Las personas sin hogar dijeron ayer basta: basta de que conseguir una vivienda digna sea una utopía, basta de que las instituciones no pongan a su disposición los recursos a los que están obligados por ley y basta de que la ciudadanía les ignore. Con motivo del Día de los sin techo, organizado por Cáritas a nivel nacional y celebrado en Vila, personas en exclusión residencial, miembros de la ONG de la Iglesia y estudiantes de primero de bachillerato de La Consolación exigieron más recursos para ayudar a este colectivo.

Personas que duermen en la calle, en un coche, en un edificio abandonado o en el Centro de Acogida Municipal (CAM) de Ibiza, el único de la isla, se concentraron ayer a las 11.30 horas en la plaza Antoni Albert i Nieto para hacer visible su situación, que afecta incluso a trabajadores por los elevados precios de la vivienda y del alquiler de la isla.

Es el caso de un ibicenco de 46 años que prefiere no dar su nombre. Ha trabajado «toda la vida», por lo que nunca se imaginó que terminaría durmiendo en una tienda de campaña que le regalaron. El dueño de un solar le ha permitido instalarse gratis. «Tuve problemas con las drogas, pero me rehabilité y, al empezar de cero, es cuando me encuentro sin vivienda porque no puedo pagar un alquiler con mi sueldo», se queja este sin hogar, uno de los usuarios del taller del reciclaje textil y de reinserción laboral A tot drap de Cáritas.

Además, cuenta que intentó alquilar una habitación en el conocido como 'chalet patera' de Sant Antoni, pero le pedían 350 euros de fianza y otros 350 mensuales por una pequeña habitación, que finalmente no llegó a ocupar debido al precio. Como anécdota, cuenta que le preguntaron cuánto medía. Pese a su situación, es optimista y tiene la «esperanza» de encontrar una habitación. Mientras tanto, también está en la lista de espera para el albergue. «Hay gente que está peor que yo y a la que le hace más falta dormir allí. Dentro de lo que cabe estoy bien», comenta el afectado, para quien lo más duro no es dormir en la calle, sino la falta de apoyo. «Cuando tienes un problema, la gente te da un poco la espalda. Les asusta verte en esa situación o que les puedas hacer algo. Incluso hay personas que cuando paso por su lado se agarran el bolso. Es terrible. El rechazo me duele más que dormir en una tienda de campaña», expresa.

Día de las Personas sin Hogar en Ibiza

Día de las Personas sin Hogar en Ibiza

La situación de Miguel Burgos, de 70 años, se debe a su edad. «Es absurdo que a uno le digan que ya no vale por la edad. Me quedé hace tres meses sin trabajo de camarero porque los nuevos propietarios no me quisieron renovar y tuve que dejar el piso en Jesús que compartía con otros compañeros», explica Burgos quien, como otros asistentes, lleva puesta la camiseta de Cáritas de la campaña 'Nadie sin hogar'. Desde hace tres meses duerme en el albergue. «Me tratan muy bien. Estoy muy a gusto allí», destaca este usuario del CAM.Sin techo desde 2014

Sin techo desde 2014

Más dura es la situación de Iñaki Jiménez, un madrileño de 59 años. Vive desde 2003 en Ibiza, pero desde hace cuatro años su cama son dos cartones que coloca «cuando oscurece» frente a la puerta de Cáritas Ibiza y su techo, el cielo. Percibe una paga no contributiva de 430 euros, pero insiste en que no son suficientes para pagar un piso. Y el problema de alquilar una habitación es que le echan en marzo o abril. «Trabajaba en un restaurante de Cala d'Hort [en Sant Josep] pero al quedarme sin empleo me quedé en la calle. Dicen que hay gente que se acostumbra a ello, yo no, ¿pero qué puedo hacer?», lamenta Jiménez, que añade que tiene un piso en Madrid donde viven sus hijos. «No quiero echarles a ellos para entrar yo», zanja este sin hogar.

Al igual que Jiménez, Liliana Amagdi, de Rumanía, también lleva 15 años en la isla. Ha trabajado once años como camarera de piso hasta que decidieron no renovarle el contrato. Desde entonces vive en su coche al no poder pagar un alquiler. Su caso demuestra que este problema no afecta sólo a los hombres, pero las mujeres sin techo son aún más invisibles que ellos. «Siempre he trabajado, nunca pensé que me quedaría sin casa», confiesa Amagdi. En la actualidad, es usuaria de Cáritas y de Cruz Roja, donde acude al servicio de duchas. «Aquí no tengo familia que me pueda ayudar y volver a mi país sin dinero no tiene sentido», asegura esta mujer sin techo, que fue la encargada de pronunciar el manifiesto de Cáritas en el Día de las personas sin hogar.

Más viviendas sociales, políticas centradas en las personas y sus derechos, que los ayuntamientos garanticen el acceso a servicios básicos para las personas que viven en la calle como comedores y duchas e incidir en la sensibilización y en dar visibilidad de la realidad del «sinhogarismo», «porque cada vez es mayor la vulnerabilidad y la desigualdad» de la sociedad son algunas de las principales reivindicaciones del manifiesto que leyó Amagdi.

A continuación, el alumnado de primero de Bachillerato de La Consolación participó en los diferentes talleres. Los estudiantes Andrea Cáceres y Manu Jiménez se quejaron de la falta de empatía de algunos ciudadanos con los más vulnerables. «Me da pena la gente que duerme en la calle y siento mucha rabia cuando alguien pasa cerca de un sin techo y le mira mal o con asco, como si no fuese una persona», critica Cáceres.