El Grup d'Estudis de sa Naturalessa (GEN) recordó ayer el daño que provoca sobre el ecosistema costero la moda de apilar piedras para crear estructuras, que afecta a todo el litoral pitiuso pero principalmente a la zona de es Trucadors del Parque Natural de ses Salines en Formentera.

En esta lengua de tierra poco antes de llegar a s'Espalmador, hasta hace poco se acumulaban cientos de estas estructuras. Aunque muchas han desaparecido gracias a la iniciativa de particulares, esta organización ecologista ha organizado este sábado una jornada de «voluntariado ambiental, de sensibilización y de retirada de amontonamientos de piedras en Formentera». Esta actividad estaba programada para el pasado sábado 3 de noviembre, pero se suspendió en previsión de que hiciera mal tiempo.

El GEN emitió ayer un comunicado en el que, además de recordar esta cita, aprovecha para explicar por qué esta actividad daña el medio ambiente: «[Esta moda] se ha convertido en una costumbre masiva que provoca un efecto erosivo muy importante, una pérdida de los valores paisajísticos de nuestros parajes naturales y una amenaza importante para una gran cantidad de especies que encuentran su hábitat, precisamente, bajo las escasas condiciones ambientales favorables que generan estas piedras en la naturaleza», ya que proporcionan cobijo y generan humedad en zonas con «fuertes vientos cargados de sal y temperaturas extremas».

Cuestión de subsistencia

En lugares como es Trucadors, señala el GEN, es «muy difícil la subsistencia de una planta o un animal». Es por ello que «una piedra, un canto rodado, tienen su función: retener la humedad y facilitar la luz necesaria» para que pueda crecer una planta, «para facilitar la presencia de pequeños animales que comen excrementos de aves marinas e incorporan, poco a poco, nutrientes a la tierra».

El GEN considera necesario «reconducir una situación», lo que representa «un reto importante para la sociedad». «Hace falta mucha información, tanto pública a través de los medios de comunicación, redes sociales, etcétera», además de una campaña de «sensibilización de la sociedad y la señalización y el control de los lugares más utilizados para llevar a cabo esta práctica».

Por otra parte, los ecologistas pitiusos advierten también del peligro que, aseguran, corren las tradicionales paredes de pedra seca que cruzan las dos islas. El GEN denuncia que están «desapareciendo aceleradamente» porque las piedras con las que fueron construidas se utilizan para «la fabricación de un horno para hacer una torrada o la paella de un día festivo».