Se han adueñado de los cielos otoñales de las Pitiusas. Son centenares, o más bien miles, de estorninos llegados del norte que pueden verse volando en grupo, con una sincronía sorprendente, desde noviembre y durante todo el invierno. A estas grandes bandadas las precede un ruido encadenado, como un zumbido, de un millar de alas ejerciendo su fuerza contra el aire, y si te pilla por sorpresa y, de pronto, miles de pájaros oscuros pasan volando sobre ti, todo parece detenerse menos el único y gigante organismo en el que se ha convertido el grupo que avanza dibujando formas en el aire, elevándose, retorciéndose, curvándose y cayendo en picado. Como si te sobrevolara un dragón con mil corazones. Así funcionan los estorninos.

Esas tupidas bandadas se conocen como murmuraciones. Puede parecer un nombre extraño, pero el término que se otorga a un grupo de animales que muestran un comportamiento colectivo es una cuestión de peso; puede contribuir a hacer menos cargantes y más atrayentes las publicaciones científicas o con ánimo de divulgación. En inglés se habla de 'encantos o hechizos de pinzones' (charm of finches) y de colecciones de cuervos (collections of crows), y el término murmurations empieza a arraigar en español para el vuelo sincronizado de los estorninos. Durante muchos años los expertos se han preguntado cómo y por qué, y la primera cuestión no parece resuelta, aunque se sabe que trabajan en pequeños equipos, pendientes de los movimientos de sus más inmediatos vecinos y se intenta corroborar que siguen una especie de código, como el de los patrones de embarcaciones para no chocar en el mar (virar por norma a estribor).

Respecto a la segunda, «hay bastante consenso en que se trata de una estrategia de defensa contra posibles depredadores», explica el biólogo Miguel McMinn. De hecho, observando un rato a los estorninos en sus zonas habituales no es difícil hallar la ocasión de contemplar cómo estos grupos de pájaros se libran, por su ventaja numérica, de algun halcón, algún águila calzada o algún aguilucho lagunero, rapaces a las que incluso parecen acosar hasta hacer que se batan en retirada.

Peligro para la navegación aérea

«Es una especie constante, con patrones de movimiento muy claros y flujos constantes», explica el biólogo, lo que significa que también frecuenta los mismos dormideros, donde sus murmullos y zumbidos en vuelo se convierten en un apabullante griterío cuando se posan, aunque destaca McMinn que el estornino, más allá del escándalo del grupo, tiene «un canto precioso». Los estorninos son aves de costumbres. Pueden verse grupos en las inmediaciones del aeropuerto e incluso se conocen, señala Miguel McMinn, un par de árboles en los que acostumbran a dormir. Y ello tiene relevancia porque las bandadas pueden poner en peligro la navegación aérea.

Recuerda que fueron precisamente estorninos, los que hace diez años, en noviembre de 2008, pusieron en apuros al piloto de un avión de Ryanair, que, cuando se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Ciampino (Roma), se encontró por sorpresa con una gran bandada y, al no tener tiempo de abortar la maniobra (que es lo que establece el protocolo), tuvo que atravesarla. Los motores absorbieron algunas de las aves y el piloto tuvo que llevar a cabo un aterrizaje de emergencia. Pero el accidente más conocido relacionado con aves, protagonizado por estorninos, fue el registrado el 4 de octubre de 1960 en el despegue de un avión Lockheed del aeropuerto Logan de Boston. La aeronave se estrelló, a los seis segundos de alzar el vuelo, al cruzarse con una bandada. Murieron 62 personas.

Aquí pueden verse dos especies de estorninos, el pinto (Sturnus vulgaris) y el negro (Sturnus unicolor). El segundo es residente, aunque hace apenas una década que se ha quedado en el archipiélago y hay cierta confusión, ya que en verano las dos especies muestran un plumaje muy similar. No hay duda de que ya hay poblaciones residentes en Mallorca y Menorca, pero, aunque en el caso de las Pitiusas no existe la misma seguridad, Miguel McMinn opina que también puede afirmarse que en Ibiza existe una pequeña población.

En otoño, cuando el estornino pinto adquiere su moteado plumaje invernal y vuela en masa hacia el sur, las dos especies se solapan. Incluso se han detectado casos de hibridación entre ellos. Por otra parte, el biólogo hace referencia a un visitante raro, una tercera especie, el estornino rosado (Pastor roseus), que también ha sido citado al sur de Mallorca. En mayo y junio, los expertos se sorprendieron por la inusitada llegada a España de ejemplares de esta especie, algo que, según SEO/Birdlife, no se daba desde finales del siglo XIX y que podría indicar un cambio en las migraciones de esta aves desde el Mar Negro y el centro de Asia.

Los estorninos pintos han regresado y otra de las preguntas más interesantes que se plantean sobre la migración de esta ave paseriforme, es, desde luego, de dónde vienen los ejemplares que acaban aterrizando en las islas. Y los datos que se recogen en los anillamientos de aves ofrecen una respuesta a ello. El Grup d'Ornitologia Balear (GOB) tiene en sus archivos citas de aves recuperadas en Ibiza y procedentes de Suiza y Alemania.

En Mallorca hay más datos y más recientes que apuntan que Balears es el destino de estorninos llegados de sitios tan diversos como Bélgica, Eslovaquia, Polonia, la República Checa, Francia o Alemania, pero sobre todo llegan de Suiza. También se han recuperado aves llegadas de Marruecos y Algeria, que son las que no se quedaron en las islas a pasar el invierno y siguieron rumbo al sur. Como curiosidad, el coordinador de ornitología del GOB, Manolo Suárez, señala que el individuo que recorrió más trecho en su migración llegó desde un lugar llamado Zapovednik, en Rusia, a más de 3.500 kilometros de distancia. Además, era un ejemplar a punto de cumplir diez años, el mayor que se ha recuperado.