La Luna no ha estado siempre en el mismo sitio. Hace millones de años, llegó a estar diez veces más cerca de lo que está ahora, y si entonces hubiéramos podido verla, habríamos podido contemplar un espectáculo realmente majestuoso, sin necesidad de telescopio. Esta es una de las curiosidades que explicó el divulgador ibicenco Jordi Pereyra, autor del aclamado blog Ciencia de Sofá y de varios libros sobre temas astronómicos, en la charla que ofreció en el Club Diario. Más de 200 personas abarrotaron la sala.

En el acto, organizado por la Agrupació Astronòmica d'Eivissa (AAE), Pereyra afirmó que la Luna se aleja de la Tierra a razón de unos 3,8 centímetros cada año, según han confirmado las mediciones por láser hechas a través de los instrumentos colocados sobre la superficie lunar por los astronautas de las misiones Apolo. Sin embargo, unas rocas terrestres llamadas ritmitas, que van sumando capas en función de la fuerza de las mareas, demuestran que hubo años en la historia de la Tierra en que éstas fueron mucho más intensas que ahora, lo que demostraría la mayor cercanía de la Luna.

En cualquier caso, Jordi Pereyra señaló que «en el futuro, puede que la Luna se vaya frenando y, por tanto, vaya acercándose a la Tierra». En ese caso, dentro de miles de millones de años, cuando nuestro satélite se aproxime de manera excesiva, acabará destrozado por las llamadas fuerzas de marea (una manifestación de la gravedad) antes de que choque contra la Tierra. «Se formará entonces un bonito anillo alrededor de nuestro planeta», explicó el ponente.

El divulgador ibicenco recordó los orígenes de la Luna y señaló que la teoría más aceptada por ahora es la colisión de un planeta del tamaño de Marte contra la Tierra cuando nuestro planeta aún se estaba formando, hace unos 4.500 años. Las rocas y demás material que expulso al espacio esa tremenda colisión acabarían uniéndose progresivamente por efecto de la gravedad, formando la Luna. Posteriormente, un auténtico bombardeo de asteroides sobre la superficie lunar dibujaría muchos de los cráteres que hoy conocemos. Sin embargo, la superficie selenita aún sería modificado posteriormente, cuando grandes cantidades de lava emergieron a la superficie a través de grietas y surcos, inundando las partes más bajas y solidificándose después. «Así se crearon los llamados 'mares' lunares, que son las partes más oscuras que vemos a simple vista. No son mares, aunque inicialmente pensaron que sí, sino grandes extensiones llanas», confirmó Pereyra.

Otro de los aspectos más llamativos de nuestro satélite natural es que tarda lo mismo en girar sobre sí mismo que en dar una vuelta alrededor de la Tierra, motivo por el cual «siempre vemos la misma cara de la Luna». «Todas las personas que han vivido en la Tierra han visto siempre la misma cara de la Luna, nadie ha visto jamás la otra», añadió. No sería hasta el año 1959 cuando una sonda enviada por la URSS logró fotografiar la parte posterior, mostrando un paisaje donde sólo hay cráteres, sin ninguna llanura.

Precisamente mañana, sábado, a partir de las 20.30 horas, todos los interesados en observar la Luna a través del telescopio podrán hacerlo en el Observatorio de Puig des Molins, que celebrará una sesión de puertas abiertas.