si se produce una situación grave, y las ha habido estos días, en un segundo te quitas el gorro, porque te molesta», comenta Mónica Montoliú, que no duda en complementar su disfraz de elfa sanitaria con las botas prestadas de Papá Noel y besar, divertida, la nariz de purpurina roja de uno de los renos que decoran el pasillo de la planta de Pediatría. Montoliú destaca cómo se implican algunas de las familias. «Unos se han pasado todas las navidades aquí, con su hija, prematura, en Neonatología, y nos han ayudado mucho», añade.

Cuando decidieron convertir las puertas batientes que dan acceso a la planta en una enorme chimenea, que pintaron sobre cartón, por ejemplo, preguntaron qué podían hacer. Al final, con la ayuda de «una abuelita» confeccionaron en su propia casa los calcetines que luego colgaron de ella. Y no sólo eso. El padre les dio una idea fantástica para todos los bastoncitos de caramelo y otras decoraciones que colgaron del techo: «Nos sugirió que utilizáramos unas bases de enchufe. Que quedaría mejor y que, además, podríamos reutilizarlas».

Los tutoriales

No sólo las familias colaboran. El payaso Cachirulo les regaló el simpático árbol hecho íntegramente con globos que ha presidido, junto a un trineo, una caja de Papá Noel y la comentada chimenea, la entrada del servicio. «En general, cuando pedimos ayuda y decimos que es para los niños enfermos, para decorar la planta de Pediatría de Can Misses, la gente se vuelca», comenta la enfermera que recuerda, por ejemplo, cómo en Hipercentro, cuando explicó para qué compraba los bastones gigantes de caramelo -«que para nosotros eran un poco caros»-, le regalaron una caja entera de gominolas para endulzar la estancia de los pequeños. Algo similar ocurrió cuando acudió a Hierros Gómez porque necesitaba unas varas para, con churros de piscina, hacer otra decoración: «Cuando supieron para lo que era, se negaron a cobrármelos».

El presupuesto es más que ajustado. Por eso intentan reciclar y reutilizar todo lo que pueden. Es lo que hicieron con Olaf, el muñeco de nieve de 'Frozen': aprovecharon que al personaje le encanta el verano para dejarlo en el pasillo de la planta durante todo el año. Muchos de los materiales los compran «en los chinos» y prácticamente todo se lo hacen ellas mismas. «Vemos tutoriales como locas», comenta, entre risas, la enfermera. El jefe de Pediatría del hospital, Bartolomé Bonet, las deja hacer. Incluso se ríe al ver las que montan. «Siempre nos dice: yo os dejo», confiesa Montoliú, que tranquiliza a quienes se les rompe el corazón al pensar en los pequeños hospitalizados: «Lo pasas mal, pero los niños son fuertes, se recuperan rápido y se van contentos».