Pepi, un ejemplar juvenil de tortuga boba (Caretta caretta)Caretta caretta, nada alrededor de la barca. Sube. Baja. Vuelve. No parece muy dispuesta a alejarse de los humanos con los que ha pasado las últimas semanas, desde que Joan y José Luis la rescataron, enredada en plástico, el pasado 12 de octubre. Navegaban por aguas de s'Espartar cuando la vieron, la subieron a bordo y llamaron al 112, que puso en marcha el protocolo previsto para estos casos.

Medio Ambiente y el personal del Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM) de Sant Antoni la recogieron en el puerto y la llevaron a la veterinaria, donde no hubo más remedio que amputarle la aleta delantera derecha, explica Verónica Núñez, coordinadora del CREM. «No hubo manera de salvarla, estaba muy mal. Los navegantes hicieron bien en no cortar el plástico y liberarla porque habría muerto muy rápido», continúa la experta, que recuerda que bautizaron a la tortuga con el nombre de la veterinaria. «Normalmente les preguntamos a los rescatadores si quieren ponerle nombre, pero Joan y José Luis no lo tenían claro, así que le pusimos Pepi. Era la primera vez que atendía a una tortuga boba y le hacía ilusión», detalla la coordinadora del CREM.

La recuperación de Pepi ha sido complicada. Tras la operación pasó un tiempo en observación -«las tortugas son animales muy resistentes, pero es una intervención compleja»- antes de pasar a las instalaciones del acuario de Sant Antoni. Allí ha estado las últimas semanas, sometida a una vigilancia constante y en tratamiento con antibióticos, calmantes para el dolor y vitaminas para que recuperara fuerzas. Allí se ganó el cariño de todo el personal. «Ha sido una tortuga muy buena. Ha aguantado los pinchazos sin intentar mordernos», comenta Verónica Núñez, aún desde las instalaciones de es Cap Blanc.

Una despedida emocionante

Una despedida emocionanteMuchos de los que asisten a la liberación de la Pepi no pueden evitar emocionarse cuando ven que el animal no parece querer despedirse de quienes la han cuidado. En la barca, personal del CREM, pescadores, integrantes de clubes de pesca, antiguos alertantes, colaboradores, patrocinadores... «Queríamos invitar a todos los que nos ayudan y que no habían podido venir a otras sueltas», indica Núñez, que confía en que Pepi no se ponga nostálgica y regrese a las costas de Sant Antoni. «Que no vuelva», desea.