El polígono de Montecristo, en Sant Antoni, cerca de Sant Rafel, va camino de convertirse en el vertedero sin control de vehículos abandonados de la isla.

Pocas son las calles que se libran de la acumulación de basura o de automóviles destrozados. Algunas tienen largas hileras de chatarra, vehículos abandonados junto a las aceras e incluso lanchas llenas de grafitis que, en algunos casos, llevan allí años.

Los empleados de las naves ya comentaron recientemente a este diario que visto que el Consistorio no hace nada, ya ni llaman a la Policía Local, pues les aseguran que no pueden retirarlos hasta pasado cierto tiempo para cumplir la ley.

Todo sigue igual pese a las protestas de trabajadores, propietarios de naves y vecinos de Can Llaudis y Can Sala, que ya el pasado verano se quejaron de esa situación. Los habitantes de esas zonas están cansados de la «dejadez» del Consistorio. «No es tan grande el polígono como para que los concejales del Ayuntamiento no puedan ver los problemas que hay aquí y solucionarlos», contaba el pasado mes de julio Francisco Vergel, presidente de la asociación de vecinos del barrio de Can Llaudis.

Pou de na Maciana, del siglo XVII

Los restos de coches y basura se acumulan también junto al Pou de na Maciana, situado en el límite del polígono industrial de Montecristo. Este pozo aparece documentado por primera vez en el año 1656. Poco ha cambiado en los alrededores de esta muestra del antiguo patrimonio hidráulico de las Pitiüses, desde que en mayo este diario denunció el basurero en que se había convertido: situado en la vénda de Forca de la parroquia de Sant Rafel, comparte espacio con neumáticos, termos eléctricos, vehículos y embarcaciones abandonados y destrozados, frigoríficos, sillas... En verano, se transforma, además, en zona de botellón previa a la entrada en la discoteca cercana.