Las Pitiusas son un destino turístico mundial y el turismo es el principal dinamizador económico y social de las islas. Sin embargo, el intenso crecimiento de la actividad turística durante las últimas décadas ha conllevado una fuerte urbanización del territorio. Esta dinámica se refleja en el cambio en el consumo de agua subterránea, principal recurso hídrico disponible en las Pitiusas. Todavía en los años 90, la agricultura representaba el 62 % y 36 % del consumo de agua subterránea en Ibiza y Formentera respectivamente.

En cambio en la actualidad, el consumo de agua subterránea para uso agrícola se ha reducido al 6,5 % y el abastecimiento urbano es más del 70 % del total de agua consumida en Ibiza. Este fuerte crecimiento de la demanda se ha resuelto parcialmente con la construcción y puesta en marcha de las desaladoras de Ibiza, Sant Antoni y Santa Eulària pero todavía es un desafío garantizar el abastecimiento en verano para consumo humano y revertir la sobreexplotación de los acuíferos.

Los problemas de abastecimiento urbano todavía no están resueltos

La fuerte presión humana estival en las Pitiusas ha provocado el progresivo agotamiento y salinización de los acuíferos. El ejemplo más desafortunado ha sido el pozo de abastecimiento de Ses Eres en el municipio de Sant Josep. En el año 2007 se instaló una desaladora portátil para desalar el agua del pozo que se había salinizado a causa de la elevada extracción y de esta manera poder mantener el suministro de agua a diversas poblaciones de este municipio.

Hasta el año 2016 funcionó de manera continuada agudizando la sobreexplotación y salinización del acuífero. El Ayuntamiento de Sant Josep desmontó finalmente esta desaladora portátil este año 2018 por la previsión de recibir agua desalada. Sin embargo, retrasos en la ejecución de las infraestructuras de suministro han hecho imposible todavía su abastecimiento con agua desalada en la zona de Sant Jordi y Playa den Bossa y este verano estuvieron obligadas a recurrir al agua de una desaladora privada de un complejo turístico.

La sobrexplotación de los acuíferos de Ibiza ha implicado también un suministro de agua mala calidad en diversos núcleos urbanos y turísticos de la isla. En el año 2015, todavía cinco zonas de Ibiza se abastecían con agua no apta para el consumo humano. Roca LLisa, Cala Mastella, Sant Jordi o Punta Galera recibían en sus grifos agua salada o niveles no permitidos de Arsénico, Carbono orgánico o fluoruro consecuencia de un abastecimiento con agua subterránea salinizada y en mal estado. Este verano, vecinos de Cala Molí, Cala Vedella y Cala Carbó denunciaban que no tenían agua de calidad en sus grifos. Esta problemática también ha afectado a la hostelería.

Así, los hoteles localizados en zonas con un suministro de agua deficiente o con una dependencia a pozos salinizados han tenido que recurrir a desaladoras portátiles. Esta situación ha provocado un sobrecoste adicional en la actividad hostelera y perjudicando el correcto funcionamiento de las depuradoras que reciben la salmuera residual de la desalación.

Un ejemplo es la depuradora de Santa Eulària cuyas aguas residuales son saladas e impiden su reutilización debido en parte a la salmuera que recibe de núcleos turísticos con desaladoras portátiles.

Las soluciones están en marcha pero es necesario la eficiencia y ahorro en el uso del agua

Las fuertes demandas para abastecimiento urbano y el estado generalizado de sobreexplotación de los acuíferos obliga a conectar todos los núcleos urbanos a la red de abastecimiento para garantizar la calidad del suministro de agua. Este es el camino que se está llevando en las Pitiusas durante los últimos años. En la isla de Ibiza, el anillo de interconexión que conecta el suministro en alta de las tres desaladoras con todos los municipios se finalizó el pasado verano pero tiene pendiente todavía la construcción de varios depósitos de almacenamiento de agua.

Esta infraestructura funciona como un cuello de botella debido a que se diseñó con conducciones de menor diámetro al necesario para el transporte del caudal requerido en verano. Esta situación ha obligado a construir varios depósitos en la isla para transportar el agua progresivamente y almacenarla para su uso en el mencionado periodo estival con mayor demanda hídrica.

Los municipios también están trabajando en sus redes de suministro en baja. En Sant Josep está en fase de ejecución las actuaciones para suministrar agua desalada a su núcleo urbano y Es Cubells. De esta manera, todos sus núcleos urbanos y residenciales podrán recibir agua desalada. En Santa Eulària, se anunció este verano la finalización de la conexión de la red de suministro con agua desalada de la zona norte y Roca Llisa.

De esta manera, este municipio se abastecía en 22% de agua desalada este verano con el compromiso de los responsables municipales de alcanzar el 75% en los próximos años. Sant Joan se ha conectado al anillo de interconexión y el 65% del consumo hídrico es de desalinizadora. Quedaría pendiente la conexión del Port de Sant Miquel. Por último, en Formentera está en fase de redacción de proyecto la conexión del suministro del núcleo turístico de Ca Mari con la desaladora de la isla.

La pregunta que surge es si las desaladoras de la isla de Ibiza tendrán capacidad para dar respuesta al abastecimiento urbano futuro. Hasta el año 2018 los núcleos urbanos de Ibiza se abastecían anualmente con 8,06 hm3 de las desaladoras de Sant Antoni e Ibiza y 11,36 hm3 de los acuíferos. La desaladora de Santa Eulària puede producir hasta 5 hm3 pero nunca alcanzará a suplir todo el consumo de agua subterránea.

Tal y como reclama la Alianza por el Agua, la mejor solución sería el uso prioritario obligatorio de agua desalada durante todo el año y consumir agua subterránea únicamente en momentos de fuerte demanda estival. De esta manera, se reduciría la presión sobre los acuíferos y mejorarían las reservas hídricas necesarias para periodos de sequía.