Rosas, lilium, claveles, gladiolos o margaritas volverán a teñir de color los nichos y los panteones de los cementerios de la isla por la festividad de Todos los Santos. Y es que si tiempo atrás el crisantemo era la flor por excelencia, desde hace ya unos años «se vende de todo», afirma Margarita Riera, de la floristería Es Baladre de Vila.

Hace unos días, en este establecimiento los clientes aguardaban su turno para llevarse las flores con las que se mantiene viva la tradición de recordar y visitar a familiares y amigos fallecidos. «Como éste es un sitio pequeño, las tradiciones continúan», apunta Riera.

Hay personas que suelen encargar ramos y centros con antelación pero también quienes esperan «a última hora» para ir a comprarlos. Entre éstas estaba el lunes una mujer que pedía sólo seis claveles rojos y otros tantos blancos, además de un poco de paniculata, pues en el pequeño jarrón que tiene ya no le cabía nada más. Otra se llevaba dos ramos de crisantemos blancos y amarillos -que elegía con mucho cuidado y detenimiento, fijándose en el aspecto de cada flor- además de un poco de paniculata y varias hojas de helecho.

Según Riera, los colores que predominan son el rojo para la gente más mayor y los más claros para los jóvenes. Y la flor natural sigue siendo la más elegida, aunque algo de artificial también se vende.

Sin embargo, para Irene Torres, de la floristería Clivia de Santa Eulària, esta tendencia está cambiando y las flores artificiales se demandan cada vez más. «Se nota el cambio de mentalidad», apunta y agrega que la gente busca que las flores «duren».

También flores artificiales

También flores artificiales

En este sentido, indica que hay personas que si no se llevan directamente las flores artificiales, compran naturales para los dos o tres primeros días y que después vuelven a por las otras. «Se están perdiendo las tradiciones», opina y relaciona esta situación con el hecho de que la gente joven «no va tanto a los cementerios» como hacen los más mayores, así como con que ya hay personas que optan por la incineración.

En su establecimiento, crisantemos, claveles, lilium, gladiolos y alguna rosa son las flores que más se demandan. Y de gran variedad de colores. «No es todo blanco y rojo como antes. Se pide también naranja, lila, rosados, fucsias», dice.

En su caso, pidieron a los clientes que encargaran con antelación los ramos y centros. «Empezamos la campaña la semana pasada», resalta y añade que les advirtieron que si no los pedían «con dos o tres días» de adelanto, no iban a poder montarlos. «Entonces, se llevan las flores directamente», añade.

En la floristería el Ramo de Flores de Santa Eulària, Hanna coincide con que claveles, gladiolos y rosas están entre las más vendidas, y añade las margaritas. Y comenta que aunque el blanco y el rojo es lo que más pide, también les demandan flores en amarillo y rosa, en naranja y lilas.

En los cuatro años que ella lleva trabajando en este establecimiento, las preferencias «casi siempre» son las mismas. Y añade que aunque hay personas que encargan los centros ramilletes -«se piden dos iguales para el nicho», dice- o ramos, hay muchas que optan por comprar las flores sueltas y hacerlos en casa.

Una tradición arraigada

Una tradición arraigada

Para Joan Córdoba, de Pompas Fúnebres, la tradición de visitar a los seres queridos fallecidos y llevarles flores se mantiene muy arraigada y hoy serán muchas las personas que pasen por los distintos cementerios de la isla.

Pese a lo que comenta Torres, él no cree que las cremaciones hagan disminuir el volumen de personas que acude a arreglar y visitar nichos y panteones. Y no sólo porque el volumen de gente que opta por la incineración es inferior a los que se entierran, sino también porque las cenizas de una parte de ellos se quedan depositadas en los columbarios y allí los familiares también pueden acudir a depositar flores.

«Los cementerios siguen estando tan concurridos como siempre. Y además, como hay más difuntos, acude más gente», apunta.

Según los datos facilitados por la empresa de servicios funerarios Aurens, entre enero y septiembre de este año se han realizado 221 incineraciones y de ellas, el 67% eran de personas españolas, de las que el 30% aproximadamente eran residentes en Santa Eulària.

La gerente, Mónica Miranda, resalta que, según su experiencia, entre quienes eligen la cremación tan solo una parte «minoritaria» deposita las cenizas en el columbario. El resto opta por lanzarlas al mar dentro de urnas biodegradables, por esparcirlas en el campo o, incluso, por usarlas para plantar un árbol. «También hay mucha gente que las conserva en casa», apostilla.

Y esto es así porque, señala, aunque aún perdura la tradición de visitar los cementerios, limpiar nichos y panteones y llevar flores, ya hay gente que prefiere ser «un poco más práctica». «Quien ha optado por esto, lo que no quiere es seguir yendo al cementerio», añade.

En relación a esto comenta que, precisamente, están haciendo exhumaciones para incinerar restos -9 de las 221 cremaciones realizadas este año-y que el principal motivo de las familias es «no tener que estar pendientes del cementerio».

«La gran mayoría es gente mayor que te dice: 'Quien se ocupa de esto soy yo pero sé que mis hijos no se van a encargar, así que prefiero dejarlo arreglado para cuando falte'», afirma y agrega que estas personas «renuncian a las tradiciones para ser más prácticas, ya que las nuevas generaciones no lo tienen tan presente como lo tenían ellos».

No obstante, la tradición de visitar a los seres queridos por el día de Todos los Santos continúa muy presente. «No digo que con el tiempo, en 15 años, esto no sea diferente», indica Córdoba, quien insiste en que, de momento, los cementerios continúan llenos de familias que recuerdan a sus difuntos.