Primero fue la India; luego, Costa Rica, y en noviembre será Tailandia. Allí se celebrará la final internacional de la competición de robótica educativa World Robot Olympiad (WRO) y, por tercer año consecutivo, en ella habrá representación ibicenca. María Pilligua, David Ripoll y Pau Albiñana, integrantes de 'Eivibot', en categoría sénior, y Carlos Rubio, Álvaro Hernández y Marc Serra, '+Robot', en júnior, enseñarán sus creaciones tras clasificarse primeros de sus categorías en la final nacional que se celebró el pasado fin de semana en Platja d'Aro (Gerona).

«Es una maravilla y hay que disfrutar al máximo de este momento porque no siempre será así. Parece, porque se ha conseguido tres años seguidos, que esto es fácil y que puede lograrse de forma sencilla, pero no es cierto», dijo ayer el entrenador, David Solà, quien destacó que se trata de una «experiencia única».

Y es que Solà incidió en el trabajo, la dedicación, el esfuerzo y las horas que hay detrás y en que, a pesar de todo ello, en el momento de la competición muchos elementos pueden influir y hacer que algo falle. «Ser los primeros no significa ser los mejores. Esto es una competición y en ella influyen muchos factores», subrayó e hizo hincapié en que este año han tenido «la gran suerte» de que les ha ido muy bien, pero que «hay que seguir avanzando y mejorando».

Final nacional en Platja d'Aro

En todo caso, lo cierto es que los niños y jóvenes de Ibiza que estudian robótica con Solà en los programas de actividades extraescolares tienen un gran nivel. Y muestra de ello es que cinco equipos de la isla han participado en la competición nacional, donde además entrenadores de otras partes de España les felicitan. «Dicen: ''Qué nivelazo llevas'', y eso es increíblemente bonito», destacó.

«El esfuerzo que desde hace algunos años se está realizando en Ibiza para que los jóvenes tengan la posibilidad de conocer y practicar este tipo de actividades tanto en centros educativos como en extraescolares se plasma en los resultados obtenidos», afirmó en un comunicado.

De los cinco equipos, tres compitieron en categoría sénior (de 16 a 19 años), uno en júnior (entre 12 y 15) y otro en elementary (de 10 a 12 años). «Es una pasada, es la primera vez que vamos tantos», indicó el entrenador, quien alabó el esfuerzo de todos. «Hicieron un gran trabajo», destacó y apostilló que en esta ocasión, por «suerte», dio sus frutos: «Cuanto más trabajas, más suerte tienes», insistió.

En elementary, Alejandro Pizarro y Eric Palberg, 'Bot team', «se esforzaron al máximo». Su reto era crear un robot que ayudara a reducir el desperdicio de alimentos. «La prueba extra no les fue muy bien, pero quedaron sextos y está súper», explicó Solà.

En júnior, donde el reto consistía en construir un robot que recopilara datos sobre la calidad del suelo de los campos de diferentes granjas para utilizarlos para cultivar plantas según la calidad del suelo, Rubio, Serra y Hernández se hicieron con el primer puesto.

Y en sénior -cuyo reto consistía en una distribución de alimentos y que, según Solà, y era «muy complicado»- la plaza para la final internacional estuvo muy reñida entre dos de los equipos de Ibiza, el de Pilligua, Ripoll y Albiñana, que finalmente quedaron por delante, y el de Jordi Cardona, Lucas Camarero y Jonathan Bekerman, 'Asce'. Hubo «una lucha en las últimas rondas, muy ajustadas por la victoria», describió el entrenador.

«Aún estamos en una nube»

«Estamos supercontentos y fue superchulo. Todavía estamos en una nube», afirmó y puso en valor también el trabajo del tercer equipo, de Guille Guasch, Pau Ribas y Marc Costa, 'Acme', que quedaron sextos en esta categoría pero que realizaron el reto a pesar de no contar con la edad.

Precisamente sobre la categoría senior apuntó que antes no se disputaba porque «no había chavales de esa edad ni de ese nivel para poder hacerlo» pero que, con el esfuerzo de muchos entrenadores, se ha podido crear este año. «Era una pena porque si no, muchos chicos que han estado conmigo durante años se quedaban sin nada», dijo.

Solà resaltó el valor de la WRO que, dijo, «es totalmente una olimpiada: tienes que ser bueno en todas las partes, en construcción, en programación, en asimilación». Recordó que los chavales acuden con sus robots desmontados y que allí los montan de cero, sin ayuda visual, e introducen un reto nuevo a la programación que sí llevan ya hecha. «Y todo eso contra el crono», apostilló.

Y destacó los valores de la robótica educativa que, aseguró, son similares a los del deporte: «Sacrificio, lucha, ganas de avanzar y, sobre todo, la palabra que reúne todo esto, que es pasión. Sin pasión no se consigue nada».