El derrumbe económico de Lehman Brothers se pudo escuchar en todo el mundo. El de Ibiza fue lento, casi imperceptible, pero roía, inexorablemente, los cimientos sociales y empresariales: «Empezamos a notar la crisis un año más tarde, debido a nuestro modelo turístico: como el 1 de abril llegaban los clientes y había trabajo hasta septiembre, apenas era perceptible. Otra cosa fue lo que sucedió en las zonas industriales de la Península, con el cierre de empresas, que lo notaron al momento, en tiempo real, y no crearon puestos de trabajo en dos años», recuerda Alfonso Rojo, actual presidente de la Pimeef.

Los empresarios pitiusos percibieron los primeros embates de la crisis «cuando empezó la reestructuración de la banca y las entidades financieras comenzaron a cerrar el grifo». Y lo sintieron en sus bolsillos: «En ese momento notamos que nuestros clientes tenían problemas de financiación. Hubo un efecto dominó que nos dejó tocados». Los niveles de impagos alcanzaron niveles «muy altos».

Llegó un momento en que la Administración pitiusa «acumuló deudas de 12, 18 y hasta 24 meses», detalla Rojo. Su empresa era proveedora de administraciones públicas y de hospitales: «Llegamos a tener más de un año y medio de retraso en los cobros. La Pimeef se reunió con los representantes de las instituciones locales para advertirles de que éramos nosotros quienes estábamos aguantando el consumo de hospitales y comedores escolares». Soportaron ese peso «durante dos años».

Las primeras que cayeron

Pasados los años, aquel tsunami dejó profundas huellas en el tejido empresarial: «Nos hemos recuperado? los que quedamos. Porque hubo una criba muy importante del empresariado. En esa época había muchos negocios de nueva creación, especialmente de la construcción, que tuvieron muchos problemas. Esos fueron los primeros que cayeron», indica el presidente de la Pimeef.

Y el problema, advierte, «no es que una pime caiga, sino las deudas que arrastra cuando cae. Cuando quiebra, los primeros que cobran son los bancos y la Administración, que o recupera su dinero o embarga. Las últimas que reciben algo son las empresas, pero sólo las migajas... o nada. Ese fue otro de los lastres de la crisis». Sólo quedaron «las que tenían cimientos fuertes».

De aquel triste periodo, Rojo cree que los empresarios aprendieron una lección: «Está relacionada con el endeudamiento. Antes de que estallara la burbuja, ibas a un banco y te ofrecían financiar el 100% para la compra de lo que fuera, un camión, por ejemplo. Ancha es Castilla. Hemos aprendido que cuando no se tiene suficiente capital para hacer una inversión, hay que ir al banco con mucha prudencia? aunque hasta estos ya son mucho más prudentes en la actualidad».